Hay un proverbio muy popular que dice: “Dios aprieta, pero no ahoga”, y este es el que viene como anillo al dedo en una fecha con la de hoy 19 de octubre, Día Mundial de Lucha contra el Cáncer de Mama. Por razones ajenas a mi voluntad y sí relacionadas con problemas de espacios y prioridades, esta entrevista no ha sido publicada en el semanario impreso Adelante, de la ciudad de Camagüey, mi ciudad y mi periódico.
Pero como siempre hay una salida, cuento con este, mi blog, en el que coloco todo lo que puedo y quiero y así lo hago en esta ocasión. No me perdonaría pasar por alto una fecha como esta, cuando sé que el cáncer es la primera causa de muerte en Cuba, y Camagüey, como provincia, no es la excepción sino regla. Solo lamento que mis coterráneos sin acceso a Internet se la pierdan, es una pena.
Eso sí, encontré la gentileza de que me la publicaran en Cubadebate, sitio digital tan visitado desde diferentes partes del mundo, con la salvedad, de que allí omití algunas cosas que la hacen más intimista y, además, para no hacerla tan extensa.
Lazos de amistad me unen al Profesor Floro José Cepero Muñoz; sin embargo, esa no es la razón por la cual lo entrevisté, sino porque él se lo ha ganado y con creces.
Sería algo así como un sacrilegio entrevistar a un especialista en Oncología para abordar el tema de cáncer de mama y no acudir a este, quien de sus 78 años de edad ha puesto sus manos a merced de salvarle o mejorarle la calidad de sus vidas a muchas mujeres durante 48 años en el hospital Oncológico María Curie, de la ciudad de Camagüey.
—¿Cómo compararía el cambio en la detección y tratamiento de este padecimiento desde sus inicios hasta nuestros días?
—Hay que decir que el cáncer de mama se conoce desde épocas ancestrales, desde la antigüedad y era tratado con procedimientos muy cruentos, terribles, eso sí, siempre ha sido una preocupación de las Ciencias Médicas.
“Podemos mencionar otras modificaciones entre un antes y un después. En tiempos pasados tratábamos cánceres muy avanzados, eran cuadros, incluso, dantescos, enormes tumores que ocupaban toda la mama; sépticos con grandes problemas sobreañadidos y esto ha disminuido, lógicamente por el gran Programa de Salud que tenemos en Cuba, aunque todavía se ven, de manera excepcional, algunos casos porque se descubren una anomalía y no acuden al médico por temor, hacen como el avestruz, que esconde su cabeza para no ver, pero el problema sigue su curso, e incluso, hasta por pudor.
“He tenido la oportunidad de realizar operaciones radicales —las cirugías que hacíamos más antiguamente— y esas mujeres se han integrado a la sociedad y a sus labores habituales hasta en el campo y los demás no lo conocen, es como especie de un tabú. Ahora hacemos cirugías más conservadoras que resuelven y no son mutilantes.
“Lo que ha modificado de manera importante el tratamiento, y para bien, es la aplicación de drogas antitumorales, porque la cirugía te resuelve el problema local de la enfermedad, pero el sistémico o la diseminación, que es en definitiva la que mata al paciente, no lo resuelve solo la cirugía, sino la quimioterapia.
“Por tal motivo la quimioterapia avanza más porque para curar no tienes que hacer radical en la intervención quirúrgica, sino complementarlo con el tratamiento de quimioterapia y las radiaciones.
“Es necesaria una quimioterapia correcta, que es muy agresiva, pero liquida todas las células malignas posibles que hay en el resto del organismo y esa es la garantía de la evolución porque, por ejemplo, una metástasis en el pulmón se detecta, mientras una célula tumoral no; entonces el paciente está muy bien en apariencia y ante cualquier situación de estrés, de disminución de las defensas del organismo esa celulita empieza a multiplicarse, y sí aparece la metástasis. Es lo que tratamos de eliminar, o sea, la célula que es aislada todavía.
“Hay quienes no llevan quimioterapia que son los llamados súper comenzantes o aquellas muy ancianas con una lesión pequeña, de menos de dos centímetros sin ganglios afectados. Esas con una cirugía conservadora o una mastectomía, quizá no necesite nada más. Pueden vivir 10 o 20 años, pero sin recibir aplicaciones agresivas, porque entonces sería más el perjuicio que el beneficio”.
