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“Daría mi vida porque volviera a ser lo que era”

“Daría mi vida porque volviera a ser lo que era”

Al saber de la génesis de un Centro de Atención a las Adicciones, dirigido a adolescentes y jóvenes, y por ser el próximo el 26 de junio el Día Internacional de la Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas, visité el Centro de Homeopatía ubicado en Avellaneda y Pobres, de Camagüey, Cuba, conocido por ofrecer servicios homeopáticos y de terapia floral, en busca de información útil para evitar el uso de medicamentos fuera de control médico o drogas ilícitas, pues allí sesionan las consultas de esta naturaleza, lideradas por el psicólogo José Eduardo Vázquez Benítez y otros especialistas de la Sala de Salud Mental del hospital pediátrico Eduardo Agramonte Piña, cuyo jefe es el psiquiatra Dr. Rubén Pérez Rodríguez.

Allí conocí a una madre que hace apenas unos meses vio transformarse su vida, pues sufre, y de qué modo, los embates de un hijo adicto. En contra de su voluntad la llamaré solo María Elena, sin pasar por alto que su llanto estuvo presente siempre, creo que no deja de llorar nunca.

¿Qué edad tiene su hijo y cómo era antes de enfrentar este otro modo de vida?

Tiene 15 años. Era un niño dulce, cariñoso, muy noble, transitó por la escuela de manera adecuada, terminó su secundaria y fue seleccionado para una carrera de nivel medio.

¿Cómo era su comunicación con él?

Imagínese, soy madre de tres hijos, y con todos he mantenido una buena relación, con los mayores no tengo dificultades y soy hasta abuela; pero con el más pequeño mire lo que me sucede. He sido su madre y su padre, lo crié sola; el padre lo visitaba a veces, después de los siete años nunca más, y ya más grande lo llevaba con él y le daba dinero, algo que no encontraba bien, no tenía edad para manejarlo, yo no veía la pensión, le entregaba el dinero al niño. Hoy mantengo comunicación con el padre y estoy segura de que lo quiere, pero el daño está hecho. Estamos inmersos en un gran problema.

¿Usted trabaja en la calle?

Sí, y con mucha responsabilidad, aun así he estado al tanto de su vida, nunca lo he dejado solo, además, de mí dependen muchos, una madre enferma y no puedo dejar de trabajar. Lo llevaba conmigo a todas partes y en la escuela mantuve muy buen intercambio con sus maestros, de quienes tengo las mejores opiniones, sobre todo de una de ellas que ha sido preocupada y ocupada de todo cuanto le ocurre.

¿Cómo se dio cuenta de que algo andaba mal?

Él empezó enamorándose de una muchachita muy buena, tanto ella como su familia y se fue para esa casa. Al inicio yo no estaba de acuerdo, lo consideraba un niño todavía; luego empezaron las quejas, había cambiado, fumaba, no trataba bien a su pareja; pedí ayuda al padre y no hizo caso alguno. Así comenzaron las angustias.

¿Nunca notó que faltaban objetos en la casa?, porque para consumir drogas necesita de dinero...

Comenzaron a desaparecer sus ropas. Confiaba tanto en él que llegué a creer que era otra persona, había cambiado de novia, buena también aunque con un entorno diferente, y me di cuenta que lo mío también se “perdía”, imagine dentro de la propia casa, y en medio de un clima desagradable lloró mucho, se me tiró arriba a decirme que había acabado con él y conmigo, que estábamos destruidos. Le respondí que todo en la vida tenía remedio, que él siempre podía contar conmigo y lo llevaría al médico, entonces me decía que había vendido todo para fumar, pero era demasiado.

¿Cuándo acudió a la ayuda profesional?

En ese momento lo vi desesperado, había cambiado el color del pelo, el pelado era diferente, lo llevé al Hospital Pediátrico donde confesó que había consumido drogas.

¿Cómo fue atendido?

Recibió la mejor atención del mundo, estuvo hospitalizado, y creí que todo iba a variar, pensé volver a tener aquel niño cariñoso y amoroso.

Infiero que volvió a lo mismo...

Así es. Dice que no tiene ni por quién ni por qué luchar, dígame usted un niño de 15 años decir eso. No quiere vivir con nadie, prefiere estar sin control.

Usted vino en busca de ayuda con el licenciado José Eduardo Vázquez Benítez, del Hospital Pediátrico, ¿por qué no trajo a su hijo?

No quiso. Vázquez ha sido maravilloso con nosotros, por eso estoy aquí.

¿Se pregunta algo usted misma?

Por supuesto, siempre me digo: ¿en qué le fallé?, me culpo de todo, hasta de propiciarle bienestar, quizás eso dañe en lugar de hacer bien.

¿Estuvo pendiente de los llamados juntamentos, o de sus amigos?

No puedo echarles la culpa a los amigos conocidos, hoy son mejores que él, otros, los que no conozco siquiera, esos no sé y se lo digo, que lo van a llevar al abismo.

¿Piensa usted que su hijo, menor de edad, se le fue de las manos?

Totalmente. Daría mi vida porque mi niño volviera a ser lo que era. Se me escondió por unos días y era por unos tatuajes que se hizo, figúrese... para lograrlo vendió más cosas.

Si pudiera conversar con él de una manera equilibrada, ¿qué le diría?

Que nadie lo va a querer y a ayudar como yo, que siempre estaré a su lado y quiero su bien y lograr el hombre que yo aspiro a que sea.

El decirme “aspiro”, significa que piensa recuperarlo...

Seguro. Ahora no vivo, pero no descansaré en esta lucha. Mire, tengo 50 años, soy universitaria y he seguido preparándome, ese es el ejemplo que le he dado. Además, confío en el apoyo de los profesionales de la Salud, me orientan y sepa que le pido a Dios. Mi hijo es bueno y va a rectificar, no puede ser de otra manera.

¿Cree que otras personas de la sociedad pudieran apoyarla?

Sí, en un caso así toda ayuda es importante y algunas regulaciones serían bienvenidas, no solo para nosotros. Fuera conveniente que a los menores de edad no les permitieran entrar a los centros nocturnos y para hacerse un tatuaje debía pedirse consentimiento informado de sus padres. Todo eso frenaría un poco situaciones de esta índole.

Pero tengo entendido que los menores no entran a los centros nocturnos

Sé de los esfuerzos de las autoridades del país y de la provincia porque estas cosas no sucedan; sin embargo, cuando le reclamo y le hago saber en lo que incurre porque él no tiene carné de identidad de mayor, me responde que con dinero lo logra todo.

Ofrecí mis disculpas a María Elena por hacerla llorar tanto y me respondió: Así paso los días y las noches, no se preocupe. Espero esta conversación sirva a otros y si mi hijo la leyera y no supiera que se trata de él, quién sabe me ponga en el lugar de su María Elena y se dé cuenta del sufrimiento que llevo en mi alma y del daño que se hace, así es que gracias a usted”.

Texto y fotos: Olga Lilia Vilató de Varona (Cuqui)

Fumar sí daña y hasta mata

Fumar sí daña y hasta mata

Hoy 31 de mayo: Día Mundial sin Tabaco, iniciativa aprobada por la Asamblea Mundial de la Salud en 1989, como una manera de movilizar a gobiernos y comunidades en acciones de educación y promoción de estilos de vida saludables, en este caso, sin humo, razón más que convincente para abordar a una de las enfermedades más comunes como consecuencia de tal adicción: el cáncer de pulmón.

Esta afección es un problema de salud a nivel global y también en Cuba, de ahí la importancia de desestimular ese mal hábito y de elevar el conocimiento popular acerca del impacto del tabaco en el organismo humano. Es por eso que acudimos al Profesor Miguel Emilio García Rodríguez, Doctor en Ciencias Médicas, Profesor Titular y especialista de Segundo Grado de Cirugía General.

Llegué al también director del hospital universitario Manuel Ascunce Domenech, de Camagüey, Cuba, porque está considerado un experto en intervenciones quirúrgicas relacionadas con esta dolencia y nos aseguró que más del 90 por ciento de las personas que sufren de cáncer de pulmón (1) son fumadores.

Desde su experiencia en el campo de la cirugía de pulmón, ¿cuál es la relación que encuentra entre el cáncer en estos y la adicción al cigarro?

Más del 90 % de las personas que sufren de esta enfermedad se relaciona con el cigarrillo, aunque no es su única causa, porque hay otras condiciones y contaminaciones medioambientales, también las relaciones genéticas y moleculares. Es decir que toda la asociación de lo genético, ambiental y el hábito de fumar intervienen en el desarrollo de este.

Realmente ese tipo de cáncer antes del 1900 era raro, y si analizamos el desarrollo que ha tenido a nivel global y en Cuba sin lugar a dudas ha ido en ascenso hasta convertirse en la primera causa de morbi-mortalidad, entre los diferentes tipos de cánceres y de todas las enfermedades de manera general. Fíjese que en el año 2010 fue capaz de superar las cardiovasculares y se situó en el primer motivo de muerte en el mundo desarrollado y en el no desarrollado igual.

