Una parte de este oasis
En la foto al extremo izquierdo, tenemos al centro al Dr. Leosvel junto a algunos de sus compañeros; debajo Yania, su esposa, quien al momento de esta publicación estaba ingresada en el hospital materno infantil Ana Betancourt, a la espera del parto; y a la derecha la madre del galeno.
Por estos días he escudriñado todo lo que he podido acerca de la fiebre hemorrágica por el virus del Ébola. Todavía no hay noticias halagüeñas, solo que es una enfermedad infecciosa de etiología viral, muy grave, altamente contagiosa y mortal, que afecta tanto a seres humanos como a otras especies de mamíferos.
Algunos de los 14 camagüeyanos que andan y desandan por esos tres países del África Occidental: Sierra Leona, Guinea Conakry y Liberia, dan fe, con suma modestia, de cuánto hacen y harán por detener tan complicada dolencia.
Ahora viene un dilema para mí y es ¿por dónde empezar? Pero como se dice: las damas primero, así lo haré y por orden de experiencia acumulada.
Mis dos entrevistadas son del municipio de Vertientes, de Camagüey, Cuba: Vidalina Gutiérrez Rivero es la madre del Dr. Leosvel Pérez, ahora en Sierra Leona, para cortarle el paso a esta enfermedad; y Yania Ocampo Rosales, de 23 años, la esposa que está casi a punto de parir.
Vidalina es muy expresiva. A mi difícil pregunta acerca de qué sintió cuando supo la noticia de que su hijo marcharía a una misión tan compleja, confesó sin pensarlo dos veces:
“El corazón se me puso como una pasita, me lo sentí oprimido. Él llegó y le dije: ¿vienes a decirme que te vas para afuera?, yo no lo sabía, solo lo presentí y él me respondió: ‘Sí, mami, me voy a África a hacer algo por combatir el Ébola’, y le soy sincera, le pedí que no se fuera, lloré, lo abracé y luego lo comprendí, él me explicó y me dio sus puntos de vista de qué es un médico y me comentó que siempre salía y regresaba, por qué ahora no.
“Me aseguró: ‘No te aflijas, yo viro, esto es como una escuela, hay que prepararse y así evitamos la entrada de esa enfermedad aquí, los vamos a proteger a todos, no es solo ayudar a los más desfavorecidos’. Entonces ya lo que me quedó fue aconsejarlo y lo estoy esperando con orgullo y amor. Estoy pendiente del embarazo de su esposa para cuando llegue tenga su otra hija.
“Sus tres hermanos se desvelan por él, siempre pendientes y dándole ánimos y consejos para que se cuide en extremo, como pasa con el país entero. Las personas se preocupan por ellos. Los quieren y la población está muy orgullosa de ellos”.
Su esposa es un poco más tímida; aun así me contó:
“El director de Salud del municipio lo llamó alrededor de las nueve de la noche y le preguntó si ofrecía su disposición para viajar a África Occidental y enfrentar el Ébola. Él dijo que sí sin pensar si era enseguida o más adelante.
“Después vino y me consultó, al principio no le creí, pero me convenció y vi que era cierto. Le dije: Tú haces lo que entiendas, no seré un obstáculo, pese a que ahora estoy embarazada y me quedaré sola, no es algo fácil.
“Ahora he visto que me apoyan. Yo trabajo en la dirección municipal de Salud, soy técnica en Salud y Seguridad del Trabajo. Mis compañeros vienen, me visitan, me preguntan cómo estoy”.
Ya hacía sus planes para ingresar en Vertientes y a la hora del cierre de esta edición se encontraba en el hospital materno infantil Ana Betancourt, de Camagüey. Allí parirá dentro de muy poco.
—¿Sabes qué traes?
—Me dijeron que una hembrita que se llamará Yanisvel, por mi nombre y el de él.
—¿Mantienes comunicación con él? ¿Cómo lo notas?
—Sé de él a menudo y lo noto muy normal. Me asegura que los están cuidando, incluso, antes de comenzar a tratar a los enfermos los evalúan y si no aprueban tienen que esperar a lograr cómo manipular al paciente, cómo vestirse y desvestirse. El cómo trabajan se lo dejaré a él para que le cuente.
“Lo siento tranquilo y estoy segura de que se encuentra bien. Nos comunicamos por correo en Salud Pública porque no tenemos teléfono”.
—¿Conoces el tiempo que permanecerá en Sierra Leona?
—Dice que se habla de seis meses, luego estará en cuarentena allá antes de regresar y también cuando llegue porque eso es beneficioso para su seguridad, la nuestra y la de todo el pueblo.
—¿Qué te dice del nacimiento del bebé?
—Está feliz y deseoso por estar con nosotras. Él tiene dos nenés; una de ocho y el otro de 15.
—Si hablaras con él ahora mismo, ¿Qué le dirías?
—Que se cuide, eso es lo primero, que lo estaré esperando con nuestra niña en brazos y que lo quiero mucho.
