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El Alzheimer: una realidad inevitable

El Alzheimer: una realidad inevitable
A propósito del envejecimiento poblacional, cuestión que satisface y preocupa a la vez, concebimos esta entrevista con el doctor Jorge Balseiro Estévez, especialista en Psiquiatría, con disímiles puntos de vista acerca de las demencias y una de sus variedades: la enfermedad de Alzheimer, que afecta a los adultos mayores.

¿En qué consiste la demencia?

“Es un término aplicado a diversos trastornos cerebrales de tipo neurodegenerativo que puede considerarse como el declinar de funciones superiores, en lo fundamental la memoria. Hay, además, un deterioro del pensamiento abstracto y de la capacidad de razonamiento, sumado a cambios importantes de la personalidad y la conducta, que conllevan a la disfunción social”.

¿Cuál es su comportamiento epidemiológico?

“Afecta a cerca del cinco por ciento de las personas de 65 años, y aumenta conforme lo hace la edad hasta cifras de aproximadamente el 30 por ciento a los 85 años.

“Aparece, por lo general, alrededor de los 65 años, después de los cuales la probabilidad se incrementa a una de cada veinte personas, aunque puede observarse antes, pues una de cada mil personas corre el peligro de desarrollar un desequilibrio”.

¿Entonces... el Alzheimer constituye la variante más frecuente?

“Sí, y representa entre el 60 y el 70 por ciento del total de los casos. Por muchos años no era diagnosticado de forma adecuada.

“Hoy sabemos que consiste en un padecimiento neurodegenerativo de naturaleza compleja y etiología multifactorial, consecuencia de la interacción entre polimorfismos genéticos predisponentes y diversos factores exógenos ambientales; además, se han demostrado modificaciones estructurales, bioquímicas, disminución del flujo sanguíneo y deterioro de circuitos mediados por neurotransmisores en el cerebro”.

¿Cómo se presenta la enfermedad?

“La sintomatología es múltiple y afecta de diferentes formas, pero los síntomas suelen dividirse en cognitivos y conductuales.

“Los cognitivos aparecen de manera temprana, aunque no siempre de forma evidente, son los principales causantes de la incapacidad funcional, lo cual trae aparejado el deterioro de las habilidades en las actividades de la vida diaria.

“El problema más llamativo, la memoria, suele ser el más precoz, y disminuye tanto la retentiva para los hechos recientes, como para aquellos sucedidos remotamente; la cercana, junto a la dificultad de aprendizaje de nuevas informaciones, es la que se deteriora con mayor prontitud.

“Son presentadas interferencias del lenguaje oral y escrito en diferentes signos de gravedad, en dependencia de la evolución, y se menoscaba tanto la comprensión como la capacidad de expresión, y ésta va empobreciéndose —según avanza la enfermedad— con repeticiones involuntarias, hasta llegar al estadio final: el mutismo.

“Se revelan también dificultades para realizar movimientos de forma fina y coordinada, como en el manejo de objetos corrientes, de la vestimenta, de la escritura o del dibujo, y para reconocer la información llegada a través de los Órganos de los sentidos, manifiesta al tratar de identificar objetos o personas conocidas, al confundir su derecha y su izquierda, las partes de su cuerpo y su ubicación. Luego aparece, en algunos casos, la falta de coordinación deglutoria y finalmente una acinesia (inmovilidad) casi completa.

“Otros síntomas cognitivos son la desorientación temporal, el déficit de atención, las dificultades con el cálculo y las alteraciones de capacidades ejecutivas debido a la imposibilidad de ordenar la secuencia de los actos que llevan a la ejecución material de un pensamiento. Entonces, los pacientes efectúan parte de las tareas de forma repetitiva”.

¿Refiérase a los síntomas psiquiátricos y del comportamiento?

“Son muy importantes debido a que determinan la calidad de vida del paciente, y de sus familiares y cuidadores.

Entre los más frecuentes están los delirios presentados en un 20-70 por ciento de los enfermos, y que consisten en ideas erróneas o creencias falsas acerca de un objeto o fenómeno, así como las alucinaciones, que son falsas percepciones, el individuo ve objetos, personas o situaciones irreales, escucha voces, siente sensaciones extrañas... y, generalmente, manifiesta determinada conducta y provoca mucha angustia.

“Por otra parte, presenta síntomas afectivos, cambios de personalidad, vagabundeo, incontinencia de esfínteres, trastornos de la actividad, del sueño, del comportamiento y sexuales, y son proclives al suicidio”.

¿Hay medios específicos para el diagnóstico?

“El diagnóstico es eminentemente clínico, con un valor añadido a aquellos criterios de clasificación de origen neurológico, realizados por un comité internacional para la estandarización del dictamen y la investigación de la enfermedad de Alzheimer.