Cuando usted estudia a alguien con cáncer de pulmón más del 90 % fuma; sin embargo, de todos los que realizan esta práctica solo el 13 % lo padece, es algo paradójico, y es ahí donde entran el origen genético y molecular, más la contaminación ambiental”.

¿Tiene idea de cómo se presenta Cuba ante el mundo en cuanto a la cantidad de fumadores?

Es uno de los países con más habitantes fumadores. Antes del año 1970 por encima del 64 % de la población cubana mayor de 17 años fumaba, esto ha ido disminuyendo, sobre todo entre los profesionales y los universitarios; alrededor del 34 % de las mujeres son adictas al cigarrillo y el 46 % de los hombres. La población total redujo esa práctica.

Realmente esta adicción es un problema de salud muy extendido en el mundo, se plantea que no tiene rostro, es como una máscara que al quitarla llega para quedarse porque se controla, pero no cura, siempre va a estar ahí”.

¿Cuáles son las señales para acudir al médico?

Son muy parecidas a las que presenta un fumador, y otros que ni siquiera dan la medida de lo que está ocurriendo en ese organismo.

¿Acuden los enfermos a consulta a tiempo?

Por lo general llegan tardíamente porque como casi todos fuman y este mal hábito provoca tos, expectoración..., achacan esos síntomas al tabaquismo, por lo que acuden a nosotros con la enfermedad avanzada, o sea, ya extendida a los ganglios mediastinales.

¿Qué ocurre si, como le llaman ustedes, sucede un hallazgo y es en un estadio precoz?

La supervivencia sería mayor. Es bueno saber que esta enfermedad se clasifica por etapas, de la primera a la cuarta, y cada una de estas con un indicador de sobrevida diferente, por supuesto, a medida que aumenta la supervivencia es menor. En la primera es de un 85 %, hasta la última que es bien diferente.

¿Cuáles son las medidas médicas adoptadas para mejorar esta situación, si es que se puede?

Una es la creación en este hospital de la consulta de sombra pulmonar. Los pacientes vienen con una radiografía de tórax con una imagen anormal, pese a que no todos con esa situación padecen la enfermedad, hay que estudiarlos. De ahí comenzamos con el examen clínico, el interrogatorio, los exámenes invasivos y no invasivos de tipo radiológico, como la tomografía axial computarizada de diferentes partes del cuerpo, la resonancia magnética si se cree pertinente, ultrasonidos abdominales, toda hemoquímica. El enfermo transita por esa etapa de incertidumbre hasta que podemos diagnosticarle la enfermedad.

En esa consulta se decide a quién le es factible el tratamiento quirúrgico o no. Generalmente los operados son los que presentan la afección en etapas tempranas, de la Uno a la Tres-A, en esta última mencionada la adecuada selección es muy importante.

Alrededor del 15 % de todos los pacientes sobreviven mayor tiempo; y hay otros tratamientos no quirúrgicos porque no todos, incluso, en período inicial del padecimiento pueden ser operados, pues algunos padecen de otras enfermedades y hay que mejorarlos primero, o simplemente realizarles quimioterapias de inducción para ser valorados después y determinar si recibe tratamiento quirúrgico”.

¿Y aquellos que por presentar una etapa avanzada de la enfermedad no pueden ser operados?

Siempre son atendidos; unos con quimio o radioterapia, otros con inmunoterapia y también mediante las vacunas terapéuticas, que son cubanas y muy buenas, estas actúan en el receptor del factor de crecimiento epidérmico, bloquean la señal e impiden el crecimiento tumoral.

Hay varios ensayos clínicos con las vacunas y en este hospital se llevan todos. Contamos con las vacunas para los operados, para los que no pueden llegar a la intervención quirúrgica, y para aquellos que no asimilarían otro tipo de tratamiento”.

Cuando el afectado y su familia salen de la consulta de sombra pulmonar, ¿qué conoce de su afección?

Todo y qué hacer. Si es quirúrgico se va hasta con la fecha de operación.

Aunque parezca obvio, ¿cuál sería el propósito de una intervención quirúrgica en estos casos?

Primero que sobreviva a la operación, ellos tienen alto riesgo; y segundo que sobreviva el cáncer, ¿por qué?, pues un 40 % de esos enfermos recaen localmente: otros desde el punto de vista sistémico y a un 20 % le sucede con una modalidad combinada.

¿Cómo está la supervivencia en el hospital por esta causa?

Dentro de los parámetros internacionales. Por ejemplo, desde el 2011 a diciembre del 2015 se han operado 207 pacientes, muchos de ellos viven y con buena calidad de vida, de acuerdo con las añoranzas y expectativas de cada uno, eso es así. Algunos han recaído, pero siempre controlados con tratamientos de segunda y tercera líneas.

Pueden aparecer en ellos enfermedades metastásicas sobre todo en el Sistema Nervioso Central (SNC). Tenemos pacientes con una metástasis cerebral y como esta predomina han sido operados con buenos resultados y luego reciben la cirugía del cáncer del pulmón. No es el fin de la vida mientras haya un hálito de esperanza.

Sí tienen que incluirse en los diversos tratamientos posibles, porque es la única posibilidad de vivir más, o sea, insertándose en el sistema de la Salud para que los profesionales a cargo escojan lo más acertado.

La palabra cáncer para no pocas personas significa el fin de sus vidas y si de pulmón se trata más aún. No es justo que la familia se encargue de privarlo de saber qué tiene y que no le apliquen tratamiento. De esta manera sí están condenándolo a muerte y más rápido. Muchas veces no es la enfermedad la que condena a muerte sino la propia familia con un actuar de protección que deviene falsa. En ocasiones se niegan a operarlos en estadios iniciales y eso es fatal, esa es la única posibilidad de curar en esos casos. Los demás son apropiados, pero con ínfimas probabilidades de curación.

Hay otras cirugías de avanzada y las hacemos aquí, son conservadoras del parénquima pulmonar (2). Al encontrar estos tumores en las vías respiratorias central la solución es quitarle el pulmón, entonces hacemos una resección de la vía aérea central, es como un autotrasplante del pulmón con conservación vascular, se trasplantan los bronquios en el mismo bronquio o en la tráquea y eso conserva el parénquima pulmonar. Para extraerlo hay que valorarlo muy bien, porque eso constituye una enfermedad por sí sola y si es el derecho más, él ofrece el 55 % del volumen respiratorio y el izquierdo el 45”.

Si el enfermo fuma y debe ser operado de pulmón, ¿obstruye en algo esa condición a la cirugía?

Uno de los requisitos es abandonar la adicción de fumar. Por lo menos tiene que permanecer 15 días sin hacerlo antes de ser operado y luego abandonarlo totalmente. Ellos tienen una mayor fragilidad capilar y son propensos a otras complicaciones. Volver al cigarrillo o al tabaco convierte todo este esfuerzo estéril, la causa del cáncer está demostrada.

¿Son consecuentes a esa indicación médica?

Muchos sí, otros no asumen el fumar como un riesgo a sus vidas y no creen que si se despojan de tan dañina práctica alargan su existencia.

En un día como el 31 de mayo, ¿cuál sería su mensaje?

Las autoridades debían ser más enérgicas. En Cuba el hábito de fumar comenzó allá por el siglo XVI y Bartolomé de las Casas (fraile dominico español, cronista, filósofo, teólogo, jurista...) fue el primero en tomar cartas en el asunto y mencionar la adicción como tal. También restringirse y hacer cumplir con los requisitos para tener en cuenta los sitios donde puede fumarse o no. En la década del ’90 hubo un descenso expreso del fumar en Cuba. Los precios para adquirir el cigarro se dispararon y la economía no daba.

Si alguien tiene en su carga genética la probabilidad de padecer de cáncer y además fuma, ¿qué ocurre?

La acelera, la potencializa. El control social del fumar debe ser mayor, sin dudas.

En cuanto a edades y sexo, ¿cuáles predominan?

Todavía el masculino está por encima, aunque ya la diferencia no es muy marcada y han aumentado los jóvenes; los estudiantes de secundaria básica y preuniversitario se inician y eso no es bueno.

¿Y en los casos de operados por cáncer?

Hemos intervenido a personas de 40 años, de 30, no son los más frecuentes, pero los hay. Después de los 50 años son los más comunes; no obstante, no puede decirse que es regla. Debe tenerse en cuenta que lo fundamental es no fumar nunca, y si ya lo hacen y sienten o perciben alguna modificación de sus síntomas respiratorios, pérdida de peso, expectoración inadecuada, y otros, acudan temprano a la Atención Primaria de Salud, o sea, a su médico de familia que lo tienen bien cerca de sus comunidades.

