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"Solo cumplo con mi naturaleza de servir"

"Solo cumplo con mi naturaleza de servir"

La Brigada dispuesta a ofrecer sus servicios en la Tierra del Fuego.

Desde su estancia en La Habana antes de salir hacia Azerbaiyán, mantuve contacto, vía Internet, con el Dr. Rigoberto Betancourt Nápoles, especialista de 2do. grado en Neurología, especialista de 1er. grado en Medicina General Integral (MGI), Máster en Neurociencias del hospital universitario Manuel Ascunce Domenech y Profesor Asistente de la Universidad de Ciencias Médicas Carlos J. Finlay, de esta ciudad.

Él forma parte de la Brigada Henry Reeve, que enfrenta la COVID-19 en ese país rodeado por el mar Caspio y las montañas del Cáucaso que recorren Asia y Europa. El grupo de 115 profesionales de la Salud incluye a médicos, licenciados e ingenieros de todas las provincia cubanas. De Camagüey son dos médicos y cuatro licenciados en enfermería.

¿Cómo sintió la acogida a la brigada?

Yo diría que excelente. Los medios han publicado videos sobre nuestra llegada en varias ocasiones, desde que aterrizó el avión hasta el desempeño en los puestos de trabajo y han realizado varias entrevistas que resaltan la labor de los cubanos. Contamos con magníficas condiciones de vida para nuestro descanso.


El Dr. Rigoberto Betancourt antes de entrar a zona roja   

¿Cómo transita el ciclo de trabajo para garantizar las normas de bioseguridad?

Contamos con el material de bioseguridad para nuestra labor y cumplimos todas las medidas. Epidemiólogos, infestólogos y virólogos forman parte de la brigada, son profesionales con vasta experiencia y calificación en la lucha contra enfermedades infectocontagiosas, y han diseñado normas, flujos y protocolos para conservar la seguridad de cada uno de nosotros.

¿Alguna anécdota que lo haya marcado en este tiempo?

Cada paciente es un nuevo desafío, pero en nuestra profesión siempre marca el primer paciente y como uso lentes, lo que más temía ocurrió. Se me empañaron totalmente los espejuelos al punto que no podía ver nada y atendía a una grave que requería de mucha concentración. Al sufrir una cierta desesperación, sentí en mi hombro la mano de uno de mis compañeros que me dijo: “Tranquilo, profe, eso nos ha pasado a todos, busque con los ojos un lugarcito por donde pueda ver”. Encontré esa claridad y la serenidad volvió a mí.

¿Ha sentido agradecimiento de parte de esa población?

Para nosotros el mayor agradecimiento en este país es entender en su idioma azerí cuando te preguntan: ¿sən Kubansan? (¿tú eres cubano?). Y cuando dices que sí, te levantan la mano con el puño cerrado repitiéndote: Fidel Castro. Y precisamente el 13 de agosto cumplimos un mes aquí, fecha que coincide con el cumpleaños 94 del Líder Histórico de la Revolución cubana.

¿Cómo valora el aporte de la brigada y la empatía con los profesionales nacionales?

Trabajamos ante la contingencia con mucha consagración, serenidad y dedicación, es algo que nos caracteriza. Nos hemos insertado profesionalmente en el funcionamiento de todo el hospital número 1, el más grande, de Bakú, la capital, con 10 pabellones, seis de estos dedicados a salas de hospitalización, solo para COVID-19, un laboratorio central y otros para asuntos administrativos. En total, son 38 los departamentos.

Compartimos con colegas de diversas especialidades, inmersos en la atención de pacientes con la COVID-19. Intercambiamos con modestia, sugerimos conductas y tratamientos, según nuestras experiencias, las que son muy bien acogidas. Pesa el respeto ganado por nuestro sistema de Salud. Constituye un reto diario enfrentarnos a pacientes positivos, al igual que traspasar las barreras idiomáticas, que alternan entre el azerí, el ruso y el inglés, pero se convierten en una sola lengua cuando se trata de luchar contra este virus y por la vida de las personas”.

¿Tenía misiones internacionalistas anteriores?

Sí, en Venezuela 2009, Ecuador 2018 y Bolivia 2019.

Con lo vivido en Bolivia, ¿cómo se explica vuelva a salir de misión?

Solo cumplo con mi naturaleza de servir ya que tengo la posibilidad de ayudar a los demás mediante lo que me gusta hacer, y por lo que he estudiado muchos años de mi vida. Se me dio la oportunidad de pertenecer a esta brigada como especialista en Neurología, y eso no se piensa dos veces, mucho menos cuando se trata de ayudar a una parte del mundo en el momento que más se necesita.

¿Cuánto lo apoya su familia en este empeño?

En Cuba tengo hermanos, mi hijo y mi esposa, todos muy pendientes de mí. Nos comunicamos casi a diario, en especial con mi esposa Aidita, mi otra mitad, con quien comparto la vida de mi hogar, me conoce como nadie, y tomamos decisiones en conjunto; ella todos los días me da ánimos, tranquilidad, consejos y asume la soledad por mi ausencia.

Algún mensaje a familia, a sus compañeros de trabajo y amigos…

Para mi hijo Carlos Alejandro, que estoy muy orgulloso de que sea un hombre de bien. Y para mi bella esposa, gracias por todo, Para ambos un beso y un abrazo enorme.A mis amigos, mi otra familia elegida, que incluye mis compañeros de trabajo, a todos los quiero mucho. Es muy lindo recibir mensajes de los que me tienen en sus pensamientos, aunque muchas veces no pueda responder por la gran diferencia de ocho horas. Les agradezco mucho y nos veremos pronto.


 En La Habana, antes de partir a Azerbaiyán.

Al Profesor Rigoberto le será imposible olvidar la Tierra del Fuego, donde hay grandes reservas de petróleo y gas natural; con su capital famosa por la Ciudad Interior medieval amurallada, dentro de la cual se encuentra el Palacio de los Shirvanshah, un sitio de retiro real del siglo XV, y la Torre de la Virgen, hecha de piedra hace siglos y que domina el paisaje.

Tampoco borrará de su memoria estos momentos difíciles a sus 25 años de experiencia como médico, ni la gratitud de personas con las que quizá nunca vuelva a encontrarse, pero que igual tendrán en sus memorias a los kubalılar (cubanos), quienes sin mirar atrás dejaron lo suyo para convertirse en parte de ese pueblo.

A la extrema izquierda, en plena atención a un enfermo.

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