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En Andorra, inmenso calor humano

En Andorra, inmenso calor humano

Hasta Andorra, ese pequeño principado independiente situado entre Francia y España en las montañas de Los Pirineos, conocido por sus instalaciones turísticas, su estado de paraíso fiscal encaminado al comercio sin pago de impuestos, y su capital Andorra Vieja, llegó la COVID-19 a quitar el sueño a sus poco más de 77 540 habitantes.

A 7 553 kilómetros de Cuba, allí predomina el grupo etario más vulnerable ante el SARS-CoV-2, pues registra más personas que superan los 64 años de edad que menores de 15.

Quiso ese país, como otros 23, que profesionales cubanos de la Salud apoyaran sus labores sanitarias con una de las 26 brigadas del contingente Henry Reeve diseminadas por el mundo con este propósito. Hacia allá salió una integrada por 39 médicos y personal de enfermería, capacitados para enfrentar situaciones de desastre.

Desde esa nación lejana y desconocida, la Licenciada en Enfermería Leidisbet López Cantero, quien con 16 años de experiencia trabaja en el hospital universitario Manuel Ascunce Domenech, de Camagüey, me respondió vía Internet con prontitud y con una aureola de esperanza y optimismo muy necesarios para estos tiempos.

Fuimos esperados aquí con gran expectativa. Este pueblo, a pesar de ser tan frío, nos ha acogido con un calor inmenso, y lo percibimos hasta en las calles. Al paso de algunos miembros de la brigada, agradecen nuestra presencia con gestos muy lindos”, inició el diálogo.

Hemos vivido un intercambio de experiencia profesional muy especial con los integrantes del Servicio Andorrano de Asistencia Sanitaria (SAAS) que a ellos y a nosotros nos ha servido de mucho”.

Acerca de los aportes en ese país, consideró: “Ha sido valioso. Me voy a referir a la enfermería, aunque con los médicos ocurre lo mismo. Cuando llegamos había alrededor de 15 a 17 ingresados en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital Nostra Senyora de Meritxell, donde ofrezco mis servicios, por lo general ventilados, y hoy tenemos solo tres. Fuimos 15 los enfermeros incorporados a ofrecer nuestros conocimientos y, sin lugar a dudas, esto favorece a la recuperación de los enfermos”.

Indagamos por alguna anécdota que la hubiera marcado y no titubeó: “No olvido a un paciente en la UCI, que cuando iba a ser trasladado a una Sala de Medicina me llamó a su cuarto aislado y me dijo: ‘Te prefiero a todas las enfermeras, sé que no eres de mi país, que eres cubana, pero me has tratado con el amor que jamás había recibido’. Ese significa el mayor regocijo que sentimos con sano orgullo”.

Más de 30 años ha vivido Leidisbet en Camagüey; sin embargo, no olvida sus raíces en Morón, Ciego de Ávila. “Allí tengo una parte importante de mi familia numerosa, mis tíos y primos, y descansan los restos de mis amados abuelos y de mi padre. En Camagüey vivo con mi madre, Vilma Cantero, quien es mi árbol, mi roble; con mi otro padre, Ismael Borges, que me acogió como a su propia hija; mis hijos, mis tesoros, Richard Ovando, de 16 años, y Randy Michel, de 11, y mi esposo Yoan Martínez.

Gracias a ellos puedo estar aquí. Me apoyan y me animan a que continúe cumpliendo con el deber. Nunca dicen algo que me preocupe, solo me incitan a dar lo mejor de mí”.

Aunque a muchos nos premia con su ejemplo, valentía y deseo infinito de ayudar al prójimo sea quien sea y esté donde esté, ella quiso agregar otros agradecimientos: “A mis vecinos por su apoyo, a mis compañeros de trabajo, otra parte de la familia, pendientes a todo lo que sucede en casa, a todos muchas gracias y besos. Por favor, quédense en los hogares para acabar con la COVID-19 o al menos tratar de superar la etapa tan difícil por la que ahora pasamos.

“Envío un beso inmenso para cada cubano. Estén tranquilos, porque la Brigada Médica de Andorra regresará pronto a la Patria, todos sanos y con la satisfacción del deber cumplido”.

Quizá Leidisbet y el resto de la brigada tengan la posibilidad de conocer algo más de ese lugar. Quizá no olviden el barrio antiguo, Barri Antic, que acoge a la Iglesia románica de Santa Coloma, la cual llama la atención por su campanario circular. Mas, indudablemente, jamás borrarán de sus corazones el recibimiento con aplausos y toques de cláxones de los taxistas del aeropuerto de Madrid, ni cada muestra de afecto de los andorranos, como ese Himno de Bayamo con que los han sorprendido a su paso por una que otra calle.

Por: Olga Lilia Vilató de Varona (Cuqui)

Fotos: Cortesía de la entrevistada

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