No seamos cómplices
En 1999, en la Asamblea General de las Naciones Unidas se eligió el 25 de noviembre como Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, debido al hecho histórico ocurrido de manera sangrienta ese mismo día de 1960, relacionado con las hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, en República Dominicana, víctimas de un crimen ordenado por el entonces Generalísimo y Jefe de Estado de ese país: Rafael Leonidas Trujillo.
Cuba integra las naciones de América Latina y el Caribe que efectúan una Campaña desde esta fecha al 10 de diciembre: Día de los Derechos Humanos.
El Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, lanzó la campaña global, en febrero del 2008, denominada: Únete para poner fin a la violencia contra las mujeres, con el propósito de hacer una llamado a los gobiernos, a la sociedad civil, al sector privado, a los medios de comunicación y al propio sistema de Naciones Unidas para, de manera conjunta, prevenir y eliminar la violencia hacia las mujeres y las niñas.
A propósito de esta jornada llegué al Licenciado José Eduardo Vázquez, Master en Psiquiatría Social y jefe del Laboratorio Neurocognitivo del hospital pediátrico Eduardo Agramonte Piña y Profesor Asistente, muy vinculado a la temática.
—¿Cómo calificaría la violencia de género, en este caso contra la mujer?
—Es una acción directa o indirecta mediante la cual ocasiona sufrimiento físico, sexual o mental contra la mujer con el objetivo de castigarla, humillarla, denegarle su dignidad humana, su determinación sexual o su integridad física, mental, moral o menoscabarle su autoestima y personalidad.
“Por lo general las mujeres que soportan cualquiera de estos tipos de violencia tienen una autoestima baja”, añadió.
—¿Por qué algunas no dan cuenta de su situación a las autoridades competentes u organizaciones de masa como la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) para recibir ayuda?
—Muy frecuentemente por el temor que les impide hasta abandonar una relación de abuso, pues el riesgo de agresiones contra ellas aumenta si deja a un lado su relación o amenaza con hacerlo.
—¿Qué opina acerca de eso que se dice: “entre marido y mujer nadie se puede meter”?
Eso es un mito. Cuando no actuamos y silenciamos tales situaciones nos convertimos en cómplices de esa violencia, mientras de lo que se trata es de sensibilizar y desmontar mitos. No seamos cómplices.
—¿Cree que en nuestro país hay violencia suficiente como para ser atendida de manera multisectorial?
—Definitivamente, sí, y constituye un obstáculo para lograr la igualdad, la equidad, el desarrollo, la paz y la participación social. Es una violación de los derechos humanos que obstruye su libertad personal y anula las garantías fundamentales como el derecho a la seguridad, a la integridad e incluso a la vida. Aunque la voluntad política aquí es precisamente terminar con la violencia en este segmento de la población y garantizar la igualdad de género, no puede afirmarse la desaparición del nocivo proceder. Sin contar que hay otros tipos de violencia que no solo se manifiestan entre la pareja.
—¿Cuáles son sus raíces fundamentales?
—Están relacionadas con el sistema de poder patriarcal y nacen de la desigualdad de género y esto ocurre simple y llanamente porque son mujeres, y sucede independientemente del color de la piel, el nivel escolar y la profesión.
—¿Qué consecuencias puede traer la violencia en estos casos?
—Las consecuencias en ocasiones son impredecibles hasta al punto de ocasionar la muerte, y cuando esto no ocurre se eleva el riego de una mala salud. Literaturas consultadas indican que incrementa el riesgo de suicidio en cuatro veces más y puede conducir a la prescripción médica, o sea, a tratamiento psiquiátrico en tres veces más ante quienes no sufren de ese flagelo. Sin contar con los estados progresivos, el estrés post-traumático, la ansiedad, las enfermedades crónicas, por solo mencionar algunas. Estas cuestiones son vitales si conocemos que una de cada tres mujeres en el Mundo está afectada por la violencia.
—¿Y sus causas?
—Entre las más frecuentes los celos, el alcoholismo, problemas económicos y la frustración.
—¿En el caso de Cuba dónde pedir ayuda?
—Tenemos las Casas de Orientación a la Mujer y la Familia, auspiciadas por la FMC, los Centros Comunitarios de Salud Mental y otras dependencias habilitadas a tales efectos, especialistas judiciales, las autoridades policiales y otros.
Autora: Olga Lilia Vilató de Varona (Cuqui)
Foto: Oriel Trujillo Prieto
2 comentarios
Cuqui -
Gracias por entrar y comentar...
Andres Moran -