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¿Alcohol? “…si es posible, nada”

¿Alcohol? “…si es posible, nada”

 “Cuando veo a mi señora mamá que sale de aquí del hospital a coger la guagua con sus 80 años, es duro, máxime que no es de Camagüey”. Así expresó mi entrevistado, un hombre que es profesional de prestigio; con todo y eso el alcohol lo hizo su dueño y lo esclavizó por muchos años. El consumirlo es lícito, empero dañino y le abre las puertas a las drogas duras.

No quise pasar por alto que el 26 de junio, establecido por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) como el Día Internacional de Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas, en 1987. Por eso propongo la experiencia de José Antonio —un nombre que se me ocurrió— porque lo importante es conocer su vida, hasta dónde llegó y hasta dónde pudo llegar si no decide rehabilitarse y no quién es verdaderamente. Varios especialistas en Psiquiatría del hospital René Vallejo, de esa especialidad en Camagüey, Cuba, donde está ingresado pusieron todo su empeño en pos de lograr esta entrevista, devenida conversación entre amigos.

“Tengo 53 años y cerca de los 20 años comencé a ingerir bebidas alcohólicas".

—¿Por qué?

—No logro una respuesta definida, eso sí, mi padre era alcohólico, había un patrón, incluso falleció a consecuencia de esa adicción; sin embargo, nunca me incitó a beber y nunca nos dimos unos tragos juntos.

—¿Rechazó alguna vez esa conducta de su papá?

—Su conducta y los efectos del alcohol sí, nunca a él. Llegué a repudiarlos, pero ya yo había caído en lo mismo, o sea, era tarde para mí. Comencé como bebedor social, los fines de semana, en algún cumpleaños, o días de cabaret con la novia y así fue aumentando la cantidad y la secuencia.

“Hice mi carrera y quedé entre los tres primeros expedientes de mi curso sin dejar de tomar, sobre todo los fines de semana. Me hice profesional y no tuve dificultades en esa época.

—¿Después las tuvo?

—Sí, bebí demasiado y llegué a tener problemas de control. No rendía igual y enfrenté problemas laborales…

—Lo interrumpí para hacerle la salvedad de que no quería reflejar aquí cuál había su problema laboral. Él lo agradeció. De todas maneras le hice una pregunta obligada ¿y su familia?

—Con la familia he tenido suerte. Mantengo un matrimonio de 14 años, aunque le aclaro que esposas anteriores a ella no soportaron ese peso. Mi madre ha sido incondicional conmigo, ella viene a verme. Mis hijos tampoco me han abandonado y tengo cuatro nietos. Tres hijos son de un matrimonio, dos varones y una hembra, y una más de otra pareja. Todos son profesionales.

“Por la parte familiar no tengo quejas; no obstante me di cuenta de que podía perderlos”.

—¿Ha pensado en estos días que esa familia tan reconocida por usted por no haberlo abandonado a su suerte sufre por causa de su comportamiento?

—Los he hecho sufrir tanto… —y se llenan de lágrimas sus ojos—. Como le dije, la familia no me abandonó y la he hecho sufrir y mucho.

“Nunca he tomado con mis hijos y gracias a Dios no beben”.

—¿Su mamá y su papá estuvieron juntos siempre?

—Hasta el final de los días de mi padre. Lo toleró y nunca más se casó.

—¿Hay alcohólicos que acuden a rehabilitarse cuando padecen una enfermedad orgánica?...

—No es mi caso. Yo vine por mi voluntad porque tuve ese problema en el trabajo, si no siguiera en lo mismo, no tuve crítica de mi enfermedad, es tan sutil que allí está el mal y uno no lo ve. Yo me refugié en el alcohol y fracasé

.—Algo así como que evadía la realidad…

—Cierto, craso error. Eso hacía. Mi esposa ha sido mi tabla de salvación.

—Discúlpeme, usted dice eso de su esposa y a la vez confiesa que de no tener el percance laboral no estaría rehabilitándose. Quiere decir que por ella no dejó de consumir…

—Tiene razón. Es que no ha dejado de luchar a mi lado.

—¿Y su comportamiento en el hogar ha sido normal, sin violencia?

—No ha habido violencia doméstica, esa es la realidad, no me dio por eso. Sí desatendí mis obligaciones como marido. Soy machista, mi mujer se encargaba de la casa y como a ella no le faltaba ni un granito de arroz creía que cumplía y llegó el momento que me daba lo mismo, no salía a buscar absolutamente nada. Reitero, me siento orgulloso de mi familia. Todas comprendían que estoy enfermo.

—¿Ahora en período de rehabilitación se ha puesto a meditar si pudo ser un mejor padre?

—Desde luego, les hizo falta un poco más de mi calor a esos muchachos, fueron criados por sus madres fundamentalmente, porque ellas han sabido serlo.

—¿Cómo acoge la familia este proceso de rehabilitación?

—Figúrese, con aplausos. Todos están muy esperanzados porque es la primera vez que me someto a esto en un hospital. Hubo una ocasión que lo hice solo, lo logré y recaí después.

