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Servicio Internacionalista

En Guyana profesionales de la Salud cubana

Conocimos vía Internet, que la brigada médica cubana que labora en la región Georgetown, de la República Cooperativa de Guyana, se reúne el último viernes de cada mes con vistas a analizar el trabajo desplegado y delinear las principales tareas para la etapa siguiente.

La información ofrecida por el doctor camagüeyano, Justo de Lara Abad, especialista de 2do. Grado de Cardiología y Profesor Auxiliar, recoge que la docencia médica y el seguimiento de aquellos que optaron por realizar Maestrías, son pan de cada día en estos encuentros, en aras de no descuidar la superación profesional de los colaboradores.

Los cooperantes de la Mayor de las Antillas allí efectuaron sus exámenes de internos del sexto año de la carrera de Medicina, los cuales terminaron satisfactoriamente, tanto en la teoría como en la práctica, de acuerdo con la opinión del galeno.

Un punto de especial connotación es el relacionado con la Jornada Científica Médica prevista para el segundo semestre del 2010, para la que ya están envueltos en la presentación de los títulos de los trabajos.

Estas citas sirven además, para festejar cada hornada importante de nuestro país, como son las fechas patrias y profundizar en las Reflexiones del Comandante en Jefe Fidel Castro.

Esa colaboración médica cubana está integrada por médicos, enfermeros, estomatólogos, rehabilitadotes y técnicos en Anestesia y Reanimación y es reemplazada cada dos años en esta única República anglófona de la América del Sur.

Autora: Olga Lilia Vilató

Corrección: Oriel Trujillo Prieto

En Haití, pese a la réplica se dio la despedida

En Haití, pese a la réplica se dio la despedida

Cinco meses exactos han transcurrido desde aquel fatídico golpe que la Naturaleza le propinara al ya humilde pueblo haitiano. En esa nación caribeña puede hablarse de un antes y un después del 12 de enero del 2010 cuando un cruento terremoto de grado 7,3 en escala de Richter la llevó a la devastación, la muerte, la desolación y redujo a ruinas a Puerto Príncipe, su capital.

La colaboración médica cubana sobrepasaba entonces los diez años en Haití; sin embrago, quienes ya estaban fueron apoyados por otros, más la brigada Henry Reeve, activada aquí para casos de desastres y ofrecer sus desinteresados servicios en cualquier parte del mundo.

El doctor Jorge Tomás Balseiro Estévez, director del hospital Psiquiátrico René Vallejo de Camagüey, especialista en Psiquiatría y Administración de Salud, integró el grupo dedicado a la salud mental de la brigada Henry Reeve con la misión de asistir al equipo de cubanos instalados allá, así como ofrecer el apoyo psicosocial a los niños y adolescentes haitianos, por constituir grupos de mucho riesgo en tales momentos. Desde su llegada se le asignó además, la dirección del hospital de campaña, ubicado en Leoganne, a 30 Km. de la urbe, sitio próximo a donde se localizó el epicentro del suceso sísmico.

A SU REGRESO CON CONSTANCIA GRÁFICA

De vuelta en casa el doctor Balseiro confiesa que es muy difícil despojarse de los recuerdos. Esos se suceden unos tras otros días tras días. Piensa y su mente recoge cada detalle, todos desgarradores. Cualquiera en un caso así estaría sumamente feliz de haber regresado; no obstante, él dice: “Cuando se adoptó la decisión de que volviera a mi país me dio pesar, y al mismo tiempo sentía la satisfacción de regresar a la Patria con el deber cumplido y la de reencontrarme con mi familia y compañeros.

“Pero, puede estar segura de que vine con una tristeza inmensa. Dejaba atrás a un colectivo de trabajo excelente y a un pueblo necesitado, amoroso y agradecido. El momento de la despedida fue muy duro. El pueblo de Leoganne me dio muchas muestras de cariño y eso es algo inolvidable, las palabras de elogio creo que fueron hasta inmerecidas y todo el trabajo que hicimos de salud mental con los niños y los adolescentes fue revertido con actuaciones de ellos, con sus dibujos, fue lindo y conmovedor a la vez”.