(1) Los pulmones humanos son estructuras anatómicas de origen embrionario endodérmico, pertenecientes al aparato respiratorio, se ubican en la caja torácica, delimitando a ambos lados el mediastino. Sus dimensiones varían, el pulmón derecho es más grande que su homólogo izquierdo.

(2) Se denominan parénquima a los tejidos cuyas células aseguran una actividad fisiológica, a diferencia de los tejidos de sostén o tejidos de unión. Así, el parénquima pulmonar participa en la función respiratoria. Para ello se compone de bronquiolos, conductos alveolares y alveolos. El parénquima pulmonar asegura los intercambios gaseosos a través de los capilares sanguíneos.

“Dediqué 22 años al alcohol, no a mi vida”

“Dediqué 22 años al alcohol, no a mi vida”

Sería ideal que cada hora, minuto y segundo de nuestra existencia combatiéramos todos, desde el lugar que nos corresponde el uso indebido y tráfico ilícito de las drogas, ese flagelo que se convierte en una plaga infernal capaz de exterminar a cualquiera que lo contacte.

Por eso veo como una acción loable que a nivel mundial haya aunque sea una jornada anual de 24 horas —hoy 26 de junio— dedicada a la Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas, fecha escogida desde 1987 por expertos de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, con el propósito de que pensemos, analicemos y conozcamos un poco más acerca de tan difícil tema y considero como algo insustituible a acudir al testimonio de quien sufre en carne propia los embates del alcoholismo —droga portera— y el uso inadecuado de pastillas (psicofármacos y otras), esas que tomadas de manera indiscriminada y ligadas con el alcohol afectan directamente el cerebro.

Harto difícil para mí es llegar hasta un drogadicto; primero, por ese sentimiento de humanidad que una siente; y segundo, porque es sinónimo a inmiscuirme, aunque de buena fe, en la vida privada de quien ni si quiera has visto antes. Pese a que la fecha en sí misma puede llevarnos a pensar que el alcohol y las pastillas no son drogas ilícitas, es bueno reconocer que el consumo indebido de los comprimidos sí lleva a quienes los comercializan a un tráfico ilegal, pues no son ordenadas por el facultativo, ni empleados como la terapia para la que son producidos. David —así nombraré a mi entrevistado—, de 32 años de edad, vive en Camagüey, Cuba, terruño que lo vio nacer.

—¿Cuándo se inició en el consumo del alcohol?

—A los diez años. Por supuesto, no con grandes cantidades. El alcoholismo es una enfermedad lenta, progresiva y crónica. Procedo de una familia grande por parte de madre y de padre, siempre con las celebraciones presentes y la caja de cerveza o de ron, si no, no había fiesta.

"A esa edad tan temprana comencé con la gracia de un dedito mojado, después ‘un traguito para el niño’, hasta que llegué a la botella y dos botellas… Al comenzar los estudios de Secundaria Básica me creí mayor y buscaba el pretexto para beber. Luego estudié técnico de nivel medio en Electricidad en el politécnico de la Vocacional Máximo Gómez Báez y también me gradué en Electrónica. Nos reuníamos los compañeros y tomábamos. Recogíamos el dinero entre todos y así seguí, todo a escondidas de los profesores".

—Y luego de graduado, ¿empezó a trabajar?

—No, más adelante pasé el Servicio Militar en las Tropas Especiales. En esta época dejé a un lado la bebida y me dediqué a mi especialidad, aunque cuando salía de pase me daba mis traguitos, pero fíjese siempre mantuve un buen comportamiento, tanto así que integré las filas de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), trabajé en la UJC Provincial cuatro años y las actividades que para otros eran pura diversión yo las convertía en pretexto y continuaba adentrándome en el vicio.

"Y como diría el doctor Pedro Hernández Mandado, profesional de aquí del hospital Psiquiátrico Rene Vallejo donde me encuentro para rehabilitarme, y a quien admiro mucho, uno se da cuenta de esta enfermedad cuando aparecen síntomas importantes, como me ocurrió a mí que si no me daba un trago no se me quitaban los temblores y mire —me enseñó sus manos con orgullo—, ya no me sucede. Tomaba el primer trago y ya no tenía control y seguía con más y más. Perdí mis trabajos, en el último pedí la baja antes que me botaran, no cumplía con mi deber a pesar de terminar los estudios con uno de los primeros expedientes del país".

—¿Siempre mantuvo el mismo buen comportamiento?

—Claro que no, como el alcohol va directo al sistema nervioso central ya no eres el mismo, dejas de ser tú para convertirte en alguien que nunca pensaste, maltraté a las personas que más quiero y que más me quieren, sobre todo al carecer de recursos para obtener mi propósito, porque beber y tomar pastillas cuesta. Mi propia familia no me soportaba, ofendí a mi abuela, me fajé con un tío. Llegaron a enfermarse, mi madre padece de los nervios y ni ella ni mi hermana se dan un trago ya, antes eran lo que conocemos como tomadoras sociales.

—¿Recuerda algunas anécdotas desagradables que ejemplifiquen cómo vivía?

—Imagínese si voy a olvidar. Llegué a caminar por toda Cuba, con mi botella en el bolsillo, recogía comida del piso y laticas para vender, me bañaba a veces en algún arroyo, en fin, no tenía vida. Me califico como el rey de las hipoglucemias en este país. En todos los hospitales provinciales me conocen por esta causa, además, padezco de pancreatitis crónica, úlcera gástrica, …, entre otras dolencias, por todo lo cual decidí rehabilitarme aquí en este hospital donde me han atendido muy bien, el trato de todo el equipo es exquisito y mi familia está empezando a creer en mí de nuevo.

"Le confieso que ya estaba en el escuadrón de la muerte, como decimos. Un día amanecí lleno de heridas en el hospital y no sabía qué había ocurrido. Caí en los raíles de la línea del tren y una señora pidió ayuda, la policía me recogió y llevó. Estuve cerca de morir en otras ocasiones, esto es muy triste rememorarlo, tengo en mi historia un intento de suicidio, iba con un grupo de amigos y me vino a la mente que nadie me quería y no le vi sentido a mi vida, salté y me tiré desde un puente; sin embargo, me recogieron y aquí estoy".

—¿Está casado?

—Tuve varios matrimonios y fracasaron por mi comportamiento, ¿qué mujer está dispuesta a pasar por tal situación y aguantar a un hombre así? Dediqué 22 años al alcohol, no a mi vida y mi cura está en mis manos y cuando salga de aquí ya no estaré en esta burbuja, me enfrentaré a esa realidad que es la de los “amigos” que apenas te ven sacan la botella o te hablan del tema y tengo que prepararme, una recaída es peor, el cuerpo pide más y más.

"Aquí ponen un porcentaje para desintoxicarte y la otra parte, la de mayor envergadura, la coloca uno y estoy decidido a recibir un medicamento muy fuerte que no admite alcohol ni en desodorantes y lo aplican bajo consentimiento informado en la capital. Es riesgoso, mas quiero curarme de veras".

—¿Cómo calificaría su juventud?

—En mi corta edad he quemado etapas terribles, incluso, algunas por las que no es obligado pasar, por eso le aconsejo a la juventud y a los niños que no lo prueben. Una persona en este estado se vuelve mentiroso, pierde la vergüenza, llega hasta a robar y a matar por conseguir el tóxico que necesita.

"Por suerte mantengo mis facultades mentales todavía. Exhorto a los alcohólicos o drogadictos que acudan a la rehabilitación, de lo contrario uno muere, porque acabas con tu vida social, familiar y la propia. Pensé varias veces que pararía por mí mismo y nunca pude, me engañaba yo, a mi madre, a mis vecinos y la ayuda profesional es la que lo ha conseguido".

—¿Qué siente ahora cuando se ve alimentado, limpio, con su familia de vuelta…?

—Como de vuelta a la vida, nací de nuevo y tengo proyectos como empezar a trabajar y cambiar por completo. A mi familia le creé la desconfianza, les mentí mucho. Mi madre, hermana, tío, abuelita me quieren y apoyan.

—Convencido del bien que provoca al publicar sus vivencias comentó:

—Con esta entrevista creo que ayudaré a otros, siempre hay quienes hacen suyo el mensaje y los padres también deben controlar a los hijos. Mi madre confiaba en mí y nunca pensó que estaba inmerso en esta situación. El exceso de confianza es malo, hay que controlar para evitar.

Agradezco a David su disposición, pero por sobre todas las cosas su sinceridad y deseo de que niños y jóvenes no transiten por experiencias tan amargas. También confío en él, sé que logrará su presente y su futuro, antes no vivía.