“El proceso diagnóstico debe basarse en la historia clínica que incluye la exploración neurosicológica, y corroborarse con pruebas complementarias de gran valor como la Tomografía Axial Computadorizada (TAC), la Resonancia Magnética Nuclear (RMN) y otras de neuroimagen, unidas a los test psicométricos. El diagnóstico definitivo confirmatorio es anatomopatológico”.

¿Suelen observarse similitudes en otros síntomas?

“Sí, entre los más frecuentes encontramos la depresión. Ésta brota, en ocasiones, de manera independiente o relacionada con la demencia.

“Además, tenemos el trastorno selectivo de memoria de los abuelos, donde observamos un rendimiento alterado y no siempre relacionado con una locura. Posee dos variantes: una, los olvidos benignos de la edad, sin otras dificultades, y que no se agrava; la otra, aquellos trastornos de memoria asociados a los años en los que observamos una pérdida de memoria demostrada por test psicométricos

valorados en más de dos desviaciones standard de lo esperado en ancianos sanos de su misma edad”.

¿Cuál es el pronóstico en una persona con el Alzheimer?

“Vendrá determinado por ciertos factores como la edad de comienzo, la rapidez del deterioro, la afectación precoz del lenguaje, el comportamiento agresivo y otros, con un promedio de supervivencia de unos diez años aunque con un amplio margen hasta los veinte años de duración.

¿Y el tratamiento a seguir?

“Ante la duda, los familiares deben acudir al médico, éste se encargará·del procedimiento a seguir, con el mensaje claro de que los fármacos (neuroprotectores, antioxidantes, antinflamatorios, antiamiloideos, neurolépticos, benzodiazepinas, inhibidores de la acetilcolinesterasa), muchos de ellos muy alentadores, son hasta hoy un tratamiento paliativo, no curativo, porque el Alzheimer es una enfermedad crónica y progresiva, sin marcha atrás.

¿Según datos recogidos, en el año 2000 las personas mayores de 60 años en el mundo ascendían a 605 millones, para un diez por ciento, por lo cual el crecimiento de ese sector de la población es considerado un hecho trascendental, con repercusiones en la salud, en el seno familiar, en lo social y en la economía. ¿Cómo se manifiesta esto en Cuba?

“No escapamos de ese contexto. El incremento progresivo del número y de la proporción de personas mayores, es precisamente el fruto de la preocupación constante de nuestro Gobierno y su sistema integral de Salud, por el bienestar físico, psíquico y social de la población.

“En la provincia de Camagüey, por ejemplo, los mayores de 60 años agrupan a más de 117 mil, para un 14,88 por ciento de sus habitantes. Cuando terminó el 2005, la esperanza de vida para los hombres aquí era de 75,44 años y en el caso de las mujeres de 79,01. El envejecimiento de la población constituye una realidad que ya tocó a nuestras puertas”.

¿Qué impacto tiene el padecimiento sobre los cuidadores del enfermo?

“Los cambios en el comportamiento y la personalidad experimentados por los pacientes tienen una repercusión en los cuidadores —habitualmente los propios familiares— y se traduce en síntomas de gran tensión y estrés, que los inducen a manejos inadecuados y a llegar, a veces, a maltratos y conductas violentas con los pacientes, razón por la que éstos son ingresados a menudo en hogares de ancianos.

“Algunas investigaciones demuestran que mejorar el apoyo a los cuidadores (familiares o personal que los asiste en instituciones), su educación y asegurarles un tiempo suficiente para sí mismos, con la ayuda de otras personas, repercute positivamente sobre la salud mental tanto de los ancianos como de los cuidadores”.

Recomendaciones para un mejor manejo de los aquejados...

“Los cuidadores deben tener una adecuada información de las características de la enfermedad, su evolución y pronóstico, así como conocer que esos enfermos necesitan empatía y paciencia, ambientes agradables, comunicación mediante frases cortas, simples y con un tono cuidadoso, pero claro. Es necesario repetirles las informaciones importantes, si así lo requieren y ser receptivos ante cualquier intento de comunicación de su parte.

“La pérdida de coordinación física y de la memoria aumentan las posibilidades de lesionarse, por eso hay que garantizarles un domicilio lo más seguro posible.

Prestar especial atención a las caídas y quemaduras, y evitar otras formas de accidentes.

“Resulta vital ser comprensivo y tolerante, también evitar discusiones sin sentido y respetar los gustos y las costumbres del afectado. No conviene reñirle ni avergonzarlo ante los demás, ni hacer comentarios negativos. Los elogios son más útiles que las críticas.

¿Quisiera añadir algo más?

“Decir que lo verdaderamente importante radica en trabajar en la promoción de estilos de vida sanos, para vivir más y mejor, así como desarrollar acciones precoces en los casos con evidentes factores de riesgo de la enfermedad.

“Finalmente, mencionar una frase de un destacado profesor de Neurología argentino en relación con este tema: la humanidad está urgida de dar pasos para que la vejez, con un cerebro y mente sanos, sea auténticamente la etapa dorada de la vida”.

Texto y foto: Olga Lilia Vilató de Varona

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