El Profesor Balseiro hace una pausa en su relato. Todavía le cuesta rememorar todo aquello sin que sus ojos queden empañados por las lágrimas. “Salí de allí corriendo, rápido, fue muy difícil. Hicieron un acto de despedida muy especial y en medio de aquello hubo una réplica del terremoto, todos corrieron asustados y enseguida regresaron, fue algo verdaderamente emocionante”.

Hospital de campaña cubano que dirigía el galeno camagüeyano.

Parte de la brigada médica integrada también por estudiantes haitianos de 5to. año de Medicina, médicos de la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM) y cubanos.

El Dr. Balseiro acompañado de Florecita y Cebollita, artistas camagüeyanos que llevaron su alegría a los niños haitianos.

Como una ironía del destino la funeraria permaneció intacta.

¡Qué estaría pensando este haitiano frente a lo que quedaba de sus partencias!

Una modalidad de viviendas creadas a fuerza de la necesidad.

Felizmente a la hora del sismo en este kindergarten ya no había niños.

Sólo una puerta quedó en pie, y así como a la espera, son demasiados los haitianos que aguardan por una vida mejor.

Autora: Olga Lilia Vilató de Varona

Fotos: Cortesía Dr. Balseiro

Corrección: Oriel Trujillo Prieto

Desde Haití, una voz camagüeyana

Desde Haití, una voz camagüeyana

El devastador y feroz terremoto que redujo a ruinas a Puerto Príncipe, capital de Haití, no fue el inicio de la odisea en esa nación sino más bien el remate. Es evidente que organismos internacionales acudieron con miras a apoyar tras el fatídico 12 de enero; sin embargo, da la impresión que nada es suficiente para levantar tamaña obra de ingeniería social como algunos medios la han calificado.

A pesar de los recursos financieros y materiales disponibles somos testigos de un mundo en que los países poderosos son mucho más eficientes al utilizar éstos en función de las guerras ante que ponerlos a merced de auxiliar a los humanos necesitados por enfrentar las secuelas de catástrofes naturales.

Conscientes de que lo primero es proteger a la humanidad, Cuba no ha cesado de ofrecer sus asistencias médicas a los más necesitados y excluidos de este mundo y Haití es una muestra de tal aseveración. Para conocer detalles al respecto nos comunicamos vía Internet con el doctor Jorge Tomás Balseiro Estévez, especialista en Psiquiatría y en Administración de Salud y director del hospital Psiquiátrico René Vallejo de esta ciudad, el que ofrece sus servicios en ese pueblo hermano.

-- El doctor Balseiro, llegó al país caribeño a los pocos días de la catástrofe. Ya en contacto con nosotros comentó:

-- Mi función aquí cambió desde que pisé el suelo haitiano. Realmente salí de Cuba con la misión de integrar un grupo de trabajo para atender la salud mental de nuestro equipo de respuesta durante el sismo, así como asistir de forma priorizada mediante el apoyo psicosocial a los niños y adolescentes grupo de mucho riesgo en estas circunstancias; entonces, me encomendaron la tarea de dirigir un hospital de campaña de nuestra brigada Henry Reeve de la cual formo parte, ubicado en Leogane, a  30 Km. de la capital, lugar muy cercano a donde se localizó el epicentro del evento sísmico aquí.

“Por tanto, dirijo el mencionado hospital, tarea que alterno con un equipo de salud mental que trabaja en la zona, y así cumplo, a la vez, con la tarea encomendada inicialmente.

“Este hospital de campaña, que se puso en funcionamiento cuatro días después del terremoto, tiene la misión de brindar atención a la población afectada directamente por el desastre. Cuenta con 12 carpas o tiendas de campaña que ofrecen los servicios de urgencias, terapia intensiva, quirófano, salón de partos, central de esterilización, rehabilitación, además de tener un equipo de trabajo o brigada que atiende la higiene y epidemiología de la zona y el control de vectores. Somos 38 cubanos y 17 haitianos.