—Para que ocurra de esta manera, como usted dice, no mutilante, ¿qué debe tenerse en cuenta?
—Lo esencial es el diagnóstico precoz. Por eso hay un Programa de Detección Precoz del Cáncer de Mama, que tiene en cuenta la clínica y la investigación, es decir, en las mujeres por debajo de 40 años lo más importante es el autoexamen de mama mensual, pasada la menstruación, que es el momento en que el seno está más susceptible, en mejores condiciones para ser revisado. Si la persona se examina y descubre algo acude al médico y ya son adoptados los pasos a seguir, sea maligno o no.
“Las que no menstrúan escogen una fecha fija. Puede ser en los cinco primeros días del mes que se autoexamine, en esa fecha lo hace el día entero. Lo que no es útil ni aconsejable es hacerlo continuamente, porque llega a convertirse en una obsesión que no ayuda. Ante una anomalía detectada lo primero es acudir a la Atención Primaria de Salud, a su policlínica, que siempre habrá un ginecólogo preparado para reconocerla y determinar la importancia o no, y de ser necesario la remite a un centro de atención o a los hospitales Oncológicos”.
—Desde su experiencia, ¿cuál es la situación actual del cáncer de mama?
—El cáncer está en franco aumento como todas las enfermedades malignas, y una de las que más se ha incrementado es el de mama, y lo más preocupante es que ahora aparece en mujeres mucho más jóvenes; antes el promedio de edad era de 50, 60 y quizá, 70 años; actualmente lo estamos viendo hasta en muchachas de veintitantos años y, sobre todo, entre los 30 y 40 años.
—¿Cuál o cuáles pudieran ser las causas?
—Muchos cambios dietéticos. La mayoría de los productos que se comen tienen insecticidas, y los animales hormonas de crecimiento. Hay componentes artificiales en casi todo lo que comemos y usamos, hasta la ropa.
“También responde a la menstruación temprana, a la menopausia tardía; tanto en un caso como en el otro quiere decir que el organismo está sometido a los estrógenos mucho más tiempo, y esto es un arma bastante agresiva. Además, enfrenta riesgos la mujer que no parió o lo hizo tarde y no lactó, sin olvidar que si posee antecedentes genéticos por línea materna… pero fíjate, si tiene todo lo anterior y es obesa, entonces los peligros son enormes”.
—¿Por qué la lactancia materna es tan importante para evitar la enfermedad?
—Nadie sabe cuánto protege su seno la mujer que lacta, la que no lo hace acumula sustancias dañinas en sus mamas que favorecen a la larga la aparición de esta enfermedad.
—Durante estos 48 años, ¿ha tenido más satisfacciones que insatisfacciones?
—De todo un poco; no obstante, tengo operadas desde hace 40 o 45 años, incluso, hay quienes no lo creen, no lo conciben, porque por lo general la mujer operada de un cáncer de mama no se lo da a conocer ni a algunos de sus familiares, solo a los más allegados. Es algo que se ha ocultado siempre. Es un gran tabú, a veces ni se menciona la palabra cáncer y el vecino ni se entera.
—¿Qué mensaje le haría llegar a las jóvenes?
—Que se examinen, se cuiden, traten de erradicar los factores de riesgo que sean posibles, y que ante la duda se atiendan enseguida. No por dejar de atenderse van a solucionar el problema, todo lo contrario.
—¿Tengo entendido que usted es de los galenos que más mamas ha operado en el país, ¿tiene idea de cuántas han sido?
—No, imposible. Cuando llevaba unos 10 o 15 años eran cientos, casi miles, pero ya no sé. La cantidad es inmensa de la ciudad de Camagüey, de Guantánamo, de Pinar del Río, de todas partes. Son muchos, muchos casos
—¿Cómo se siente acogido por sus pacientes y familiares?
—Tengo la agradable sensación o felicidad de ver a muchas de estas mujeres en la calle, que están perfectamente bien y operadas desde hace más de 40 años; eso es lo primero, y sí, el paciente es muy agradecido, incluso, algunas que fallecieron, su familia queda satisfecha, sabe que hicimos hasta lo imposible por salvarla. Incluso, muchas de las operadas viven en otros países por diferentes causas y por una u otra vía se interesan por saber de mí y a la vez yo de ellas.
