Surán vive, agradece y rivaliza con su médico
Esta vez no entré al salón de operaciones; sin embargo, el Dr. Lener de Jesús Alba Miranda, neurocirujano del hospital universitario Manuel Ascunce Domenech, me adentró en su quirófano, algo particular y lleno de sencillez, y por sobre todas las cosas con un orgullo envuelto en modestia porque salvó la vida de un joven, la que puede disfrutar con calidad.
El también especialista en Medicina General Integral (MGI) y Profesor Instructor, nos habla del mecánico Surán Genaro Avilés, de 27 años, cumplidos el 6 de marzo y trabajador de la termoeléctrica 10 de Octubre, de Nuevitas, como si lo conociera desde hace mucho, pero cuando los vi uno junto al otro, entonces parecían amigos de los de verdad, como esos que se ayudan en las buenas y en las malas.
El 8 de febrero, todavía con 26 años, Surán había terminado de trabajar, se quitó los medios de protección, y al recordar que algo se quedó pendiente regresó, y al apretar un tornillo, cayó sobre su cabeza el gancho de una grúa de alrededor de 20 kilos de peso y desde seis metros de altura, y a partir de ahí comenzó su odisea. Fue trasladado al hospital nuevitero, donde recibió todas las atenciones médicas, le realizaron una tomografía axial computarizada, en fin, todo lo alcanzable hasta que fue trasladado al “Manuel Ascunce”.
“Lo recibimos con una fractura extensa y deprimida, esto quiere decir que se hundió la bóveda craneal derecha con lesiones hemorrágicas de los lóbulos frontal, temporal y parietal, que incluía la órbita y ojo, todo de ese lado”, explicó el Dr. Lener.
“La cirugía consistió en extraer los fragmentos óseos incrustados en el cerebro y reparar las lesiones vasculares —arteriales y venosas—, y además, crear un espacio en el cerebro para evitar una mayor inflamación a la que ocurría de todas maneras, o sea, una craniectomía descompresiva, añadió el doctor Alba Miranda, con quien fuimos hasta Nuevitas a visitar al operado.
Surán hace planes acerca de su regreso al trabajo.
Asombrosamente, a los 15 días del suceso, Surán estaba de vuelta en su hogar, solo con el párpado de su ojo derecho medio caído y que ya va recuperándose. Él es de poco hablar; no obstante, agradece a tantos, como al personal médico encabezado por el Dr. Lener, e integrado por los doctores residentes de esa especialidad, Kelvis Castillo Esquivel, de 2do año, Alexis Santana Díaz, de primero y dominicano, Roberto Fernández, venezolano y de 3ro., Yira Gracie Mena, de Colombia y de 2do año.
No escaparon a sus elogios el personal de enfermería, sus compañeros de trabajo y directivos de la Termo y, por supuesto, a su esposa Yensi Marrero y el resto de su familia. Todos colocaron sobre él un poquito del amor que necesitaba.
Mariela Avilés, su madre, dijo: “La atención desde nuestro hospital hasta el de Camagüey en las salas de terapia y de neurocirugía fue maravillosa; los directivos de la Termo nunca nos dejaron solos y tampoco sus compañeros, toda Nuevitas lo sintió y se preocupó por mi hijo y eso lo agradezco mucho, por eso logró salir de algo tan difícil. No sabía que era tan querido aquí”.
Rodeado de su familia. A la extrema izquierda, Virna Aroche.
No por casualidad estaba en su casa Virna Aroche Durán, especialista de Seguridad y Protección en la Termoeléctrica nuevitera. Ella quiso escuchar las valoraciones del galeno y así transmitirlas a su consejo de dirección.
Surán sigue de reposo y a la espera del tiempo prudencial para que su médico le realice una craneoplastia; con esa reconstrucción de la bóveda craneal quedará rectificado su defecto, de cierto hundimiento, por falta del fragmento del cráneo fracturado y extraído como parte de la cirugía.
No faltó la “rivalidad” futbolística entre médico y paciente.
En esa casa se respira alegría, Surán y su médico, sí, porque es su médico, intercambian sus “rivalidades” futbolísticas, hay risas, proyectos y nuevos sueños. ¡Ah!, cuando llegó a sus hospitales, porque igual son suyos, hubo una sola preocupación: salvarle la vida, algo que por reiterado en nuestros servicios de salud no impidió lo difícil del empeño, tanto, que a muchos les parecía imposible.
Autora: Olga Lilia Vilató de Varona (Cuqui)
Fotos: Otilio Rivero Delgado
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