“A este bloque  se le añaden las carpas dormitorios con facilidades para el baño y los servicios sanitarios improvisados, desde luego, para  condiciones de esta naturaleza. Contamos con un grupo electrógeno que asegura el funcionamiento básico del hospital y además, con la fuente de abasto de agua para cumplir la misión encomendada.

-- ¿Cuentan con personal médico de otros países?  

-- En mi hospital no, pero si en los alrededores hay de Alemania, Médicos Sin Fronteras y militares de una base canadiense, quienes ya comienzan a retirarse. Las relaciones con nosotros son buenas, todos están cooperando y la posición nuestra es esa, de cooperación.

-- A estas alturas, ¿qué es lo que más le preocupa de ese pueblo?

-- Lo difícil que será salir de esta situación. Es mucha la destrucción y demasiada la necesidad de recursos y financiamiento.

-- ¿Cómo han sido acogidos los cubanos?, a pesar de que los medios internacionales de comunicación silencian lo más que pueden nuestra presencia en ese país, o sea, ¿Qué percibe de la población nativa?

-- Mucha confianza en nosotros, por nuestro nivel profesional y la capacidad resolutiva de nuestras instituciones. Grandes multitudes se agolpan cada mañana desde horas bien tempranas en las improvisadas salas de espera. Son jornadas verdaderamente extenuantes.

Nos adoran, nos distinguen entre otros, nos prefieren, nos buscan, manifiestan mucho agradecimiento de cuanto hemos hecho, hacemos y haremos por ellos. Tienen confianza.
“Ese sentimiento está bien avalado. Pasadas  tres semanas de mi estancia aquí, hemos atendido a más de 28 mil personas, en su mayoría niños, que en los primeros momentos, acorde con la morbilidad, predominaron los casos quirúrgicos, más de 450, fundamentalmente amputaciones de miembros debido al estado de afectación por el trauma.

“Ahora momentos predominan las enfermedades transmisibles propias del empeorado estado de insalubridad del medio ambiente, a esto se le añade el gran número de partos, más de dos mil vacunaciones y 15 mil actividades sanitarias educativas, además de curas e inyecciones”.

-- ¿Qué es lo que más le ha impactado?

-- Sin dudas, el número de víctimas fatales, muchas de ellas aún bajo los escombros, así como la gran cantidad de personas a las que se les practicaron amputaciones, dado el estado en que quedaron sus miembros como ya le comenté.

“El  escenario recuerda lo que hemos visto después de un bombardeo en situaciones de guerra, ahí, en el suelo, observamos miles de viviendas, mercados, instituciones de salud, escuelas… Prácticamente todo está destruido, el panorama es devastador, no creo que otro terremoto haya producido semejantes consecuencias.

-- Dentro de tanta desolación, ¿encuentras alguna experiencia positiva?

-- La presencia cubana, que como dijera nuestro Comandante en Jefe Fidel, no llegó con el terremoto. Desde hace poco más de diez años ya había cubanos aquí. Ese 12 de enero se encontraban en Haití unos 400 cubanos en una brigada médica, y que milagrosamente ninguno sufrió lesiones graves. El número se ha ido incrementando a causa de la catástrofe, y ya la cifra alcanza más de 1 500 colaboradores, con un gran impacto pues estamos aquí en los lugares más afectados y en aquellos más inaccesibles y peligrosos, aún se mantienen las réplicas del terremoto, al amanecer (se refería al día que respondía) hubo una de 4,7… La notamos bien duro y ahora mientras escribo estas notas he sentido los temblores leves dos veces.

-- ¿Qué es lo más significativo en estos días?

-- Precisamente es cómo ha ido cambiando el tipo de paciente, acorde a una morbilidad con predomino de enfermedades infectocontagiosas, al mismo tiempo que muchos integrantes de organismos internacionales llegados para cooperar, ya comienzan a retirarse por considerar que la emergencia ha terminado.

-- ¿Y qué hay con los cubanos?

-- Nosotros seguimos y seguiremos aquí hasta que sea necesario, ya de hecho nuestro país está contribuyendo al diseño de lo que debe ser el sistema de Salud haitiano en lo adelante, por ahí andamos.

-- ¿Cómo calificaría el comportamiento de la Brigada Médica Cubana?