Autora: Olga Lilia Vilató de Varona (Cuqui)

Foto: Leandro Pérez Pérez (Tomada de Adelante digital)

No rompas tu vida así

No rompas tu vida así

Me apoyo en estudios suministrados por la MSc. Yamilka González Almeida, coordinadora del programa contra el tabaquismo en promoción de salud en la provincia de Camagüey, Cuba, por ser hoy, 31 de mayo, Día Mundial Sin fumar, por elección la Organización Mundial de la Salud (OMS), y en estos, me refiero a los mencionados estudios, se menosprecia el beneficio económico del tabaco al compararlo con el alto precio a la salud. Está demostrado que los provechos obtenidos por la producción de tabaco y sus derivados son insignificantes ante los elevados costos al fumador, a la familia, a instituciones y a la sociedad.

La principal causa de muerte de nuestra población está dada por las enfermedades crónicas no transmisibles y evitar que las personas fumen es la principal medida a adoptar y así eludir un número importante de muertes prevenibles.

Nos comentó Yamilka que el consumo de tabaco aparece en seis de las ocho primeras causas de mortalidad, discapacidad y muertes evitables; y que uno de cada diez adultos muere por su causa.

En el mundo fallecen seis millones de personas anualmente por ese ejercicio tan nocivo, de estos 5.4 millones de fumadores activos y 600 000 por la exposición al humo de tabaco ajeno y añadió que para el 2020, este número se incrementará a 7,5 millones, algo así como el 10 % del total de todas las defunciones y se espera que la cifra exceda los 10 millones para el año 2030.

El tabaquismo es considerado una pandemia y en los últimos años se observa un comienzo cada vez más precoz por los adolescentes, algo verdaderamente alarmante.

Se responsabiliza a esta práctica con el 12 % de la mortalidad adulta; el 25% de las cardiopatías isquémicas; el 33 % de las muertes por cáncer; el 75 % de las bronquitis crónicas y enfisemas; el 90 % del cáncer de pulmón, en todos los casos durante un año, mientras cada cuatro horas fallece una persona asociada a los daños del tabaco.

En la provincia de Camagüey, de acuerdo con los datos recogidos en la Atención Primaria de Salud (APS),  hay 81 912 fumadores, quienes representan el 12, 8 % de la población; de estos el 16,7 % son hombres y el 8,9 % mujeres, dato que se asegura es mayor porque no todos los que fuman lo afirman, ni acuden a una consulta médica.

No es real que el fumar sea un hábito, ni siquiera un mal hábito, porque lo cierto es que constituye una enfermedad, y más que eso una adicción por contener una sustancia adictiva llamada nicotina.

Su consumo prolongado en el tiempo provoca tolerancia y dependencia, conocidas como la esclavitud a la droga, consiste en que cada vez se necesita de un mayor consumo de la nicotina. Para lograr en el organismo los efectos deseados, y no poder hacerlo en ese momento, aparece el síndrome de abstinencia, esa abrumadora obsesión por fumar que es muy intensa, calificada por muchos como: “loca desesperación” y provoca: nerviosismo, falta de concentración, deseo compulsivo de fumar, irritabilidad, palpitaciones, trastornos del sueño, cefaleas, falta de apetito y sed.

Al encender un cigarro (o quien fume un tabaco), combustionan más de 4 000 sustancias, de ellas 200 son tóxicas y 50 cancerígenas.

Sin querer obviar a propósito los daños que esta adicción provoca en los hombres me parece muy interesante que las mujeres conozcan que: el 79 % de los cánceres en ellas, se atribuyen al tabaquismo; la exposición al humo del tabaco incrementa el riesgo de cáncer de mama; pueden presentar una menopausia temprana y suelen tener una absorción disminuida de calcio, sin dudas, dos factores condicionantes de la osteoporosis; las que toman anticonceptivos y fuman tienen mayor riesgo de sufrir trombosis; cuando una embarazada fuma, el futuro hijo es también un fumador pasivo, porque los componentes tóxicos del tabaco atraviesan la barrera placentaria.

Durante el embarazo el fumar trae efectos adversos como: retraso del crecimiento intrauterino, aborto espontáneo, muerte fetal, parto prematuro, por ruptura precoz de las membranas, ruptura de la placenta, placenta previa, desprendimiento prematuro de placenta, embarazo ectópico, hemorragias vaginales, alteraciones cardíacas, en fin, algo para meditar muy en serio, todo sin tener en cuenta cuántos problemas de salud trae el tabaquismo en el transcurso de la primera infancia.

Son varios los instrumentos legales cubanos que prohíben fumar en los lugares públicos, pero, a decir verdad, ¿se cumplen?, estoy segura de que estará de acuerdo conmigo si digo que no. Falta mucho camino por recorrer en este sentido y es bueno saber que al dejar de fumar debe chequearse por espacio de 10 años, año tras año con su Médico de Familia, porque aun pasada esa década corre el riesgo de padecer algún daño de salud provocado por la que ya pareciera una antaña adicción.

La apariencia cambia en una persona fumadora, y se lo aseguro, para mal.

 

Autora: Olga Lilia Vilató de Varona (Cuqui)

Foto: Oriel Trujillo Vilató

¿Alcohol? “…si es posible, nada”

¿Alcohol? “…si es posible, nada”

 “Cuando veo a mi señora mamá que sale de aquí del hospital a coger la guagua con sus 80 años, es duro, máxime que no es de Camagüey”. Así expresó mi entrevistado, un hombre que es profesional de prestigio; con todo y eso el alcohol lo hizo su dueño y lo esclavizó por muchos años. El consumirlo es lícito, empero dañino y le abre las puertas a las drogas duras.

No quise pasar por alto que el 26 de junio, establecido por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) como el Día Internacional de Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas, en 1987. Por eso propongo la experiencia de José Antonio —un nombre que se me ocurrió— porque lo importante es conocer su vida, hasta dónde llegó y hasta dónde pudo llegar si no decide rehabilitarse y no quién es verdaderamente. Varios especialistas en Psiquiatría del hospital René Vallejo, de esa especialidad en Camagüey, Cuba, donde está ingresado pusieron todo su empeño en pos de lograr esta entrevista, devenida conversación entre amigos.

“Tengo 53 años y cerca de los 20 años comencé a ingerir bebidas alcohólicas".

—¿Por qué?

—No logro una respuesta definida, eso sí, mi padre era alcohólico, había un patrón, incluso falleció a consecuencia de esa adicción; sin embargo, nunca me incitó a beber y nunca nos dimos unos tragos juntos.

—¿Rechazó alguna vez esa conducta de su papá?

—Su conducta y los efectos del alcohol sí, nunca a él. Llegué a repudiarlos, pero ya yo había caído en lo mismo, o sea, era tarde para mí. Comencé como bebedor social, los fines de semana, en algún cumpleaños, o días de cabaret con la novia y así fue aumentando la cantidad y la secuencia.

“Hice mi carrera y quedé entre los tres primeros expedientes de mi curso sin dejar de tomar, sobre todo los fines de semana. Me hice profesional y no tuve dificultades en esa época.

—¿Después las tuvo?

—Sí, bebí demasiado y llegué a tener problemas de control. No rendía igual y enfrenté problemas laborales…

—Lo interrumpí para hacerle la salvedad de que no quería reflejar aquí cuál había su problema laboral. Él lo agradeció. De todas maneras le hice una pregunta obligada ¿y su familia?

—Con la familia he tenido suerte. Mantengo un matrimonio de 14 años, aunque le aclaro que esposas anteriores a ella no soportaron ese peso. Mi madre ha sido incondicional conmigo, ella viene a verme. Mis hijos tampoco me han abandonado y tengo cuatro nietos. Tres hijos son de un matrimonio, dos varones y una hembra, y una más de otra pareja. Todos son profesionales.

“Por la parte familiar no tengo quejas; no obstante me di cuenta de que podía perderlos”.

—¿Ha pensado en estos días que esa familia tan reconocida por usted por no haberlo abandonado a su suerte sufre por causa de su comportamiento?

—Los he hecho sufrir tanto… —y se llenan de lágrimas sus ojos—. Como le dije, la familia no me abandonó y la he hecho sufrir y mucho.

“Nunca he tomado con mis hijos y gracias a Dios no beben”.

—¿Su mamá y su papá estuvieron juntos siempre?

—Hasta el final de los días de mi padre. Lo toleró y nunca más se casó.

—¿Hay alcohólicos que acuden a rehabilitarse cuando padecen una enfermedad orgánica?...

—No es mi caso. Yo vine por mi voluntad porque tuve ese problema en el trabajo, si no siguiera en lo mismo, no tuve crítica de mi enfermedad, es tan sutil que allí está el mal y uno no lo ve. Yo me refugié en el alcohol y fracasé

.—Algo así como que evadía la realidad…

—Cierto, craso error. Eso hacía. Mi esposa ha sido mi tabla de salvación.

