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Vivir diferente para seguir viviendo

Vivir diferente para seguir viviendo

El 12 de octubre pasado será un día para recordar, tanto como la llegada al mundo y a Cuba del SARS-CoV-2 que provoca la COVID-19. Ese día se registraron cambios relacionados con la vida que llevábamos aquí desde el 11 de marzo, cuando aparecieron los primeros confirmados con la enfermedad, y que coincidió con la declaración de pandemia por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Aquella fecha constituyó una noticia esperada por las autoridades del país y de su sistema de Salud, por lo que se trabajaba desde antes para que lo anunciado a finales de año en China no causara estragos por estar desprevenidos . A partir de ahora la precaución deberá crecer aún más.

Como cada país o región, tenemos nuestra idiosincrasia; nos tildan de bailadores, alegres, hasta el punto de reírnos de los problemas; somos limpios e inventamos hasta lo imposible para mantener esa buena costumbre. Algo muy lindo igual, pero que en estos tiempos no clasifica, resulta el “cariñoseo”.

Cuesta trabajo no besar a quienes queremos, ni darles la mano a los amigos y hasta prescindir de un abrazo. Cuesta trabajo encontrarse con personas queridas y mantenerse a distancia, evitar las visitas a los hogares de quienes apreciamos, y más dejar a un lado ese gesto solidario de visitar a los enfermos en los hospitales.

El cubano va al médico más que nadie en este mundo y eso debe dosificarse también, acudir a las unidades asistenciales solo en los momentos estrictamente necesarios.

Todos los comportamientos mencionados han sido “virales”, en códigos del ciberespacio; sin embargo, cada persona puede convertirse en su propio facultativo, pensar, discernir. Si las autoridades dicen que los espacios abiertos son los óptimos para hacer ejercicios, no asista a los gimnasios; si abren los centros recreativos con las medidas higiénico-sanitarias previstas y usted sabe que si bebe pierde el control y no se cuida, no vaya, disfrute en casa.

En lo adelante ingresarán en sus hogares los contactos de sospechosos de padecer la enfermedad o de los confirmados, bajo vigilancia clínico epidemiológica, con la excepción de aquellos que no posean las condiciones adecuadas en sus casas o presenten dificultades sociales. Estos contarán con la debida protección porque estarán garantizados en la provincia cinco centros con 70 camas para tales casos, y quienes padezcan de enfermedades crónicas descompensadas permanecerán en las instituciones hospitalarias. A las personas aisladas en sus hogares no los visite, averigüe sobre su salud por otras vías, como la telefónica.

Las colas en tiendas y mercados seguirán, pues hay que buscar la comida y los artículos para vivir. Si usted lleva su nasobuco o mascarilla de forma adecuada, no se pega a los demás y no conversa hasta con desconocidos —algo muy a lo cubano—, beneficiará a su familia y a su comunidad.

Se recuperan las prestaciones en los centros asistenciales no vinculados con la pandemia. El personal del sector ha sido capacitado y cuenta con medios de protección. Los de servicio, el camillero, el portero, todos, tienen que cumplir las reglas para protegerse ellos y a los enfermos: no andar de un lado a otro, permanecer en su área para reducir las posibilidades de contagio y de transmisión, medida que vale para todos los trabajadores.

Ni por asomo quiere decir que el sistema sanitario se lava las manos como Poncio Pilatos y todo queda en el aire. Tranquiliza saber que si surgiera un retroceso y fueran diagnosticados nuevos enfermos, las autoridades prevén cada paso y las medidas oportunas. Poner el bienestar a merced de médicos y enfermeros no resulta el comportamiento razonable. Se trata de que cada cual sea responsable de sí mismo y protejamos también a nuestros profesionales sanitarios que lo dan todo en Cuba y en otras partes del mundo.

Algunos temían a la reapertura de los aeropuertos y a la entrada y salida de cubanos o extranjeros. Hay códigos que cumplen a su llegada,  desde el PCR hasta la colaboración de los sitios donde decidan hospedarse y en las casas de los residentes permanentes, junto a la responsabilidad de cada área de Salud y consultorios médicos.

Podría relacionar cada una de las medidas adoptadas por la Dirección Provincial de Salud para esta época que se ha dado en llamar nueva normalidad, cuando al restablecerse las actividades productivas y de servicios se fortalecen la vigilancia epidemiológica y el control de las medidas higiénico-sanitarias.

Mas, a mi modo de ver, esta nueva normalidad consiste en protegerse para vivir, y con calidad. De ahora en lo adelante, y hasta tanto se aliste la vacuna tan anhelada por todos, tenemos que vivir diferente, esa es la cuestión. Sin llegar al terror, tengamos en cuenta algo que escuché de un experto en el tema a nivel nacional: “cualquier sitio puede ser una zona roja”, porque una persona asintomática a su lado, si se violan las normas de protección lo contagia, aunque sea sin proponérselo. Más del 46 % de los casos confirmados en Cuba no presentaban síntomas.

Por Olga Lilia Vilató de Varona (Cuqui)

Foto: Alejandro Rodríguez Leiva/Adelante

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