Once meses de mi bebé amamantado
Cuando escucho que una embarazada trae un feto valioso, así le llaman por ser esta una mujer con una fertilidad baja, por su edad o abortar de manera espontánea en otras ocasiones, me pregunto: ¿Qué feto no será valioso? La respuesta que encuentro siempre es la misma, para mí no hay uno solo que no lo sea.
Después que la pareja decide concebir su hijo la mayoría de los hechos rondan alrededor del propósito; luego, del cuidado del embarazo y de una preparación psicológica que trae beneficios inestimables: amamantar al bebé.
Desde ayer 1ro. de agosto y hasta el día siete se celebra la Semana Mundial de la Lactancia Materna y sin problema alguno podría mencionar innumerables acciones que a nivel del sistema de Salud cubano se realizan para fomentar, yo diría más, rescatar esa práctica tan especial que es la de lactar a los hijos, pero, como aclaro en estos casos, me referiré a mis propias experiencias, por las prerrogativas ofrecidas por esta, mi página personal.
Deseaba infinitamente tener un hijo y no llegaba. Asistí a consultas afines a estos casos aquí en mi Camagüey y en la capital del país. Las respuestas a todos los exámenes eran favorables; sin embargo, la cigüeña no quería visitarme. Al faltarme el último examen en La Habana, el test postcoital, no podía reservar los pasajes porque la menstruación tampoco llegaba. Esa espera me puso un poco ansiosa, mas no me pasaba por mi mente cuál era la realidad: estaba embarazada.
Acudí a mi amigo de la infancia, el doctor Francisco Rodríguez (Paquito), Ginecobstetra reconocido y que siempre me alentaba con esa calma y serenidad que lo caracteriza, y hasta él perdió la calma. Me dio la noticia con una alegría especial. Me dijo: "¡enganchaste!" y para más, lo parí un 31 de marzo, el día que cumplí los 35 años de edad, y con 15 minutos de diferencia del parto de mi madre y del mío, ¡qué regalo!
A partir de ese momento mi preocupación era ¿lo podré amamantar?, ¡cuánto lo deseaba!, esa era mi meta a conquistar. Recordaba cada consejo del Dr. Manuel Oliva, Pediatra prestigioso y con el que mantengo una linda amistad. Lo logré y con creces. En aquellos años, lo tuve en 1989, las mujeres trabajadoras no disfrutábamos del privilegio de una licencia de maternidad retribuida por un año como sucede ahora. Por tal motivo pedí una licencia sin sueldo por 12 meses para dedicarle a Orielito, mi hijo, todo el tiempo del mundo.
Los primeros días de nacido tomaba su leche a demanda, lloraba y yo lo ponía al pecho cada vez que quería hasta que esperaba las tres horas, después comenzó a dormir toda la noche y así nos fuimos entendiendo y compenetrando de una forma increíble. Nos mirábamos y parecía que ya sabíamos qué queríamos el uno del otro. Yo le cantaba o le conversaba y él prestaba una atención que parecía mayorcito.
Ya con seis meses, la toma de la noche la comenzábamos poco antes de las ocho y cuando oía a “La Calabacita”, spot televisivo que indica a los niños más pequeños que es la hora dormir, él soltaba el pecho, se sentaba a escuchar aquello y cuando terminaba volvía a lo suyo. Así iban pasando los meses y empezó la costumbre de tomar su teta, soltarla, tirarme un beso bien sonado y seguir su faena. Esos son hechos irrepetibles y que solo una madre que lacta a su hijo puede experimentar.
Tuve tropiezos, sí, hubo quienes me aconsejaban lo contrario, hasta una enfermera osó decirme que mi hijo era varón y me iba a acabar. ¿Podrá un hijo acabar con su madre por el hecho de alimentarse de su leche? ¡Qué absurdo!
