Vacunas cubanas que cruzan las fronteras
Aún hoy, tras varios años de comprobada eficacia, la vacuna cubana contra la meningitis B sigue siendo ignorada por países industrializados, mucha de cuya literatura médica declara inexistente la inmunización contra ese serotipo.
“Hay muchas barreras regulatorias, obstáculos que imponen a veces las propias transnacionales”, dijo a IPS la científica cubana Concepción Campa, que encabezó el grupo de investigadores que en los años 80 descubrió y desarrolló la vacuna salvadora de millones de niñas y niños.
VA-MENGOC- BC es la única vacuna disponible en el mundo contra la enfermedad causada por el meningococo B y está incluida desde 1991 en el esquema nacional de inmunización infantil de Cuba. Desde entonces, la meningitis no es un problema de salud pública en esta isla.
“También se ha usado con éxito en otros países de América Latina, como Brasil, Argentina, Uruguay, Colombia y algunos centroamericanos. La vacuna es indiscutiblemente más aceptada que en sus inicios, pero sigue sin entrar en Europa”, explicó Campa, presidenta-directora general del Instituto Finlay.
La mitad del personal del Finlay son mujeres. Sus ofertas de investigación, desarrollo y producción de vacunas y sueros incluyen también protección contra la meningitis A y C, la leptospirosis, la difteria, le tétanos, la fiebre tifoidea y la tos ferina.
IPS: Busqué al azar en Internet y encontré literatura médica de Europa que dice que no existe una vacuna contra la meningitis tipo B, cuando ustedes la tienen desde principios de los 90. ¿Cómo es posible?
CONCEPCIÓN CAMPA: Esa vacuna debe competir con (laboratorios) transnacionales que tienen programas de mercadeo muy costosos y son elaborados con mucha inteligencia empresarial.
Hemos conversado con algunas compañías, pero desde el inicio nos aclaran: “somos una firma lucrativa y nuestra principal razón son los porcentajes de ganancia. Por supuesto, además trabajamos para la salud”.
Para nosotros ese principio supone una desventaja. Trabajamos ante todo en bien de la salud humana, no para lucrar, y no disponemos de los volúmenes de dinero que hacen falta para el mercadeo y la información a la población. La antimeningocócica B ha sufrido bastante en este tema.
IPS: Pero Cuba necesita aumentar sus ingresos financieros y la biotecnología es una vía para ello.
CC: De acuerdo, solo que nuestras ganancias nunca serán equiparables a las obtenidas por las transnacionales. No es que estemos en pérdida, no podríamos, pues necesitamos investigar y desarrollar nuevos productos. Pero no es comparable el lucro de las transnacionales con las utilidades que obtenemos nosotros.
IPS: Cuba ha optado en el campo de la biotecnología por trabajar de manera conjunta con terceros países. ¿Es así también en el caso del Instituto Finlay?
CC: El primer convenio surgió con Brasil y justamente a partir de la antimeningocócica B, allá por 1990 o 1991. Necesitaban volúmenes enormes de esa vacuna y nosotros teníamos capacidad para los principios activos, pero no para el proceso industrial final de llenado y envase.
Nos asociamos para enviarles el preparado en botellones, lo que abarataba el costo de la vacuna para ellos y a nosotros se nos facilitaba el proceso industrial. Así nació una colaboración que con Brasil ha sido muy fuerte.
IPS: Un buen antecedente para la asociación entre el Instituto Finlay y el gubernamental Instituto de Tecnología en Inmunobiológicos, Bio-Manguinhos, de Brasil, a fin de producir vacunas destinadas al llamado cinturón de la meningitis en África…
CC: Así es. En 2006 recibimos la solicitud de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para producir la antimeningocócica A-C que se necesitaba para encarar brotes epidémicos en África. Nos asociamos y pasamos juntos la calificación de la OMS. Es una colaboración Sur- Sur que marcha muy bien.
Construimos una planta totalmente con inversión cubana para fabricar esa vacuna, que inauguramos en diciembre de 2008. Ahora estamos trabajando además la antimeningocócica W-135, una de las que está impactando más en África. También responde a una emergencia planteada por la OMS.
Según el acuerdo, Cuba vende a Brasil el principio activo de la vacuna. La nación sudamericana lleva a cabo el final del proceso, que incluye llenado, liofilización (desecación al vacío y a muy bajas temperaturas), envasado, etiquetado y controles de calidad, para luego vender a los organismos internacionales o directamente a países africanos.
IPS: ¿Con qué otros países existen convenios de colaboración?
CC: Tenemos proyectos de investigación con Malasia y algunos países de Europa, como Gran Bretaña, Suecia, Suiza e Italia. En América Latina, con Chile, México, Argentina, con el mismo Brasil, en investigaciones básicas. En producción, la colaboración más fuerte siempre ha sido con el gigante sudamericano.
Hay otros intentos. Conversaciones y procesos de negociación para producciones cooperadas con Vietnam, India, Egipto y China, entre otros países. También hemos intentado esta colaboración con Sudáfrica. El primer paso sería la producción y después la transferencia de tecnología.
IPS ¿Cuál es el secreto para desarrollar una industria tan compleja en condiciones de país en desarrollo?
CC: Cuba cuenta con varias fortalezas de trabajo. La primera es la prioridad concedida por el Estado, que hizo inversiones millonarias para tener la industria que hoy tenemos. La segunda radica en sus recursos humanos, resultado de un proceso revolucionario que elevó la educación a un primer lugar.
Otra fortaleza es la colaboración entre todos los centros de investigación. Nosotros no competimos, nos ayudamos. Ahora mismo, la vacuna contra el neumococo la estamos haciendo entre dos instituciones científicas. Cada una tiene su independencia económica y organizativa, pero en el trabajo somos de verdad una familia que se quiere y se entiende.
IPS: ¿La vacuna contra el neumococo es ya una realidad?
CC: La estamos trabajando en colaboración con el Centro de Química Biomolecular porque el neumococo se ha convertido en una de las primeras causas de enfermedades infecciosas, no solo en los niños de Cuba, sino en otras partes del mundo. Es una vacuna que ya existe, pero falta adecuarla en su composición, eficacia y precio. Está bastante avanzada y aspiramos a hacer los primeros ensayos clínicos próximamente.
Esta bacteria ocasiona neumonía, meningitis y otitis. Es una vacuna de siete valencias o sea que protege contra los siete tipos de neumococo más comunes en Cuba y América Latina. Cada desarrollo nuestro parte de una necesidad de salud de éste o de otros países del Sur.
IPS: ¿Qué otros proyectos ocupan a su institución?
CC: El desarrollo más inmediato es el de la antimeningocócica W-135, que ya está casi terminada y los ensayos clínicos se harán en enero próximo. Cuando se trata de un producto que ya está en el mercado, las regulaciones permiten demostrar que es igual o superior a los que ya existen.
(Tomada de Cubadebate, con información de la agencia de prensa IPS)
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