—Discúlpeme, usted dice eso de su esposa y a la vez confiesa que de no tener el percance laboral no estaría rehabilitándose. Quiere decir que por ella no dejó de consumir…

—Tiene razón. Es que no ha dejado de luchar a mi lado.

—¿Y su comportamiento en el hogar ha sido normal, sin violencia?

—No ha habido violencia doméstica, esa es la realidad, no me dio por eso. Sí desatendí mis obligaciones como marido. Soy machista, mi mujer se encargaba de la casa y como a ella no le faltaba ni un granito de arroz creía que cumplía y llegó el momento que me daba lo mismo, no salía a buscar absolutamente nada. Reitero, me siento orgulloso de mi familia. Todas comprendían que estoy enfermo.

—¿Ahora en período de rehabilitación se ha puesto a meditar si pudo ser un mejor padre?

—Desde luego, les hizo falta un poco más de mi calor a esos muchachos, fueron criados por sus madres fundamentalmente, porque ellas han sabido serlo.

—¿Cómo acoge la familia este proceso de rehabilitación?

—Figúrese, con aplausos. Todos están muy esperanzados porque es la primera vez que me someto a esto en un hospital. Hubo una ocasión que lo hice solo, lo logré y recaí después.

—Su posición social era o es buena, ¿siente que decayó en algún sentido aun luego de cumplir tres misiones internacionalistas: en Nicaragua, Haití y Venezuela?

—Fue denigrando, sin discusión. Llegué a reunirme con personas que no teníamos más nada en común, solo el trago. En el trabajo no me lo demostraban, aun así pienso que mi prestigio no debía ser el mismo.

—¿Nunca se le acercó algún compañero para alertarlo del peligro que corría?

—Sí, pero creo me respetaban tanto que se limitaban a hacerlo.

—Sabemos que el alcohol es llamado la puerta de entrada para el consumo de otras drogas, como las llamadas duras. ¿Alguna vez se las propusieron?

—No, nunca llegué a eso.

—Al tomar ¿nunca perdió la memoria?

—Sí, tengo que confesarlo, aunque conscientemente no he consumido otras drogas. Tuve pérdidas de la memoria transitorias.

—¿Cómo es posible que con su nivel no pensara en el alcohol como una droga?

—Es cierto, no lo pensaba, es un absurdo.

—¿Cuántos ejemplos puede mencionar como nocivos debido a la ingestión de bebidas alcohólicas?

—Lo destruye todo en el ser humano. Desde el cerebro hasta la punta del dedo gordo. Es un veneno.

—¿Nunca sintió como que algo anduviera mal en su cerebro?

—¡Cómo no!, sentí menguar mis actitudes y aptitudes.

—¿Qué tiempo ha pasado en el hospital?

—Catorce días y me siento otra persona.

—¿Le ha costado mucho trabajo dejar de beber?

—Cuesta trabajo. Por eso lejos de menospreciar a un alcohólico lo considero un desdichado. El adicto es un esclavo de algo que hace daño, no tiene freno.

—¿Siente que el tratamiento ha sido eficaz?

—No hay un tratamiento medicamentoso que haga dejar de consumir alcohol de golpe y porrazo, es un paliativo que sí encamina a disminuir el deseo. La voluntad es lo vital.

—¿Piensa que algo debe cambiar en la sociedad en cuanto a la política del consumo de alcohol?

—No se debía permitir el beber en la calle. Me aparto de días festivos para emitir este criterio. No prohibir, lo prohibido lleva a la curiosidad.

“Lo otro es que veo a muchachos muy jóvenes que consumen alcohol y eso es grave”.

—¿Un mensaje?

—Decir no beban no sería lo correcto. Más bien digo que el alcohol destruye la vida: no deben beber, o sea, evitarlo.

—¿Han sido estos los días más fuertes, cuántos restan?

—Estaré 28 días más o menos. Lo peor viene después porque ahora estoy en una burbuja muy bien cuidado y muy bien protegido. Aquí me han tratado con mucho profesionalismo y dedicación. Salir y enfrentarme al día a día será el mayor reto y lo voy a vencer. Quiero estar feliz con mi familia, voy a ganar esta pelea.

—Hace algunos años entrevisté a un reconocido especialista que dijo: “En materia de alcohol mientras menos mejor”, a lo que añadió mi entrevistado de hoy: “Y si es posible nada porque llega a hacer un daño irreparable”.

—Me despedí de él deseándole éxitos en su vida privada y de trabajo. Le dije que agradecerá una reincorporación a su centro laboral y también otros porque serán beneficiados. Solo así porque es una persona instruida, madura, con conocimiento de causa y para él no tendrán cabidas para excusas como: evasión, búsqueda de creatividad… Él conoce que al ingerirlo, como todas las drogas, pasa a la sangre, a través de ella al cerebro y a todo el organismo, y provoca efectos como: excitación, relajación o distorsión de la realidad.

También sabe que el consumo de alcohol no está penalizado, pero sí es una droga que modifica el funcionamiento del Sistema Nervioso Central, produce cambios en la personalidad, la conciencia y comportamiento del individuo. Incluso es considerado como la droga portera, la que abre el camino a las llamadas ilícitas. Sería impensable entonces, que José Antonio tuviera una recaída.

 

Autora: Olga Lilia Vilató de Varona (Cuqui)

Foto: Otilio Rivero Delgado 

Todavía tengo tiempo

Todavía tengo tiempo

Confieso que llegué al hospital psiquiátrico René Vallejo de la ciudad de Camagüey con muchas dudas como siempre me ocurre en estos casos. Me preguntaba: ¿cómo empiezo?, ¿querrá él contarme sus problemas privados?, porque así, como ven esta imagen captada al azar por Otilio Rivero, anduvo Román a la intemperie, sin protección ni apoyo. Solo lo acompañaban el alcohol y sus iguales.

En esa espera conversé con un hombre que se sentó frente a mí en pijama, que hablaba mucho y se veía a las claras que estaba a la espera de algo. Ese algo era yo. Lo supuse al rato del diálogo y con la misma me inquirió: ¿Es usted la periodista? Ah, pues yo soy quien busca y de pronto quiso contarme cada detalle sin ni siquiera hacer un preámbulo. Se identificó y comenzó.

Tuve que decirle algo que es esencial en estos casos: “Mire, necesitamos privacidad, esperemos por el Dr. Carlos Morán, su médico”, —especialista en Psiquiatría y subdirector de esa institución—.

Estuvo de acuerdo, pero con la misma repetía ciertas cosas. Llegó el Dr. Morán y nos sentamos los tres como Dios manda. Mi entrevistado es un alcohólico ingresado en ese centro con aspiraciones de curarse, sí curarse, porque está enfermo y él lo sabe mejor que nadie.

Le expliqué que podía responder o no y llegar hasta el punto de su vida que quisiera, con vista a que no se sintiera presionado ante alguien que veía por primera vez y se “metía” en sus asuntos. Para esta ocasión él toma otro nombre: el de Román, porque el suyo quisimos mantenerlo guardadito en un baúl que no va a querer ni recordar. 

— ¿Cuándo se inició en los andares de la bebida?

—A los 14 años, era un adolescente. 

— ¿Sabe definir qué lo llevó a tan equivocada conducta?

—Me sentía solo en la vida y ese fue el escape que encontré. Mi padre, al morir, dejó la casa a un familiar que era alcohólico, este vendió la casa para seguir en lo suyo y ambos, él y yo, nos quedamos sin un techo. Por ese motivo tuvimos problemas y eso me llevó a la cárcel, he estado preso dos veces y siempre producto del alcohol.

“Porque fíjese, cuando no tomo soy incapaz de hacer cosas incorrectas, pero cuando me doy un trago se me olvida todo, es como si no fuera yo”. 

— ¿Tiene antecedentes de alcoholismo en su familia?

—Sí, como no. Un tío por parte de madre murió de cirrosis hepática producida por esa causa. Mi madre lo era y enfermó de los nervios, otra de sus hermanas falleció por eso. Y al recordar todo esto pienso que también comencé a beber por imitación familiar, era mucho a mi alrededor. Tengo otra hermana que no toma y otro varón que sí y ahora está preso. Yo fui a visitarlo antes de ingresar aquí y él está dispuesto a hacer lo mismo al salir. 

— ¿Cómo es posible que si vio desde niño a su familia alcohólica que se iba destruyendo se dedicó a lo mismo?

—Porque ellos me atraían. Mi tío me invitaba y cuando aquello creí que no me hacía daño, comía. Ahora no, me paso días y días y no pruebo bocado. Me afectó mucho, mucho, mucho. 

— ¿Es camagüeyano?

 —Por parte de mi padre soy de Ciego de Ávila y por la de mi madre de Esmeralda, Camagüey. Por eso quisiera que esta entrevista se publicara también en la provincia avileña, porque aunque usted no lo crea, así, sin llevar mi nombre, mis familiares van a saber que soy yo y así conocerán que estoy dispuesto a cambiar totalmente. 