—Su posición social era o es buena, ¿siente que decayó en algún sentido aun luego de cumplir tres misiones internacionalistas: en Nicaragua, Haití y Venezuela?

—Fue denigrando, sin discusión. Llegué a reunirme con personas que no teníamos más nada en común, solo el trago. En el trabajo no me lo demostraban, aun así pienso que mi prestigio no debía ser el mismo.

—¿Nunca se le acercó algún compañero para alertarlo del peligro que corría?

—Sí, pero creo me respetaban tanto que se limitaban a hacerlo.

—Sabemos que el alcohol es llamado la puerta de entrada para el consumo de otras drogas, como las llamadas duras. ¿Alguna vez se las propusieron?

—No, nunca llegué a eso.

—Al tomar ¿nunca perdió la memoria?

—Sí, tengo que confesarlo, aunque conscientemente no he consumido otras drogas. Tuve pérdidas de la memoria transitorias.

—¿Cómo es posible que con su nivel no pensara en el alcohol como una droga?

—Es cierto, no lo pensaba, es un absurdo.

—¿Cuántos ejemplos puede mencionar como nocivos debido a la ingestión de bebidas alcohólicas?

—Lo destruye todo en el ser humano. Desde el cerebro hasta la punta del dedo gordo. Es un veneno.

—¿Nunca sintió como que algo anduviera mal en su cerebro?

—¡Cómo no!, sentí menguar mis actitudes y aptitudes.

—¿Qué tiempo ha pasado en el hospital?

—Catorce días y me siento otra persona.

—¿Le ha costado mucho trabajo dejar de beber?

—Cuesta trabajo. Por eso lejos de menospreciar a un alcohólico lo considero un desdichado. El adicto es un esclavo de algo que hace daño, no tiene freno.

—¿Siente que el tratamiento ha sido eficaz?

—No hay un tratamiento medicamentoso que haga dejar de consumir alcohol de golpe y porrazo, es un paliativo que sí encamina a disminuir el deseo. La voluntad es lo vital.

—¿Piensa que algo debe cambiar en la sociedad en cuanto a la política del consumo de alcohol?

—No se debía permitir el beber en la calle. Me aparto de días festivos para emitir este criterio. No prohibir, lo prohibido lleva a la curiosidad.

“Lo otro es que veo a muchachos muy jóvenes que consumen alcohol y eso es grave”.

—¿Un mensaje?

—Decir no beban no sería lo correcto. Más bien digo que el alcohol destruye la vida: no deben beber, o sea, evitarlo.

—¿Han sido estos los días más fuertes, cuántos restan?

—Estaré 28 días más o menos. Lo peor viene después porque ahora estoy en una burbuja muy bien cuidado y muy bien protegido. Aquí me han tratado con mucho profesionalismo y dedicación. Salir y enfrentarme al día a día será el mayor reto y lo voy a vencer. Quiero estar feliz con mi familia, voy a ganar esta pelea.

—Hace algunos años entrevisté a un reconocido especialista que dijo: “En materia de alcohol mientras menos mejor”, a lo que añadió mi entrevistado de hoy: “Y si es posible nada porque llega a hacer un daño irreparable”.

—Me despedí de él deseándole éxitos en su vida privada y de trabajo. Le dije que agradecerá una reincorporación a su centro laboral y también otros porque serán beneficiados. Solo así porque es una persona instruida, madura, con conocimiento de causa y para él no tendrán cabidas para excusas como: evasión, búsqueda de creatividad… Él conoce que al ingerirlo, como todas las drogas, pasa a la sangre, a través de ella al cerebro y a todo el organismo, y provoca efectos como: excitación, relajación o distorsión de la realidad.

También sabe que el consumo de alcohol no está penalizado, pero sí es una droga que modifica el funcionamiento del Sistema Nervioso Central, produce cambios en la personalidad, la conciencia y comportamiento del individuo. Incluso es considerado como la droga portera, la que abre el camino a las llamadas ilícitas. Sería impensable entonces, que José Antonio tuviera una recaída.

 

Autora: Olga Lilia Vilató de Varona (Cuqui)

Foto: Otilio Rivero Delgado 

2 comentarios

Cuqui -

Mi amiga: Gracias por seguirme siempre y sí, considero lo que pasaste. Realmente el alcoholismo es una enfermedad, pero no pocas veces destruye a quien consume y también a la familia.
Eso que me cuentas es triste, la juventud echa por la borda su vida con las adicciones, ¿y luego? quedan secuelas y pueden llevarlos hasta a la muerte. Coincido contigo debía erradicarse...un beso

esperanza manresa -

Amiga mia como siempre tus cronicas y entrevistas, esta vez un punto q me toca muy de cerca por la experiencia vivida con mi padre y el alcohol, y en estos momentos en el pais donde vivo, es tan triste ver como la droga es como tomarse un vaso de agua en una parte importamte de esta poblacion y tristemente los jovenes!!!! Que estoy rotundamente y firmemente en contra de todo tipo de droga deberia desaparcerse de la faz de la tierra amiga creeme aqui me deprimo mucho cuando veo muchachos jovenes consumiendola o bajo los efectos de la misma es poco lo q se hace para erradicar tan desagradable y doloroso mal