Con el aborto como anticoncepción, mucho se pierde y nada se gana
La interrupción de un embarazo, quiérase o no hacérselo, debe ser lacerante para cualquier mujer. Lo peor de estos casos, en el aborto, como le decimos, es que está siendo utilizado como método anticonceptivo en demasiadas ocasiones. Craso error si meditamos acerca de cuan doloroso y no me refiero al dolor en sí mismo, sino a lo que puede resultar después por los desenlaces que muchas veces son inevitables.
Esas secuelas, desde la infertilidad y hasta la muerte por infecciones u otros riesgos, aparecen a cualquiera y sería muy duro aspirar a la maternidad al pasar de los años y no lograrlo nunca por una actitud irresponsable a edades tempranas de la vida.
En el año 2007 los especialistas hablaban de tasas de aborto de 27,1, por cada mil mujeres entre los 12 y 49 años (edad fértil), entre otras; mientras en el 2008 se mantenía más o menos igual, ahora, en cuanto a ese acto quirúrgico a ciegas en muchachas menores de 20 años la situación empeora.
El pasado año esa tasa en las adolescentes era de 46,6, o sea, mil 987 las chicas entre esas edades fueron al salón en busca de no tener el bebé no deseado. Todo esto sin contabilizar los ocurridos de forma espontánea, ni las regulaciones menstruales.
Por ese camino seguimos en lo que va del 2009. De las 5 505 interrupciones de embarazos realizados hasta el cierre de septiembre, el 29 por ciento, fue a jóvenes que no llegan a los 20 años. Quiere esto decir que las acciones trazadas por las direcciones provinciales de Salud y de Educación, las organizaciones políticas y de masa, y no olvidemos esto, de la familia, no lograron su objetivo supremo: evitar el embarazo en esa etapa de la vida a que todo niño quiere arribar.
Me refiero a la familia de manera especial porque es allí, en su seno, donde a los jóvenes no debe faltarles el consejo oportuno, y hasta el regaño consecuente. Los mayores no podemos imponer nuestros criterios a pie de puntilla, pero sí hacer razonar hasta que ellos escogen lo que más les convenga con todos los riesgos implícitos.
Los jóvenes no deben guardarse las dudas, resulta trascendental la comunicación con sus padres y familiares más cercanos. Hay que ofrecerles confianza para que ésta sea amplia y esclarecedora y ellos, a su vez, abrirse lo suficiente para recibir el apoyo debido.
Esos años, añorados por quienes ya los pasamos, pueden ser mucho más fructíferos desde el punto de vista bio-psico-social, si no queman etapas y disfrutan a plenitud sin la preocupación de quedar en estado de gestación la muchacha, o de verse ante la encrucijada de darle el frente o la espalda a su pareja, por parte del muchacho, algo horrible que ocurre demasiadas veces.
Tanto la chica como el chico tienen responsabilidad ante tal situación. Toda la carga no puede llevarla la joven en sus hombros por el solo hecho de ser mujer y algo muy especial, decidir cuándo serán fructíferas las relaciones sexuales y siempre amparadas por el amor, no por un encuentro fortuito que puede generar tanta ansiedad, primero por esa posibilidad de la paternidad y maternidad sin estar preparados, de enfrentar un aborto, o de adquirir una infección de transmisión sexual por no protegerse con el uso del condón.
Autora: Olga Lilia Vilató de Varona
2 comentarios
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opción del aborto en aquellas mujeres que decidan practicarlo. De hecho me
parece que al hacerlo legal se evitan serias complicaciones porque siempre
habrá quien lo realice por detrás del telón y eso sí que entrañaría peligros
incalculables. Aun así me inclino hacia evitar el embarazo mediante métodos
inocuos, porque la interrupción del embarazo NUNCA debe utilizarse como
método anticonceptivo.
Cuando yo no salía embarazada y me atendía en el Hospital Materno en la
consulta especializada para conseguirlo, delante de mí pasaban las
muchachas, casi siempre muy jóvenes, que bajaban de la Sala de Abortos. Eso
me partía el alma y siempre pensaba que la Naturaleza repartía mal ciertos
dones.
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Carlos -