-- Como de costumbre, trabaja con mucha disciplina y entrega, sin horario, con breves descansos reglamentarios y el tiempo necesario para la alimentación, con un altísimo nivel de consagración y solidaridad sin límites, eso nos diferencia entre otros que prestan su ayuda aquí. Sin chovinismo alguno, somos un ejemplo muy difícil de imitar… ¡Oiga, cuando arrancamos no hay quien nos siga! Nuestro colectivo ha expresado la gran voluntad de servir en cualquier parte que necesite este pueblo, de hecho a muchos de nuestros compañeros ya les han asignado nuevas tareas en otros departamentos del país.

“No lo dude, nuestro colectivo es de avanzada, lo integran profesionales de todo el país, de nuestro Camagüey me acompañan cuatro más que están trabajando muy bien y son excelentes compañeros”.

-- ¿Han contado con la presencia de los militares estadounidenses?

-- No, pese a estar ubicados al lado de una base Militar, por supuesto, no ha faltado la oferta de protección, mas la rechazamos por considerarlo innecesario. Hemos sido capaces de organizar la atención y educar a la población  para que reciban de forma organizada la atención que procuran en nuestro centro, además, como le comenté este pueblo nos respeta y nos quiere, ellos mismos nos protegen y cuidan, no nos hacen falta militares.

“En Puerto Príncipe, sobre todo en los primeros días, frente a los hospitales como debe haber visto por nuestros medios de comunicación y los internacionales, sí se apreciaba la presencia de militares armados, cuya conducta era muy hostil para controlar al personal que acudía desesperado a recibir atención o a aquellos que deseaban acompañar a sus seres queridos hospitalizados, esto lo hacían bajo el supuesto de “brindar seguridad”.

-- ¿Qué ha significado para usted tamaña experiencia?

-- Sin dudas una vivencia irrepetible, jamás podré olvidar tantas escenas de dolor, tanto sufrimiento. Veo, además, un futuro ensombrecido para esta tierra, pues se necesitará de mucho tiempo y recursos para la reconstrucción de Haití, entorpecida por la presencia militar estadounidense que poco hace por las verdaderas necesidades de este pueblo, sumado a lo precario de la infraestructura socioeconómica arrastrado por tantos y tantos años.

“Igual me ha dado la oportunidad de comparar, una vez más, cuánto tenemos en Cuba aun cuando es un país bloqueado por los Estados Unidos y cuánto debemos cuidar nuestro sistema social.

“Es esta una huella imborrable por acompañar a un pueblo víctima de semejante desgracia y que quedará por siempre en nuestro corazón y es lo que me inspira y me compromete en tan noble empeño, unido al aliento que me brinda mi querida familia cada día, que aguarda pacientemente  por mi regreso”.

-- Dentro de tanto trabajo y preocupación por el prójimo, ¿tiene cabida algún orgullo?

-- Siento la honda satisfacción de cumplir con el sagrado deber internacionalista que enfrento por tercera ocasión (antes en Angola y Guyana) y por contribuir a devolver la sonrisa a este noble pueblo con su endeble sistema de Salud, apoyado por la colaboración cubana, para enfrentar un cuadro de morbilidad matizado por el predominio de las enfermedades transmisibles, que recibe además ayuda de organismos internacionales que no logran la cobertura asistencial necesaria dada la alta incidencia de estas enfermedades.

-- De las tres misiones ¿cuál ha sido la más impactante?

-- Ésta, para qué le cuento.

El doctor Balseiro dejó dos hijos en Cuba: Jorge de 19 años, que estudia Medicina, y Carlos que termina el 9º grado, también a su esposa Idanis y un poco más lejos a Grétel, su hija Estomatóloga, próxima a terminar su misión internacionalista en Guyana.

Por medio de nuestra publicación quiso hacer llegar un saludo a sus colegas del Hospital Psiquiátrico, que junto al colectivo de trabajadores seguro comprenden con creces su justificada ausencia por la tarea que hoy cumple.

“¡Saludos a mi Camagüey!”

