Felicitaciones a quinceañera de la Salud
De derecha a izquierda, el Profesor Justo de Lara Abad, acompañado de los doctores Lina de Lara Fuentes y Carlos Serrano Boleda, de primero y segundo años de la especialidad de Cardiología, respectivamente; y Yanelis Ortiz Santana, especialista en Cardiología, en el pase de visita de rutina en Cuidados Intermedios de la Sala.
El servicio de Cardiología en el hospital universitario Manuel Ascunce Domenech, de Camagüey, Cuba, estuvo diseminado en las salas de Cuidados Intensivos, Intermedios, de Medicina y consulta externa, y a cada una de estas se derivaba al enfermo de acuerdo con su dolencia. Además, contaba con un local cercano destinado a la rehabilitación de pacientes con afecciones cardiovasculares y a los exámenes ergométricos (de esfuerzo).
Entonces los marcapasos eran implantados en un sitio perteneciente al departamento de Radiología, una vez a la semana. Este proceder se inició en 1978 con la cooperación de los profesores Joaquín Bueno Leza y Agustín Canello Danielle, este último argentino que laboraba en el Instituto de Cardiología de la capital. En el cardiólogo y Profesor José Ramírez Lana y la enfermera Gladys Valero Caballero ha tenido a través de los años sus más fieles expertos, ahora con varios jóvenes entrenados al efecto.
Como es de suponer resulta imposible mencionar a quienes ofrecieron sus saberes en pos de la Cardiología, es importante destacar que fueron varios los especialistas en Cirugía, Otorrinolaringología y enfermeros, con la cooperación de otros radicados en los hospitales pediátrico Eduardo Agramonte Piña y clínico quirúrgico Amalia Simoni, y las investigaciones siempre en estrecha relación con profesionales del departamento de Fisiología de la Facultad de Medicina.
En Camagüey, sin los profesores Rafael León Díaz, Hugo Pedroso Rodríguez y Jorge Castellanos Vasconcellos, ya fallecidos, no habría sido posible que prendiera en sus médicos ese “bichito” de la Cardiología.
La génesis de la quinceañera Sala de Cardiología camagüeyana fue la inquietud del Profesor Justo de Lara Abad —cardiólogo en activo— y de Blanca Soto Serrano, Profesora de Histología de la Facultad de Medicina. En la década de los ‘80, ambos acudieron al concurso del arquitecto Juan Crespo Mulens con la idea de alcanzar esa quimera, hoy convertida en realidad.
A pesar de ello, múltiples obstáculos objetivos e incapacidades humanas demoraron una y otra vez la construcción de la Sala, inaugurada finalmente el 15 de noviembre del 2000, a un costo superior al millón 200 000 pesos y unos 120 000 dólares. A partir de esa fecha cambió la vida para las personas aquejadas de enfermedades del corazón y, por supuesto, la de los profesionales a cargo.
La licenciada en Enfermería Amelia Salomón cumple con su protocolo de trabajo en Cuidados Intensivos del Centro, donde ese personal tiene una importante responsabilidad de seguimiento al ingresado.
MÁS ALLÁ DE LA SALA
La doctora Elizabeth Sellén Sanchén, especialista de 2do. Grado en Cardiología, jefa del Grupo Provincial concentrador de estos expertos y presidenta del Capítulo de su Sociedad en ese nivel, interviene: “La atención cardiológica en la provincia está distribuida en la mayoría de los hospitales. Aquí con la mayor cantidad —12 especialistas—; uno en el materno-infantil Ana Betancourt; dos en el pediátrico Eduardo Agramonte Piña; igual número en el “Amalia Simoni” y uno en el militar Octavio de la Concepción y de la Pedraja y todos llegan a las áreas de Salud, o sea, a la atención primaria.
“En la Sala de Cardiología hay 28 camas; 10 en la Terapia Intensiva y 18 en la Intermedia. Se produce una formación importante de cardiólogos de todas las latitudes. Solo de la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM) suman más de 10, otros del continente africano y, como es natural los del patio, con cinco en misiones internacionalistas, entre ellos Profesores Titulares y Doctores en Ciencias Médicas.
“Aspiramos a ser un Cardiocentro con todas las de la ley. Ahora contamos con un Centro Diagnóstico Cardiovascular, muy beneficioso si lo comparamos con lo que teníamos antes, pero nos falta la hemodinámica (coronariografía), y la cirugía cardíaca. Nuestros enfermos necesitados de tales prácticas son enviados a Villa Clara. Dependemos de una cuota semanal, y ante alguna dificultad los remitimos a La Habana o Santiago de Cuba, donde son acogidos por solidaridad, con el consabido inconveniente de la lejanía”.
Ella aclara que no han faltado los medicamentos, pero la cardiología mundial va hacia el intervencionismo y ese tiene que ser un objetivo a conquistar; sin embargo, hay déficit de prótesis valvulares en el país, otro problema enfrentado a causa del bloqueo impuesto por Estados Unidos, ese que aún permanece inamovible.
“Estamos entre el segundo y tercer lugares en implantes de marcapasos en Cuba —añadió—, con alrededor de 200 por año, con una importante supervivencia y muy bajo nivel de complicaciones”.
EN LA OTRA SALA
La rehabilitación es importante hasta en el orden psicológico del paciente y más si llega a ese servicio, bajo la tutela de la Dra. Kenia Montenegro Guerra (fisiatra); las licenciadas María Elena Olivera Zunzunegui y Mariluz Guibert Villalobos, y la técnica Bárbara Palacios Benavides.
Cualquiera que vea a Osvaldo Rodríguez Daiset, camagüeyano de 39 años de edad, en sus ejercicios cotidianos puede pensar que se trata de un atleta; sin embargo, él recibió un trasplante de corazón hace dos años en el hospital capitalino Hermanos Ameijeiras.
Osvaldo Rodríguez en su rehabilitación, quien recibió un trasplante de corazón hace dos años.
“Me siento muy bien. Ya no tengo falta de aire ni dolores musculares, gracias a los servicios recibidos aquí antes y después del trasplante que me hizo el doctor Alejandro Vidal el 13 de octubre del 2013. Tanto aquí como allá he recibido muy buena atención. Estoy lleno de agradecimiento hacia todos”, dijo.
El doctor Raúl Pérez Sarmiento, conocido Intensivista de esa institución hospitalaria, ahora es paciente. Se rehabilita después de colocársele un stent hace tres meses. Él asegura la dedicada atención profesada allí a todos.
Me iba satisfecha y segura de que los otros 15 años por venir estarán repletos de mucha ciencia y mayores beneficios, pero Raymundo Viamontes, otro paciente, me comentó rápido: “Aquí encontré amor, pasión y sentido de pertenencia hacia lo que hacen”, palabras que sería una herejía dejar de mencionar.
Autora: Olga Lilia Vilató de Varona
Fotos: Orlando Durán Hernández
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