—Yo tuve la oportunidad de vivir en carne propia su atención médica hacia mi madre hace más de 40 años. No tenía cáncer de mama, pero sí otra afección que la habría llevado a la muerte muy joven. Esto no lo supo ni mi padre porque usted, Rafael Serrano y hasta las auxiliares de limpieza se convirtieron en mis cómplices. Ella falleció a los 86 años y nada que ver con el cáncer, sé que lo recuerda…
—Desde luego y con Rafael Serrano que fue por mucho tiempo mi mano derecha encontraste aquí algo así como una confraternidad.
—Esa es la palabra exacta…
—Y fíjate, eso no ha cambiado. En este hospital hay una atención muy especial. Todos los trabajadores saben que nuestros enfermos tienen un problema muy serio y están impuestos de cómo tratarlos y sonreírles. Por eso el agradecimiento llega a todos, por supuesto, y al médico, que es quien los acompaña por años.
—¿Qué opinión le merece la moda de cambiar la apariencia de los senos mediante implantes?
—La mía, muy personal, es que nada artificial es recomendable y si por un lado decimos que el cáncer en general aumenta a nivel mundial por todo lo adulterado que incorporamos a nuestras vidas, no puedo estar de acuerdo con suministrar dentro del organismo una sustancia que por mucho que se haya probado es un cuerpo extraño. No lo recomiendo a ninguna edad.
“Hay quienes tienen un gran volumen mamario, que no siempre necesitan ser operadas; sin embargo, hay casos que sí, y para eso hay cirugías reconstructivas, estéticas, excluyentes de la implantación de cuerpos extraños. Eso es quitar lo que sobra
“Felizmente, por nuestra idiosincrasia, en Cuba la mujer se siente satisfecha tal como es, pero en otras naciones para lucir más hermosa y estar más a gusto lo utiliza”.
—Si una mujer tiene un fuerte componente familiar de padecer cáncer de mama, ¿puede eliminarlas y hacerse el implante estético?
—En el extranjero sí. Por ejemplo, en EE.UU. es algo de todos los días, esto es muy especial. En Cuba no se hace sin estar demostrada la enfermedad, aunque tiene un sentido muy grande porque mantiene la estética y le quitas de encima el órgano diana, sin tejido mamario no puede haber cáncer allí. Eso, por supuesto, lleva una cirugía bien hecha.
—¿Cree que este proceder llegue algún día a Cuba?
—Puede ser, con la inclusión de investigaciones de familias y pese a que no creo sea algo inminente porque estas novedades evolucionan lentamente, sobre todo por la personalidad del cubano, nada parecida a la de otros países. Somos latinos y muy apegados a nuestro cuerpo.
—Para la mujer los senos son muy especiales…
—Así es. Usted sorprende a una mujer desnuda y eso es lo primero que se cubre. Eso responde a un instinto ancestral. Por eso, en un día tan especial insisto una y otra vez en el diagnóstico precoz.
—Debe tener historias infinitas, ¿puede referirse a alguna?
—Ayer mismo me llamó una paciente y me comentó con mucha alegría: “Ayer fue mi cumpleaños”. ¿Cómo tu cumpleaños?, le digo yo, porque imagínate, no puedo acordarme del nacimiento de todas, y me dijo: “Sí, porque cumplí 18 años de operada”. Eso lo compensa a uno, sin dudas.
—Cuando se enfrentan a mujeres con este tipo de enfermedad y entra en conflicto consigo misma o con su pareja, ¿qué hacen?
—Hemos visto matrimonios que luego de 30 años se rompen por esta causa y hay quienes con cinco años de casados se fortalecen. En todo equipo multidisciplinario de cáncer de mama tiene que haber un psicólogo, esto es muy importante y lo tenemos en el hospital.
—Escuché ahorita a una mujer decir: “Hace falta clonarlo, y así tendremos muchos Cepero”. Usted también la oyó, ¿qué opina?
—Sirve de satisfacción, aunque tenemos la dicha de contar con un grupo de médicos jóvenes, muy buenos. Tenemos el relevo…
—Además de esos reconocimientos, ¿qué siente le ha favorecido para entregarse en cuerpo y alma a lo que hace?
—El apoyo de mi familia, sin él no habría sido posible. He tenido que renunciar a muchas reuniones en familia, paseos, distracciones, y me han entendido. Eso ha sido vital.
Texto y foto: Olga Lilia Vilató de Varona (Cuqui)