— ¿Piensa que darán resultados los esfuerzos de especialistas y el suyo?

—Puede estar segura de que sí. Estaré aquí el tiempo que sea necesario para salir recuperado.

— ¿Conoce algún oficio? ¿Dónde trabaja?

—Soy auxiliar retranquero de conductor de trenes, cabillero B, estoy evaluado como albañil, aunque le confieso una cosa: he perdido habilidades y como es natural, los trabajos también. Cuando uno llega  a este estado no le importa nada, ni el trabajo, ni la familia, nada. La tomadera me puso informal y no ha sido por gusto. El cuerpo no amanece igual después de una borrachera. Me sentía indispuesto, con dolor de cabeza, malgenioso, deprimido, sin fuerzas, algo así como un trapo inservible.

— ¿Cuando comenzó a beber sentía lo mismo?

—No, qué va. Era muy activo y parecía que nada malo me iba a ocurrir y la verdad ha sido bien diferente. El alcohol ha acabado con mi organismo. Tengo 51 años y me siento un anciano y solo, porque la familia llega a ayudarte hasta un punto y luego te echan a un lado, no los culpo. Uno llega a inspirar odio, asco, y todo lo malo porque nada es positivo en uno.

—Quiere decir que no está casado… ¿En qué cambió su vida?

—No. Actualmente estoy casado por la ley, pero me he quedado solo. He perdido mujeres, todas buenas, de esas que se buscan como a una aguja en un pajar, o sea, he tenido esa dicha varias veces, y la he perdido gracias al alcoholismo, eso que lo lleva a uno hasta a la muerte. También perdí mi casa, todo y no tengo hijos, al parecer no puedo tenerlos. Luego estaba pescando, me iba bien, me traté en el hospital de Ciego de Ávila y estuve siete años sin beber, pero al morir mi madre, que ahora en octubre hizo dos años, no lo pensé dos veces y volví a beber.

— ¿Usted ha buscado la solución a sus problemas en el alcohol?

—Así es. Ahora le aseguro que lo dejaré para siempre, estoy aprendiendo a enfrentar los problemas de la mejor manera. Quiero integrarme a la sociedad y a mi trabajo, sé que me van a recibir. Si ya estuve siete años sin tomar, ahora pienso estarlo el resto de mi vida.

— ¿Cuándo murió su papá?

—Yo tenía poco más de 40 años.

—Entonces no era un niño, ¿y su mamá y su papá estaban juntos?

—No y mis padres no estaban juntos. Yo fui abandonado por mi mamá a la edad de cinco años y mi hermana, la que murió hace tres años, me crió.

— Le hago otra pregunta muy personal. ¿Cómo es posible que si su madre lo abandonó a los cinco años, la muerte de ella le haya afectado a tal punto que se entregara a la vida del alcoholismo de nuevo?

—Porque yo nunca la abandoné a ella. La visitaba y me ocupaba de sus cosas. Es algo inexplicable, pero la quería mucho. Toda la vida la necesité, la quise y la iba a ver. Le repito, yo no la abandoné a ella nunca.

— ¿Conoce que el alcohólico durante y luego del tratamiento no puede darse ni un trago?

—No podemos ni olerla porque se regresa a lo mismo siempre. En mi caso no puedo ni verla. Pero le digo una cosa, el juntamento de uno es primordial, a uno lo buscan los otros que son iguales, siempre hay un cumpleaños que celebrar y si no se inventa el motivo, la justificación está ahí para que caigas en ese vacío.

“Pienso integrarme a la religión de mi hermana. Ella es lo único que tengo y me va a ayudar. Cualquier cosa que te lleve a dejar de ingerir bebidas alcohólicas es bueno, si no te autodestruyes y lo haces con tu familia y al final te quedas sin nadie y botado en la calle como un perro sin dueño.

“Y no culpo a nadie porque el alcoholismo es una enfermedad y las personas no lo saben y no lo comprenden así, porque si piensas un poco eso se adquiere por obra y gracia de la misma persona y no por razones que te impone la vida o tu organismo, entonces no se ven comprometidas a enfrentar algo así, yo lo comprendo”.

—Cuando salga de aquí tendrá que enfrentar a esas mismas personas que dicen ser sus amigos y van a insistir en que se dé un “traguito”, ¿qué piensa al respecto?

—No seré complaciente. Si me piden algo lo daré, pero esos que no quieran curarse no me llevarán a lo mismo. Ah, ya tampoco puedo darme ese “lujo” porque soy hipertenso a causa del alcohol y yo quiero vivir.

— ¿Sabe que el alcohol es una puerta que permanece abierta para darle entrada a otras drogas?

—Sí, con el tiempo puedes caer en la marihuana u otra. Por ejemplo, yo he estado tomando y al acabarse la bebida hay quien le dice a otro: ‘Ven acá mi hermano, vamos a darle a esto’. Lo he visto, he estado en la tentación, pero hasta ahora me he dado vuelta y he dicho no le voy a eso y me he ido, he estado tentado, repito, pero he tenido la suerte de negarme.

— ¿Ha actuado en estado de embriaguez y después no ha recordado lo ocurrido?

—Cierto. De hecho los delitos que he cometido han sido así. He perdido lindos años de mi juventud preso por esa causa.

—Mientras estuvo preso, ¿cómo enfrentaba ese estado que siente un alcohólico al no poder beber?

— ¡Imagínese!, aunque cuando he estado “trancado” no tomaba y no me sentía tan mal, lo confieso, llegué a ser del consejo general de reclusos.

— ¿Qué otras afectaciones puede atribuirle a esta adicción?

—La memoria, siento que la he perdido. Yo estudié, tengo décimo grado aprobado y he tenido la oportunidad de seguir estudiando, incluso, en la misma prisión pude elevar mi nivel. Allí estudié gastronomía y tengo mi evaluación, es una profesión bonita y hay que estar presentable para atender a la población, eso me gusta. Cuando trabajas tu vida cambia por completo y te ven y dicen: ‘no puede ser, Román era un alcohólico y mira qué bien está’, eso me agrada.

—Al perder el trabajo, ¿dónde vivía?

—En la calle. Tirado por dondequiera bajo agua, sol y sereno. Lo mismo te da comer que no comer, bañarte que no bañarte, me llevaron hasta los zapatos.

—La bebida cuesta, ¿qué hacía usted para llevar esa vida sin faltarle el trago?

—Pescaba y lo vendía, no comía.

—Cuando tuvo casa, ¿vendió algo para beber?

—Sí, algunas cosas, lo que tenía a la mano, ropas, todo.

— ¿Siempre tomó bebida de calidad?

—No, ¡qué va! Empecé tomando lo mejorcito, actualmente lo mismo le metía al alcohol cola’o, de tienda, warfarina, lo que viniera, el organismo me lo pedía, si no tomaba los temblores, el decaimiento y la depresión me mataban. Para mí, mi único medicamento era el alcohol.

—Ese es el período de abstinencia…

—Sí, he aprendido todo eso, el médico me ha enseñado.

— ¿Qué lo motivó a acudir al médico?

—Vine voluntariamente. Sobrio fui al médico en Esmeralda. Él me atendió muy bien, me ordenó una glicemia (glucemia) y tenía el azúcar en sangre muy baja, llevaba dos días sin comer. Me pusieron suero y luego conversaron conmigo y me remitieron para acá, porque quiero curarme.

— ¿Qué tal los chequeos médicos?

—Bastante bien para lo que he pasado, aunque sí tengo un problemita en el esófago, me volví hipertenso y como fui ulceroso eso me lo van a investigar igual, porque me están dando algunos dolores.

—Enfrenta un tratamiento difícil, ¿Cómo lo resiste?

—Al principio, figúrese, era muy difícil, me deprimía. Llevo aquí 10 días. Estuve en la sala de los enfermos agudos porque el nerviosismo era mucho, la depresión, en fin. Me dan calambres, cucas, dolores intramusculares en los pies, pero he mejorado.

— ¿Cuál ha sido la ganancia de ese acto de beber?

—Ninguna. Todo ha sido pérdida. Reitero que la familia sufre, no todos soportan eso. Si hay un jabón en la casa cuando lo van buscar no está porque lo había cambiado por alcohol, y si había aquello lo trocaba por lo otro. No es fácil y muchas veces me pongo en el lugar de ellos. Yo tengo una sobrina enfermera en Bolivia, Ciego de Ávila. Ella me quiere, mas se cansan de uno porque estoy enfermo, pero por mí mismo y los entiendo.

—Veo que tiene tatuajes, si lo desea dígame, ¿se los hizo en prisión o fuera?

