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Dos vidas en un mismo cuerpo

Dos vidas en un mismo cuerpo

Hay oportunidades para un periodista que no se repiten y esta es una de ellas. Cuando conocí del suceso que ocurriría aquí en mi Camagüey y no podía cubrirlo como decimos en el argot de nuestro gremio, me di a la tarea de que otra persona lo hiciera. Tuve que declinar por razones de salud. Lo importante para mí era no dejarlo pasar y aquí lo coloco y agradezco a mi joven colega Yanisleidy Prado Rojas por asumirlo con tanta profesionalidad y a Leandro Pérez Pérez, que tuvo el privilegio de poner su cámara fotográfica en función de esta entrevista. No dejen de leerla, Cuqui. 

 

 

 

Baja de estatura y un poco pasadita de peso, con paso apresurado como quien tiene mucho por hacer, sencilla, alegre, cariñosa y con una dulzura en la voz poco común. Le encanta la música, tocar el piano, bailar al ritmo de las castañuelas y disfrazarse de papá Noel en la Navidad ¿Será el hada que se escapó de un libro de cuentos? Tal vez, ella tiene la magia de sanar cuerpos y almas, pero es de carne y hueso, aunque también está en este mundo haciendo bien y regalando amor.

 

Gran parte del tiempo se ve como Lidia Torres Aja, especialista de Segundo Grado en cirugía general del hospital provincial de Cienfuegos Doctor Gustavo Aldereguía Lima y responsable del Grupo Provincial de Mastología, otras veces aparece como la Hermana Lidia María de Jesús, de la congregación Hijas Mínimas de María Inmaculada, la primera monja en Cuba que defenderá el Doctorado en Ciencias Médicas. 

Mi tesis en una nueva modalidad de asistencia sanitaria titulada Municipalización de la mastología: una estrategia para la atención integral de pacientes con cáncer de mamas. 

"Esta afección es la primera localización de tumores malignos en la mujer y la primera causa de muerte por tumores malignos, solo superada por el cáncer de pulmón, incluso la edad está bajando, y mientras más temprano se diagnostique la cirugía es menos mutilante y aumentan las expectativas de vida. 

“La investigación propone llevar la atención especializada (que hasta ahora era a nivel de hospital) a las áreas de Salud, a través de los especialistas de Medicina General Integral (MGI), formados previamente por el Grupo de Mastología mediante un diplomado. Es el resultado de 11 años de trabajo”, explicó a Adelante la Master en Educación Médica Superior y en Atención Integral a la Mujer. 

 Según palabras de su tutor, el Doctor en Ciencias Ramón E. Romero Sánchez, durante la reciente predefensa de la tesis en esta ciudad, “una mayoría investiga, presenta y publica para hacerse Doctor en Ciencias, la profesora Fidelia Lidia Torres tiene un historial inverso: se hace Doctora porque investigó, presentó y publicó a lo largo de su vida, su trabajo ha sido su objetivo, el que estimulada por muchos de sus compañeros se decidió a presentar como tesis para aspirar al grado de Doctora, decenas de años después de comenzar el camino”. 

Efectivamente, suma ya cuatro décadas de experiencia como médico esta mujer que, con solo 15 primaveras, decidió ingresar como monja de clausura en la orden de las Carmelitas Descalzas, en un convento en La Habana, vida muy rigurosa que debió abandonar por problemas de salud. Entonces comenzó sus estudios universitarios y más tarde se unió a su actual congregación de origen mexicano, cuyo carisma está abierto a las necesidades de la iglesia. 

En el hospital soy una obrera normal, que va vestida como todo el mundo; que marca tarjeta como todo el mundo; que tiene un jefe bueno, uno regular y uno malo. Soy una más entre los trabajadores, y eso me sirve de mucho para poder comprender al laico y no me quita nada de mi consagración. Cuando llego a casa tengo mi hábito religioso que es bastante cerrado y me gusta mucho, por cierto, pero ese es mi sacrificio, creo que ir al hospital con él sería contraproducente. Los otros cirujanos son mis hermanos ¿por qué tendría que verme diferente a ellos?”. 

—¿Cómo ve combinada la fe religiosa y la ética médica? 

—Para nada se contrapone, creo que se complementan, porque una religiosa no es una mujer a la que no le gusten los hombres, es una mujer que renuncia a casarse, a ser madre material para ser madre espiritual, y cuando yo estoy en un salón aquellos son mis hijos, porque allí no está la madre, ni el padre, ni el esposo, allí están solos, y yo estoy con ellos, entonces se complementa mi vocación de madre espiritual. Si le hice un sacrificio a Dios creo que el único fue no tener hijos, porque me encantan los chiquillos, y con mucho gusto renuncié a ellos para tener hijos espirituales.  

Por otra parte la fe va en el actuar. No se trata de estar hablando constantemente de Dios, sino de actuar como él quiere que tú lo hagas, pensando que ese enfermo es tu Cristo, dándole atenciones y amor. Uno lleva a las personas a Dios dándole amor”. 

—Desde su práctica científica ¿qué lugar ocupa la fe en la mejoría de los pacientes? 

 —Tener fe en un ser supremo, la confianza en Dios siempre ayuda, pero una también tiene que ayudar, tiene que darles cariño, tratar de operarlas con la mejor calidad posible, después tratar de que sean tus amigas, atenderlas, recibirlas con amor. 