Autora: Olga Lilia Vilató de Varona

Foto: Cortesía del entrevistado

Corrección: Oriel Trujillo Prieto

Doctor Sergio Daniel: Médico de tres naciones

Doctor Sergio Daniel: Médico de tres naciones

El destino le jugó otra mala jugada al pueblo haitiano. Esta fue el terremoto del 12 de enero último, el que colmó la copa ya repleta de dictadores y gobernantes corruptos, pues una buena parte de la devastación se comprende mejor si echamos un vistazo atrás y vemos la larga y perversa secuencia de acontecimientos históricos causados por el hombre.

Como una muestra verdadera de que ese país hermano merece y además, necesita, de soluciones reparadoras del colosal estrago acumulado durante siglos de explotación brutal, Cuba y Haití firmaron un acuerdo de cooperación médica en 1998. Es por eso que a la hora del sismo 408 médicos y paramédicos ofrecían sus servicios allí y registraban 14 millones de consultas, 200 mil cirugías, 100 mil partos y 45 mil operaciones oftalmológicas.

La historia reciente recoge una de las páginas más solidarias vividas y Cuba, con el ideario del Comandante en Jefe Fidel Castro, es su protagonista. Formar médicos de naciones latinoamericanas, provenientes de familias que no pueden enfrentar el pago de estos estudios en sus propios países parecía un sueño, hoy convertido en realidad.

El doctor Sergio Daniel Causa, argentino de nacimiento y con 30 años de edad, forma parte de esa realidad que cumple con los preceptos de la formación médica cubana. Él conforma un grupo de doce graduados de la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM) en Camagüey, que ofrecen sus servicios en Haití. Su esposa, una camagüeyana también doctora, accedió a esta entrevista. Ella es Anbisbel Fernández Manso y el día de nuestra visita su pequeño Daniel David, el segundo de sus hijos cumplía 30 días de nacido. Vio la luz el 8 de febrero, días antes de que su padre marchara desde La Habana hacia el país caribeño, por lo tanto no lo conoce aún.

-- ¿En qué condiciones del embarazo estaba cuando Sergio Daniel dispuso marchar hacia ese país?

-- Me encontraba a punto de parir. Figúrese, él llegó, con esos ideales que tiene y me dijo: “Me voy para Haití, quiero cumplir el propósito por el cual fue creada la ELAM”, y que sabemos era el de formarse como médico en Cuba y ayudar al pueblo más necesitado.

“Imagínese, por un lado me puse contenta y de hecho hasta sentí envidia. Ojalá hubiéramos podido ir juntos y ayudar los dos a todas aquellas personas en esa situación tan precaria.

“Pero, a la vez me puse triste, no se lo puedo negar. En el estado en que estaba, lo he extrañado mucho, pues llevamos seis años prácticamente pegados por el cordón umbilical, aunque yo estoy ubicada en el municipio de Najasa y él aquí, en el policlínico de Previsora, consulta en en sitio conocido como Río Verde. Él ha sido mi todo, hemos estado juntos siempre y después que parí sin estar él a mi lado, entonces enfrentarme a la vida con dos niños y hacerle entender a Camilo el porqué su papá no estaba con nosotros, no resultó fácil, él es muy despierto y pregunta mucho”.

-- ¿Camilo es el mayor?

-- Sí, se llama Camilo Ernesto, tiene tres años y fíjese en el nombre. Quisimos que llevara en él la presencia de dos héroes importantes, uno de aquí y otro de su país, y creo lo cumplimos de una buena manera, quiénes mejores que Camilo y el Che, que de paso este último es también nuestro. En una de las pocas ocasiones que hablamos por teléfono éste le decía al padre: “Mira a mi hermanito qué lindo está”, figúrese, él lloraba del otro lado.

-- ¿Cómo cree se siente su esposo en estos momentos?

-- Realizado. Él tiene unos ideales inmensos, ama tremendamente a este sistema social y si pudiera lo llevara a su país. Después de su especialidad en Medicina General Integral (MGI) tiene previsto estudiar una segunda aquí, la de Medicina Interna.