CON LEOSVEL VÍA INTERNET
Él me aclara que tiene 42 años y se graduó en 1996 en el Instituto Superior de Ciencias Médicas Carlos J. Finlay, de Camagüey. La especialidad de Medicina General Integral (MGI) la terminó en el 2002 en Vertientes y como supe que siendo casi un niño estuvo en Bulgaria y Checoslovaquia me dijo:
“Visité esos países por un viaje de estímulo en 1985. Fui Vanguardia Nacional de la Organización de Pioneros José Martí (OPJM) en 1984”.
—¿Cómo se llaman tus otros dos hijos?
—Leosvel, de 15 años, y Lisbel Pérez Álvarez, de ocho. La bebé que está a punto de nacer se llamará Yanisvel, creo que ya lo sabes.
—¿Cumpliste otras misiones?
—En Guatemala del 2006 al 2008 y en Venezuela en el año 2010.
—¿Se parecen aquellas a esta?
—No, ninguna con estas características, ni con el grado de riesgos a que nos exponemos a pesar de la violencia enfrentada en estos países. Yo estaba preparado psicológicamente para salir a cumplir misión de nuevo y mi esposa también al igual que los demás, pero nunca imaginamos fuera bajo estas circunstancias.
“Así y todo, cuando el director municipal me pidió mi disposición no vacilé y enseguida me preparé para integrarme al contingente Henry Reeve. Después de ver la visita de nuestro Ministro a Ginebra comprendí la magnitud del problema y la necesidad de ayudar a los pueblos africanos y también la de prepararnos para evitar que entre a nuestro país esta terrible enfermedad. Siempre pensé en mis hijos y en mi familia para dar este importante paso y lo hice por principios y propia voluntad humanitaria”.
—¿Ya están trabajando con pacientes con Ébola? ¿Cómo ha sido el entrenamiento?
—Desde que comenzamos el entrenamiento en La Habana fuimos conscientes del peligro a que nos íbamos a exponer. Recibimos una esmerada preparación allá en Cuba y aquí al llegar a Sierra Leona. Estamos convencidos de que si cumplimos con rigor las medidas de protección vamos a terminar con éxito esta misión que nuestro pueblo tanto necesita. El compromiso es grande y lo cumpliremos.
—Tengo entendido que los trajes utilizados para protegerse son muy calurosos, ¿cómo evitan la deshidratación?
—Las sesiones de trabajo son de 6 horas al día y entramos a la sala con todas las medidas de protección por una hora, por ser el tiempo recomendado para evitar la deshidratación y el agotamiento. La desinfección es rigurosa y tenemos buen abastecimiento de agua, pues sudamos demasiado y lo más incómodo es que el sudor nos empaña los espejuelos de protección y nos obstruye el nasobuco o respirador provocándonos fatiga. Es por ello que solo debemos permanecer durante una hora con él puesto.
“Esto puede demandar que entremos de nuevo en el turno por dos o tres ocasiones y descansamos un día. Las jornadas son fuertes, pero realmente los pacientes demandan atención, algunos llegan en estado crítico y por la característica agresiva de la enfermedad el pronóstico es fatal para ellos, realmente solo el 50 % puede salvarse, aunque todavía no tenemos un nivel de atención representativo para poder decir que estamos salvando vidas.
“Aún faltan condiciones en el hospital para ingresar más pacientes, por el momento solo hemos trabajado con cinco positivos y han fallecido dos; aunque reitero, estos datos no son representativos todavía. Uno de los pacientes ya recuperado está muy satisfecho de la atención nuestra y de los demás compañeros de la organización internacional Save the Children, patrocinadora de este hospital.
“Nos alojamos en hoteles con todas las comodidades para descansar después del trabajo. La comida es buena y se ha mejorado la elaboración a nuestro gusto”.
—¿Se codean con profesionales de otras nacionalidades?
—Hay colegas y militares británicos, irlandeses, norteamericanos y leoneses, entre otros.
—¿Sientes que dejaste tu familia protegida?
—Aquí solo vienen a mi mente mis hijos y mi familia. Los dejé en situaciones difíciles, pero sé que están bien, me comunico frecuentemente con ellos y la única preocupación de todos es que cumpla con éxito esta misión sin arriesgar mi propia vida, eso es lo más importante al igual que la de mis compañeros.
En mi búsqueda por Internet corroboré cómo la medicina privatizada está subyugando todo ese ámbito, salvo algunos oasis, así dicen, como Cuba.
Autora: Olga Lilia Vilató de Varona (Cuqui
Fotos: Otilio Rivero Delgado y cortesía del Dr. Leosvel
Fotomontaje: Otilio Rivero Delgado
2 comentarios
Cuqui -
Tu bebita estaba casi naciendo cuando coloqué esto en el blog o estaba acabadita de nacer.
Ahorita llamé al hospital y conversé con tu mamá y todos están FELICES con la nueva miembro de la familia, ah, y, eso sí, esperándote!!!!!!
Ellos lo dicen y yo también, CUÍDATE MUCHO!!!!!
Te queremos de vuelta y Yanisvel, tu nueva bebita también!!!
leosvel Pérez Gutiérrez -
leosvel.