Lo más importante de este trabajo es el seguimiento a la paciente operada, la reintegración social, la atención integral; porque las operamos, las atiende el oncólogo y ya. Pero... ¿y su vida personal? ¿se reintegró a su vida familiar, a su vida conyugal, a su vida social? Nuestro trabajo no puede terminar con la operación, con la radioterapia, sino  tenemos que lograr reintegrarlas. Para mí es una felicidad muy grande, es el trabajo de toda mi vida como médico, y como religiosa creo que es la obra que el Señor me está pidiendo en beneficio de algo tan sensible”. 

—¿Alguna vez un paciente la ha rechazado por ser monja? 

—No, al contrario, todos piden que los atienda la monjita. Guardo un bonito recuerdo de la experiencia que viví cuando llegaron mis votos perpetuos. Está estipulado en todas las órdenes religiosas que para recibirlos se haga en la Casa Madre, y la mía es en León, Juanajuato, pero como yo no podía ir, tuve que recibirlos en Cuba, y fue muy reconfortante ver cómo para ese momento se reunieron mis pacientes, muchos con credos diferentes (adventistas, pentecostales, metodistas, espiritistas, santeros, paleros), mis compañeros militantes, los del Gobierno, mis alumnos... fue una fiesta de todo el mundo, una fiesta popular: No importaba que no creyeran, fueron allí a disfrutar de mi consagración, a acompañarme.

Sin embargo, en el trabajo mentiría si digo que no he encontrado obstáculos, no de la Revolución, sino de individualidades. Es muy triste pensar que estuve 26 años de Instructora sin permitírseme cambiar de categoría docente cuando mi expediente me avalaba y yo fui fundadora de la docencia médica en Cienfuegos, y que me pospusieran la defensa de la tesis doctoral por dos años porque alguien, con poder en ese momento en el Consejo de Grado Científico en Santa Clara, pensara que era absurdo que una monja fuera Doctora en Ciencias. Pero eso solo lo vi como una prueba que me obligaba cada día a estudiar más, a superarme más, a prepararme, no para mi orgullo personal, sino para servir mejor a mis pacientes”.

Para Lidia ha sido muy doloroso tal discriminación pero como ella dice, fueron “individualidades”, porque el Estado cubano ha reconocido su quehacer con las medallas de la Alfabetización, 23 de Agosto, personalmente de manos de Vilma Espín y la José Tey, que otorga el Consejo de Estado, entre muchos otros reconocimientos.

—Entonces... ¿no fue casual que llegara a Camagüey?

—Aquí encontré una ciudad que me abrió los brazos, una rectora, la doctora María del Carmen Romero, de la Universidad Médica Carlos J. Finlay y una Comisión de Grado Científico que no tengo con qué pagarle, una escuela de medicina que me recibió como una más, y una comunidad religiosa muy pendiente de mí y que me acogió con mucho cariño.

"Mi tutor no era Romero, en un inicio fue el Doctor Abraham Arap Arap, entonces vicepresidente de la Sociedad Cubana de Cirugía, pero él falleció, y este amigo en común se hizo cargo de mi trabajo. De Romero puedo decir que ha sido más que un tutor, un hermano, que ha sabido guiarme para corregir los innumerables defectos que tenía mi tesis, es una persona muy preparada.

Camagüey tiene un nivel científico muy alto, igual que sus profesionales. Eso lo he comprobado en los eventos en los cuales he compartido con ellos a nivel nacional, por la calidad del tutor que tengo, y por la de los oponentes, dos Doctores de excelencia: el oncólogo Mario Mendoza del Pino y el cirujano Miguel García Rodríguez. También tiene algo  muy bonito, y es el alto grado en la cultura de su pueblo y el hablar,  mejor que en ninguna parte del país”, entonces sonríe. “Me siento muy feliz aquí, de corazón, estoy muy agradecida, ya soy parte de esta tierra, que ojalá siga siempre abierta pata todos”

—¿Qué no le puede faltar en sus consultas?

 —Alegría. Yo he tenido momentos malos como todos los seres humanos, en que estaba triste. Una vez fui a la consulta, pero no con la cara de fiesta de siempre. Después que atendí a una de mis pacientes, cuando ya se iba me dijo: “ya usted no es la misma, ya los ojitos no le brillan”, y ahí me di cuenta de que no estaba actuando como una verdadera cristiana, porque yo tenía que desprenderme de mí para darme a ellos, que ellos esperaban la alegría más que la medicina, porque ya somos una familia, nunca se dan de alta.

Ver a una paciente recuperarse es la plenitud de mi vocación como monja y como médico, sí, porque son dos vidas. Ahora me ves así y ahorita no me reconoces vestida de hábito, ayer una misma persona me saludó dos veces, porque no me reconocía, pero las dos van encaminadas a lo mismo: lograr el bienestar de los hermanos, dar amor, dar cariño. Por eso digo que no hay diferencias entre un verdadero cristiano y un verdadero comunista, no oportunistas, que los hay de ambas partes, sino los que lo sienten de verdad, porque ambos tienen que querer el bien de su pueblo”.

2 comentarios

Cuqui -

Yani, nada de gracias, te quedó especial y lo importante era eso, no dejar pasar esta oportunidad...

Yanisleidy -

Gracias, colega, por darme la oportunidad de este trabajo, con tan especial entrevistada