Con gentileza la doctora Anisbel nos facilitó el e-mail de su esposo que se encuentra en Puerto Príncipe, Haití y así contactamos con él en unos días, pues las comunicaciones no están fáciles. Al respondernos nos agradeció doblemente por contactar con ella, porque cree le hace bien y que se sienta orgullosa y a él lo fortalece.

“En este momento soy haitiano, aseguró, aunque reconozco que he tomado agua de tinajón”.

-- ¿Por qué vino a estudiar a Cuba?

-- Por dos razones: primero comparto el punto de vista de la medicina cubana, muy diferente al de mi país, y después por serme muy difícil estudiar en Argentina.

-- ¿Cómo fue recibido en Cuba?

-- Jamás me sentí extranjero en Cuba, siempre me han tratado de maravilla, en general no puedo quejarme y esto lo prueba que estoy terminando la especialidad que más me gusta, la de MGI y pienso hacer Medicina Interna.

-- ¿Desde cuándo y por qué se encuentra en Haití?

-- Llegué aquí el 12 de febrero, la ELAM fue creada para eso, para servir a los más necesitados y no podía soportar el ver tanto desastre por la televisión y no hacer nada por remediarlo y más que nada porque no podía decirle al mayor de mis hijos, que se llama Camilo Ernesto el significado de sus nombres cuando me lo pregunte sin que yo, su padre, los haya honrado primero. Quiero que mis hijos sean como el Che y lucho por ser ejemplo para ellos.

“Cuba me ha formado como médico y como hombre. Antes de saber que podía venir, al menos doné sangre para los haitianos”.

-- ¿Cuáles han sido las experiencias vividas en Haití?

-- Ha sido muy difícil. Para que tenga una idea, hay quienes vienen a pedir medicamentos para el hambre. Aquí no hay una cultura sanitaria. Las familias viven en crisis y sólo piensan en cómo pasar la noche, sobreviven, claro que me refiero al grueso de los atendidos por mí. Realmente es difícil lidiar con esto.

“Por supuesto, ha sido dura la separación de mi familia y más para Anisbel, que anhelaba que la acompañara en el parto; sin embargo, decidí venir porque la conozco, es bien mujer, gran médico y con mi misma convicción. Estoy seguro de que si ella pudiera estaría aquí. Los primero días sin saber de mi familia fue terrible, pero de pronto la comunicación mejoró y escucharla a ella y a Camilo Ernesto me levantaron, más aún por la fuerza que me dan sus palabras de aliento.

“Estaba en La Habana cuando me enteré que mi esposa estaba pariendo y sólo lloré, me sentía alegre y triste a la vez, en ese momento pensé hasta en los haitianos y hoy deseo para los niños de este empobrecido país que cuenten con una familia y algo esencial para el país: con la Educación, sin ésta no hay nada.

COMO COLOFÓN

Obtuvimos la foto del doctor Sergio Daniel por cortesía de Francisco López Domínguez, director del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP) de Camagüey, al recibirla por medio de Irene Perpiñal, directora del Museo del CHE, quien dijo en su mensaje:

Queridos amigos: A continuación podrán ver unas fotos de HAITI, y  nada más ni nada menos que a un joven médico argentino, Sergio Causa, recibido en Cuba gracias a una de las millones becas que fueron dadas por este país desde el año 2001, él, Queco para los amigos, a punto de ser papá en la provincia de Camaguey, Cuba, aceptó la convocatoria de viajar a Haití junto a otros jóvenes médicos … y sin esperar ver nacer su hijito, no dudó en dar todo de sí para ese pueblo tan sufrido y asediado. 
Nos cabe el orgullo, a Chau Bloqueo y Museo del CHé el haber sido puente para que este joven fuera beneficiado por la beca totalmente gratuita de 6 años, él como tantos miles de jóvenes de todo el mundo, recibidos en Cuba, orientados hacia la atención de salud como escenario fundamental de su actuación profesional preparados con una elevada formación científica, humanística, ética y solidaria, allí donde más se necesite. Hoy Haití, Chile, ayer Afganistán, Perú, África, Argentina etc.
Gracias Cuba, país del amor y la paz.
Irene Perpiñal, Argentina