—Cuando era un inexperto, muy joven con 18 años. Tengo todo esto en mi cuerpo —me lo señala con sus dedos— y me ha pesado. Porque ahora es una moda; sin embargo, he perdido hasta mujeres por eso. En prisión no me hice ninguno porque ya lo rechazaba, estas marcas en mi cuerpo las he rechazado desde hace mucho.

— ¿Piensa que si un alcohólico quiere, puede dejar de serlo sin ayuda médica?

—Si lo hace a tiempo, quizás, en el estado que yo estaba, no. A mí me hace falta el psiquiatra, el ingreso.

— ¿Agradece a alguien en particular este período de recuperación?

—Al médico Carlos Morán. Él ha sido muy atento, me apoya, me ayuda.

A la derecha el Dr. Carlos Morán, ese que con paciencia y sabiduría le asegura que sí puede recuperarse.

 

—De momento me interrumpió para decirme:

—Ahora tengo como un estado de ansiedad, quizás hasta usted lo note, pero sé que se me va quitando.

—No se preocupe, ¿seguimos?

—Sí, sí.

— ¿Qué proyecto de vida tiene para el momento del alta médica?

—Recomenzar en todos los sentidos. Desde el punto de vista amoroso, laboral, y familiar con quienes me acepten porque figúrese ahora es un poco difícil, yo dormía bajo las matas, con lluvia cayéndome encima, sin almorzar ni comer, y me han rechazado, no me han dado ni un plato de comida. Ellos califican eso como una sirvengüenzura. Yo tengo que ganármelos ahora con mi comportamiento.

“Yo cobraba y ayudaba a mi hermana, la difunta que me crió después. Antes tenía más fortaleza física, hacía cualquier cosa, ahora no”.

— ¿Hacia dónde enrumbará su vida a su salida del hospital?

—Voy para Esmeralda. La casa de mi madre quedó en manos de mi hermana y ella me la ofrece a mí. Es en la localidad de San Juan de Dios, a kilómetro y medio de la presa El Porvenir. Pienso reincorporarme al trabajo y rehacer mi vida. Todavía tengo tiempo.

— ¿Cómo lo han tratado en este hospital?

—Muy bien en todos los aspectos. Usted ve al personal encima de los pacientes, entre los médicos. En la sala de los agudos, a los pacientes crónicos se lo dan todo, hasta el cigarro, todo gratuitamente.

“Quienes no tienen familiares los mantienen vivitos y coleando. Aquí hay uno que lleva 14 años, de Esmeralda, le dicen Tony. Una tía viene a verlo, pero está aquí y vive, gracias a la atención de todo tipo.

“Igual que ellos lo recibo todo sin pagar un centavo. Lo que enfrentaron aquí conmigo no fue fácil, estuve bebiendo 48 días sin comer, imagínese cómo llegué”.

— ¿Se le ocurre algún consejo para los tomadores?

—Claro, que dejen de tomar para siempre y así evitarán sufrir en carne propia lo mismo que yo. Eso no se lo deseo a nadie.

— ¿Y para aquellos que no beben?

—Que nunca lo hagan. He sufrido mucho, he perdido mucho y no he ganado absolutamente nada.

— ¿Su familia acudió a algún especialista para recibir orientación profesional acerca de cómo debía ser tratado?

—No, nunca.

— ¿Cómo pretende enfrentar los problemas cotidianos a partir de ahora?

—Como el resto de los humanos, dándole el frente y sin beber.

—Al iniciarse usted en la bebida tan joven, bien podría decirle algo a ese segmento poblacional.

—A esa parte de la  juventud que hoy en día está un poco suelta le aconsejo que cambie su modo de vida. Que trabajen, no tomen, porque las personas como yo, algunos están así como me ve, otros están presos, a otros los han matado.

—No le voy a preguntar su filiación política, eso no me importa, pero vive en un país en el que como en todos hay un sistema social imperante, por eso quisiera saber si cree que el nuestro lleva a los jóvenes a hacer cosas incorrectas, como beber demasiado.

—No, no, no. La juventud tiene oportunidad de estudiar, de trabajar para el Estado, por cuenta propia. Hoy tienen más que cuando yo nací.

—Ha estado preso en dos ocasiones, al salir de prisión, ¿se ha visto marginado por ese motivo?

—No, al contrario. Trabajas para el Estado o ahora por cuenta propia. Las personas tenemos derecho a cambiar.

— ¿Puede asegurar que va a tener un antes y un después al salir de este hospital?

—Se lo aseguro.

— ¿Le queda algo por decir?

—Repetir mi consejo. La bebida no da nada, solo perdición porque lo he sufrido en todos los aspectos de la vida. Por eso quisiera que todo aquel que lea esto sepa lo que he pasado y estoy pasando por consumir bebidas alcohólicas.

—Ahora vale la pena lo que está pasando...

—Claro porque vendrá un después.

—Y que siempre sea mejor.

—Va a ser mejor. Estoy decidido.

—Agradecí tanta sinceridad, dulzura y amor por dar a este hombre que me respondió.

—No, nada que agradecer. La verdad no ofende sino ayuda, más en estos casos que sirven de ejemplo para que otros no cometan los mismos errores.

 

Autora: Olga Lilia Vilató de Varona

Fotos: Otilio Rivero Delgado y la autora

Corrección: Oriel Trujillo Prieto

Drogadicción: un camino siempre equivocado

Drogadicción: un camino siempre equivocado

Por varias razones me fue imposible actualizar mi página en horas tempranas. De cualquier manera, lo mismo sea lo que queda de hoy, o mañana o pasado, siempre es un buen momento para abordar el tema de la drogadicción.

Dícese que la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas estableció el 26 de junio como el Día Internacional de Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas, en 1987.

Desde mi modesta experiencia, he tenido la oportunidad y no digo privilegio, porque esto es algo que no disfruto, todo lo contrario, lo sufro, de entrevistar a varios adictos a las drogas y a algunos de sus familiares.

Reproduzco aquí una de estas entrevistas por ser de las que más me impactó. Como siempre protejo su verdadera identidad. Jamás he publicado sus verdaderos nombres. Esta vez lo llamaré Eugenio, ni siquiera como en la primera ocasión.

—Me inicié en la droga en el tercer año de Universidad en La Habana. Tenía entre 21 y 22 años. Comencé por curiosidad, tuve amistades que así practicaban yoga, otras religiones que yo no conocía, pues no profesaba ninguna cuando aquello.

“Me llamó mucho la atención el misticismo, y creo que las personas que van a parar a la droga es porque tienen algo en sus vidas, que los impulsa a buscar algo más allá de lo permitido y yo tenía bastantes problemas familiares, muy serios y no sé si buscaba otras realidades mediante la evasión de la realidad en que yo vivía.

“Lo primero que hice fue compartir con gente que consumía droga que me hablaban de sus estados, y me insistían en que me iniciara, eso tiene sus ritos de iniciación, hasta que un día fui con un amigo al monte y consumí el hongo, ese que crece en el excremento de la vaca. Hay que comérselo a pulso, después supe que lo preparaban, lo guardaban, le hacían muchos procesos, pero yo lo consumí siempre directamente.

—¿Qué pasaba entonces?

—Me producía alucinaciones muy grandes. Era la misma realidad, pero con un enfoque diferente, te da la impresión de que es más dulce, más agradable, más llamativa, me hacía sentir muy bien, que era lo que yo andaba buscando y necesitaba y por fin lo había logrado, llegó el momento que era más importante que mi familia, mis amistades. Solamente compartía con quienes consumían drogas.

“Entre mis intereses estaba la droga y sobrevivir en La Habana como pudiera. Después eso mismo me llevó a consumir marihuana, chamisco, o sea, la hoja de la campana. Incluso, me pasé tres días con sus tres noches perdido en un parque y tuve momentos de los que no recuerdo nada en absoluto, cuando aparecía estaba sin camisa, lleno de fango y de golpes, hacía cosas de manera inconsciente.

—¿Consumiste otro tipo de drogas?

Yo consumía también algunos medicamentos, pero prefería el hongo. Si acaso probé otro tipo, como la cocaína o el crack fue sin saberlo, porque te ofrecían refrescos en esos lugares, tú sabías que contenían algo, pero sin conocer qué era, probé las anfetaminas, aunque no sé cuál específicamente.

“Una vez hicimos una fiesta, donde no se bebía ron ni cerveza, era una fiesta de despedida de un amigo, con música sicodélica, lo que consumíamos era anfetaminas y marihuana, todos. No tomaba alcohol antes, era como cualquiera en una ocasión determinada, no tenía ese hábito de tomar, no lo necesitaba.

—¿Si tuvieras que describir la repercusión de tus actos?

—Me fui alejando de mi familia, de mis verdaderas amistades, de los estudios, de todo, entonces sucedió una cosa, la droga no era lo mismo, no me proporcionaba felicidad ni me era agradable, era algo muy complejo, porque aunque esa era la sensación, la necesitaba, mi organismo me la pedía y era más fuerte que yo mismo, te domina el cerebro y no logras entender que es dañino.