Pero me beneficié de más apoyo que de obstáculos. Mis padres siempre me alentaban y halagaban el hecho, mi esposo ni se diga, con la disposición infinita de proporcionarme todo alrededor como el vaso de agua o de leche que me pedía el organismo en ese instante y las comodidades mínimas para estar relajada.
Lo único que mi esposo no entendía muy bien era que Orielito casi no tomaba agua, decía que si yo tenía un pozo, y sí, mi leche la contenía.
Así se sucedieron uno tras otro los primeros once meses de mi hijo. Comencé entonces a querer adaptarlo al pomo y esa fue otra historia. Al verlo cogía el suyo, el particular, ese que llevaba dentro los nutrientes necesarios y al momento de su nacimiento el calostro, llamado primera vacuna, por sus proteínas protectoras. Esa primera leche es rica en vitaminas, inmunoglobulina, y anticuerpos. Fueron días de cambios, para él y para mí, y confieso que me gustaba aquello, me hubiera sentido decepcionada si aceptaba aquel “artefacto” con su tetera, sin acordarse de su tetica, lo declaro sin pena alguna.
Hoy se habla de que la lactancia natural ayuda a los niños a ser más resistentes al estrés, y que quienes amamantan a sus hijos tienen menos peligro de sufrir de enfermedad coronaria. Los especialistas aseguran lo beneficioso que resulta para los niños el recibir ese alimento en su primera hora de vida. Aquí, en el hospital Materno Infantil Ana Betancourt el recién nacido recibe su primera “tetada” en la mesa de parto.
El parto es algo muy natural y con todo y eso no deja de ser agresivo y un cambio rudo. El feto abandona abruptamente un lecho cómodo, oscuro y con protección, para enfrentarse, a que su cabecita atraviese el canal del parto, a la luz, al clima de la sala hospitalaria, los ruidos ambientales, a que le corten el cordón umbilical y las nalgaditas para hacerlo llorar. Cosas que el bebé, nunca entenderá.
Si encima de todo esto la madre no le ofrece su pecho, no lo coloca del lado izquierdo para que los latidos de su corazón le hagan sentirse más seguro, entonces el sufrimiento será mayor. Por eso una cosa sí puedo asegurar desde mi propia experiencia y es que hice feliz a mi hijo y yo lo fui también. Quien rechaza esa comunicación tan especial comete un grave error que no tiene vuelta atrás.
Autora: Olga Lilia Vilató de Varona
Foto: Cortesía de familia
Corrección: Oriel Trujillo Prieto
10 comentarios
Cuqui -
Sí, los hijos son un regalo de Dios. Cuando las madres amamantamos ofrecemos alimentación, felicidad y mucho amor, pero también lo recibimos de ellos, es algo incomparable, quien no lo hace no sabe lo que pierde, pues son cosas irrepetibles.
Este escrito lo puse también en mi blog más nuevo porque es una vivencia personal. Ya sabes entra de vez en cuando a Crónicas con un final no anunciado, por la dirección: cuquivilato.blogspot.com
Te quiero amiga, un beso inmenso, Cuqui
Esperanza Manresa -
-
opinión. Imagino hayas vivido una experiencia similar, que sabes es
inigualable. Otro abrazo para ti.
Blogia
Dania Jurado -
-
Yo siento una felicidad inmensa en compartir este tipo de experiencia,
imagínate la que experimenté en aquellos tiempos.
Otro beso para ti.
----- Original Message -----
From: "Blogia"
Yanetsy -
-
contestado.
Me imagino eso, que te hayas acordado de ti misma, es muy lógico, toda mujer
que amamanta a su hijo jamás lo olvida, es algo !tan especial!
Gracias por tus elogios. Ojalá testimonios como estos influyan en aumentar
la cantidad que mujeres que ofrezcan su leche a sus bebitos por el bien de
ambos, otro beso para ti, Cuqui
----- Original Message -----
From: "Blogia"
Nelly Nafeh -
-
Sí, realmente amamantar a un hijo es una experiencia única para
ambos,cariños
----- Original Message -----
From: "Blogia"
Liset -