Autora: Olga Lilia Vilató de Varona

Fotos: Otilio Rivero y cortesía del ICAP en Camagüey

Corrección: Oriel Trujillo Prieto

Una camagüeyana en Haití

Una camagüeyana en Haití

Qué ironías tiene la vida. El lugar donde la historia registra la primera revolución independentista de América: Haití, es catalogado desde hace mucho como el país más empobrecido del hemisferio occidental, situación completada ahora por el desastre natural sufrido el 12 de enero pasado, un terremoto que ha puesto a prueba a la humanidad internacional la que a tenor de la reconstrucción de esa nación podría responder o no al sagrado significado de la esperanza.

Conocimos pormenores de lo vivido allí, vía Internet, gracias a la gentileza de la licenciada en Enfermería Ismedy Martínez Sánchez de 43 años, al responder nuestro cuestionario, quien laboraba en la Sede Universitaria de Ciencias Médicas del municipio de Vertientes como Metodóloga de Investigación. Ella arribó a Haití hace alrededor de cuatro meses y radica en una comuna de difícil acceso, ubicada al noroeste con costa, llamada Baie de Henne, atendida por la brigada médica cubana radicada en Gonaives por su cercanía.

Ambos entrevistados coinciden con la extrema pobreza encontrada en ese país, bajos niveles adquisitivos, poca producción agrícola y carencia de empleos remunerados, incluso, la Sante como le llaman allí al Sistema de Salud, no garantiza el salario de sus trabajadores.

“Antes del terremoto --nos dice Ismedy— el 80 por ciento de sus habitantes vivía ya en exagerada penuria, indicador que ahora se desconoce. Sólo tres enfermedades eran enfrentadas mediante vacunas; no obstante, la labor de la brigada médica cubana estaba dirigida (desde antes del sismo) a las comunas, por medio de un Equipo Básico de Trabajo, además del funcionamiento de cinco Centros Diagnósticos Integrales (CDI), con la participación de cubanos y haitianos.

“Aquí confluyen una economía cada vez más colapsada y la ampliación de la atención médica. Son varios los hospitales de campaña en los contornos de la capital, y comienzan a arribar a los CDI personas en precarias condiciones procedentes de Puerto Príncipe. Seguido al terremoto hubo que tomar decisiones drásticas como la de amputar ambos miembros inferiores a personas, incluso jóvenes. Lo importante era salvar sus vidas.

“En Gonaives no hubo un solo fallecido por estas causas y fueron atendidos cerca de mil pacientes llegados desde allá, pese a encontrarnos a tres horas y media de la urbe. Aquí trabajamos ininterrumpidamente. Los cirujanos, ortopédicos, anestesiólogos y el resto del equipo quirúrgico, con las enfermeras incluidas, nunca abandonaron el CDI, fundamentalmente durante las primeras 72 horas luego del sismo.

“Aquí se donó sangre cubana para los haitianos, no hubo un paciente sin nuestra atención. Por el hacinamiento tuvimos hasta que colocar a los necesitados en un colchón en el piso. Confieso que vivimos escenas desagradables, pues pasados unos quince días arribaron galenos canadienses, norteamericanos y de los Médicos Sin Fronteras. Acabados de llegar filmaban y se tiraban fotos junto con los pacientes sin chequearlos siquiera y cabe destacar que muchos de los nacionales se negaron al espectáculo.

“Mientras, los cubanos continuamos con nuestro empeño de salvar vidas y aliviar el dolor ajeno. Vecinos contaban a su regreso de Puerto Príncipe, cómo fueron golpeados por el ejército americano y otros enjuiciaban el abasto y distribución de los alimentos”.

Ismedy tiene mucho que contar a sus dos hijos para que sean fieles veladores de nuestro sistema social. Uno de 18 años, ahora en el Servicio Militar, y futuro estudiante de Medicina; el otro de cinco años, aún en el círculo infantil, ambos bajo el cuidado de la abuela materna y otros miembros de la familia.

Autora: Olga Lilia Vilató de Varona

Foto: Cortesía de la entrevistada

Corrección: Oriel Trujillo Prieto