—¿Cómo decidiste dejar la drogadicción?

—Yo decidí volver a mi casa y comenzar una nueva vida, dejé los estudios, y pensé trabajar, pero no tenía decidido dejar la droga. Después por crisis de abstinencias armé escándalos, busqué pleitos, cosas que llevaron a mi familia a comprender que era algo fuera de lo normal y me llevaron a tratamiento psiquiátrico.

“Estuve ingresado varias veces en el hospital Psiquiátrico de Camagüey y  por fin me quitaron la droga, no la dejé, no fue algo que dejé, yo solo no hubiera podido. Creo que es muy difícil que alguien consiga dejar la drogadicción por sí solo.

“Consumí, aproximadamente, entre dos o tres años. No entendía a mi familia, para mi concepto me estaban haciendo la guerra (mi familia y amistades), y era yo quien se la hacía a ellos. Ahora agradezco a mi familia por todo el trabajo que pasaron, pena, vergüenza. Lo sufrieron por mí.

“Desde el punto de vista médico, la atención fue buena, convivir con pacientes psiquiátricos no es nada bonito, ni para disfrutar y mucho menos siendo uno paciente psiquiátrico.

—¿Eres paciente psiquiátrico desde antes o después de consumir drogas?

—A mí me atendieron con psicólogo por dificultades familiares y eso, pero mi padecimiento es producto de la droga.

—¿Si no hubieras consumido droga cómo serías ahora?

—Si hubiera escogido otro camino sería ahora un buen profesional, un magnífico profesional. Después volví a la Universidad y ya mi capacidad de concentración no era la misma. Estuve durante cuatro años repitiendo.

“Mi inclinación profesional es por las ciencias, pero como hobby, por placer, las letras, aunque te confieso que lo hago con mucha intensidad y a veces me propongo lograr cosas y escribo.

“La secuela es una enfermedad, que es la esquizofrenia, pierdes el contacto con la realidad, muchas veces piensas una cosa, la das por segura y cuando vienes a ver todo es al revés, diferente a lo esperado y simplemente estás perdiendo el contacto con la realidad.

—De todas formas es loable que trabajas y eres útil a ti mismo y a la sociedad.

—Sí, pero yo me comparo conmigo mismo antes de la droga y me doy cuenta que me es difícil controlarme.

—¿Has recaído alguna vez?

—Después de algunos ingresos psiquiátricos volví.

—Pasado el tiempo…

—Tengo 31 años, con un futuro por delante y puedo proponerme cosas, aconsejo que si se sienten desesperados y con necesidad de buscar algo más allá de la realidad, algo místico, que pidan ayuda. Es lo más inteligente, el intercambio, el diálogo, la comunicación entre las personas, eso es importante, si no es un médico, que sea un sacerdote, yo lo veo así, para mí el médico y el sacerdote están muy cerca los dos. Yo soy católico, y tanto el médico como el cura me han orientado y ayudado mucho.

—¿Si tuvieras que dar un consejo al respecto?

—Que nunca se dediquen a la droga, eso es arriesgar tu vida, arriesgarlo todo, todo, todo, la enajenación del placer se convierte en un martirio, vas sintiendo menos placer, pero lo vas necesitando y el cerebro te lo pide.

—¿Qué tiempo llevas fuera de la adicción?

—Totalmente fuera llevo unos seis años, y no pienso volver, bajo ningún concepto vuelvo a la droga. Ya la metedura de pata que iba a hacer en mi vida la hice y me ha costado muy caro.

—¿Cómo fuiste acogido en el trabajo?

—Muy pocas personas conocen que yo consumía drogas, pero quienes lo saben me asimilan muy bien, no he tenido dificultades de ningún tipo, me quieren, nadie me ha rechazado y la mayor parte sabe que soy esquizofrénico y me tratan como si fuéramos familia.

—El final con tu familia ¿cómo ha sido?

—Está muy contenta con mi recuperación. Yo me había peleado con casi todos mis tíos, a mi padre lo ofendí públicamente, a mi madre le pegué, ahora todo se ha recuperado, vivimos en armonía. Tengo un hermano mayor. Ahora somos más felices.

ACOTACIONES NECESARIAS

Esta entrevista la realicé en el 2006 y felizmente Eugenio sigue sin consumir. A él mi reconocimiento y admiración, por su esfuerzo, que ha sigo grande. Nunca más se ha visto como los de la imagen tomada de Internet.

La publicación no salió entonces exactamente así por falta de espacio.

Es muy posible que muchos describan a un drogadicto como un delincuente; sin embargo, la mayoría de los que he entrevistado, también muchachas, son personas tranquilas, agradables, preparadas, con buenas costumbres y familias funcionales. Eso sí, han tenido el denominador común de dejarse llevar por otros, tratar de ser agradables y de “encajar” en ciertos grupos, por eso complacen los pedidos de esos otros.

Tratar de detener este flagelo de la humanidad nos ocupa a todos. Los padres tenemos que prepararnos y hablar claro con nuestros hijos. En mi caso personal le di a escuchar cada una de mis entrevistas a mi adolescente hijo, las cosas que oía lo dejaban perplejo. El mismo papel les corresponde a los educadores. Ellos pueden y deben persuadirlos acerca de los valores, la autoestima y cómo fortalecer la personalidad, los valores morales sin “complacer” por “complacer”, sino con seguridad de sus actos.

En todas las áreas de Salud de la provincia de Camagüey , como en el resto de Cuba, hay centros Comunitarios de Salud Mental donde son acogidos los drogadictos como lo que son: enfermos, siempre con el optimismo y la convicción de que pueden salir adelante.

 

Autora: Olga Lilia Vilató de Varona

Corrección: Oriel Trujillo Prieto

Foto: Tomada de Internet

Más sobre el tabaquismo: un testimonio

Más sobre el tabaquismo: un testimonio

Érase una estudiante de Preuniversitario, camagüeyana e hija de padres que jamás habían llevado un cigarro a sus labios. Un buen día, a la sazón de un grupo de amigas fumadoras comenzó la "gracia". Le decían: "Prueba, este no hace daño, es de los suaves".

A tanta insistencia y con los deseos de agradar como sucede en la mayoría de estos casos, la muchacha "probó" aquello que hasta la mareó, pero lo hizo una y otra vez, aunque con los llamados cigarros fuertes. El olor y la sensación le resultaron mucho más agradables. Así comenzó esta historia que cambió la vida de esta chica para convertirla en alguien ansiosa, con deseos de fumar a cualquier hora; no obstante, se cuidaba de no hacerlo en público. Por aquellos años no era muy bien visto.

En esa época hablar de fumar no tenía nada que ver con la adicción. Simplemente era un mal hábito que llevaba a la halitosis, a los dedos y dientes amarillentos y a esa avidez desenfrenada de fumar cada vez más y que origina la nicotina, la responsable de la adicción de fumar.

Los jóvenes por su naturaleza no tienen percepción del riesgo y el peligro que corren y menos aún piensan en la muerte. De ahí que ignoren o no presten la debida atención a los padres y mayores en general cuando los alertan acerca de los males que traen consigo prácticas como estas, que hoy, 31 de mayo, está dedicado al Día Mundial Sin Tabaco, a propuesta de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

La muchacha de la que doy fe en este recuento, ya con 22 años y a punto de comenzar a trabajar, fue a arreglarse las uñas un buen día de 1976 y se quedó horrorizada de la forma tan seguida con que fumaba quien la atendía en la peluquería, y también de su apariencia; tenía un color cetrino, excesivamente delgada y con una voz ronca poco común en la mujeres. La chica pensó en ese momento: "Dentro de poco estaré así".

Llegó a su casa, se deshizo de cuanto cigarro vio en su camino y se juró a sí  misma no fumar más. Sufrió porque no lo hizo con apoyo de personas especializadas, no sabía que utilizar "muletas psicológicas" (sustituir las fumadas por otros quehaceres como conversar por teléfono, comer caramelos, en fin,…) podrían hacerle la vida más llevadera. Se acostaba muy temprano para no pensar y así, con esfuerzo y mucha, mucha voluntad jamás se llevó un cigarrillo a la boca. Hoy con 57 años le molesta hasta que fumen a su lado, detesta el humo, dejó de sentirse ansiosa.

Por supuesto, hoy le habría sido más fácil. Camagüey cuenta con los centros comunitarios de Salud Mental donde atienden a pacientes con adicciones de todo tipo y las terapias la habrían ayudado a salir del “bache” como decimos en buen cubano. Facilito este testimonio con conocimiento de causa porque aunque no lo parezca, la fumadora era yo.

 

Autora: Olga Lilia Vilató de Varona

Corrección: Oriel Trujillo Prieto

Ilustración: Tomada de Internet