Ricardo, de los primeros electromédicos cubanos en Sudáfrica
Lo acompañan cubanos y sudafricanos.
En otras ocasiones que he abordado el desempeño de los trabajadores especializados en Electromedicina se me han presentado casi como magos, de ahí que en una oportunidad los llamé: Médicos de la tecnología , pues uno observa un equipo medio en ruinas y al cabo del esfuerzo de estos hombres, la mayoría jóvenes, ves que resucita cual suerte de Ave Fénix.
A esa providencia se me antoja que el Licenciado en Electromedicina Ricardo Domínguez Pérez tiene un extra de poeta muy sensible, ese que tiene 11 años de experiencia en el Centro Provincial de Ingeniería Clínica y Electromedicina, de Camagüey, Cuba.
Este joven de 30 años de edad no dudó en ofrecer sus servicios fuera de Cuba, incluso, en los peores momentos que atraviesa el mundo desde el punto de vista sanitario, los profesionales de la Salud cubanos no se intimidan y ofrecen sus servicios donde sea necesario, tanto dentro como fuera de fronteras. Él está a más de 12 000 kilómetros de su terruño, en Sudáfrica, e integra el grupo de los primeros de su especialidad en brindar servicios en esa nación. Por esa razón hice contacto con él, vía Internet. Él enfrenta su primera misión internacionalista.
“Llegué a Sudáfrica el 26 de abril del 2020 como parte de la brigada especializada en tiempos de desastres y grandes epidemias Henry Reeve, y permanezco en la provincia Kwazulu Natal en el distrito Kinds Cetshwayo, y todos los cubanos aquí ofrecemos nuestra ayuda en cada rincón de este hermano país con la intención de proteger lo más preciado, que es la vida de miles de personas, en esta ocasión, en una batalla contra la COVID-19.
Al fondo una de las casas de campaña donde se realizan los exámenes para detectar la COVID-19.
“Este país nos brindó un emotivo recibimiento y percibimos el agradecimiento que profesan a todos y a los electromédicos también, siempre en recordación a esos líderes históricos: Fidel Castro y Nelson Mandela”.
—¿Había tradición de cubanos en ofrecer servicios de electromedicina en ese país?
—No, conmigo somos 30 y, los primeros. Aquí en este distrito trabajamos cuatro cubanos: dos doctoras y dos electromédicos
Estos son los caminos que transita cada día.
—¿Se mantiene en zona roja frente a la COVID-19?, si no es así, ¿cuál es su desempeño?
—Hasta ahora no. Tengo a mi cargo la visita de 52 clínicas y ocho hospitales del distrito, recorro todos los días unos 300 kilómetros a 2 000 metros de altura, entre praderas y montañas, voy a lo lejos y a lo cerca mediante carreteras y pedraplenes, esto sucederá durante el presente mes. De todas maneras mi hospital es en la ciudad de Empangeni, se llama Wuelenzana Hospital, sería como el taller municipal.
“He conocido lugares donde otros no llegan, son rutas peligrosas y, a la vez, en franca adaptación al clima y a una vida muy diferente a la nuestra.
“Eso sí, nos mantenemos firmes y con la convicción de que somos cubanos solidarios, y me atrevo a decirlo en nombre de mis compañeros. Hemos aplicado nuestros conocimientos ante equipos médicos conocidos y otros no tanto, pero lo resolvemos. De esta manera ha sido posible disminuir las compras de nuevas tecnologías e influimos en la sustitución de importaciones, algo tan necesario en esta época en que la pandemia hace estragos en las economías también.
“De acuerdo con el buen desempeño en nuestro trabajo los servicios médicos se han mantenido”.
En pleno trabajo.
—¿Puede mencionar algunos de los equipos “salvados”?
— Trabajo como integral en todas las especialidades de electromedicina, tanto con los riñones artificiales, monitores de parámetros fisiológicos, equipos de laboratorio y de imagenología, bombas de infusión y perfusión, y de estomatología, por solo citar algunos.
Acompañado por su esposa e hijo un día cualquiera en su Camagüey.
—¿Una mención a su familia?
— Desde mi infancia siempre quise ser lo que soy, sentirme orgulloso de tener la posibilidad de ayudar a los demás y contribuir en algo con mi Patria. Quise reflejarme en el carácter y convicción de mi padre, y en mi madre, por ser esa guardiana que con su amor solucionaba mis problemas. A mis hermanos los traigo conmigo, en mi corazón, y a mi esposa, esa que me ha apoyado en las buenas y en las malas aunque esté a más de 16 000 kilómetros de distancia, ella está conmigo siempre y la sigo amando como el primer día.
“Un aparte le dedico a mi hijo Richar Fabio, de dos añitos, y le doy las gracias por llegar a mi vida, no hay mejor regalo que ese, es purificador, me hace sentir importante, es mi alegría, mi sonrisa, es un pedazo de mi Sol que prefiero mirar antes de cerrar los ojos cada noche”.
Con su Sol.
Con un joven así, humano y amoroso es que se conquistan grandes propósitos. Es por eso que aquí, junto a sus compañeros, allá en Sudáfrica u otros sitios donde se encuentre, no habrá equipo médico que deje de favorecer a la salud de otros. Ese es uno de sus desvelos.
Los cuatro cubanos que laboran en ese distrito.
Ricardo es el segundo de izquierda a derecha, con algunos de sus compañeros del Centro de Ingeniería Clínica y Electromedicina, de Camagüey. Quiso dejar constancia de que no los olvida.
Por Olga Lilia Vilató de Varona (Cuqui)
Fotos/Cortesía del entrevistado.
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