Blogia
CuquiSalud

Trasplantes de órganos

Después del trasplante, ¡niños de mirada diferente!

Después del trasplante, ¡niños de mirada diferente!

En las fotos y combinación gráfica realizadas por Otilio Rivero Delgado, se recogen arriba los momentos en que eran perfundidos los riñones —a la izquierda el caso de Nolbet Ramón y a la derecha de Dayanevis Laura. Abajo: Yan Carlos, Dayanevis Laura (ya de alta), y Nolbet Ramón.

Cuando conozco a algún niño con insuficiencia renal crónica y dependiente de hemodiálisis para vivir tres veces por semana y el tiempo que sea necesario, hasta años, aprecio una mirada distinta a la de otros sin este tipo de padecimiento. Si bien tienen el reflejo de la esperanza, dada por la atención familiar y médica que reciben, igual veo reflejada cierta tristeza.

Esa es una de las razones por las que corro, así, literalmente, cuando me avisan ante un caso de trasplante renal en edades pediátricas. Solo cuando uno lo vive percibe el cambio de esa mirada a la que me refería ahorita. Pasados unos días de la intervención quirúrgica ya son otros, te miran diferente y comienzan a hacer planes con una decisión más concreta.

Esta manera de ver la vida la he aprendido en estos menesteres del periodismo ligado a la salud pública y, en mucho, porque esos médicos que parecen magos incansables me tienen presente. A ellos les agradezco por ser tan profesionales, tan dedicados y delicados.

A ellos agradecen cada uno de estos niños y sus familiares. Yan Carlos Moreno Se, de 14 años de edad, residente en el municipio de Vertientes, recibió un trasplante de riñón hace apenas 72 horas, en el hospital universitario Manuel Ascunce Domenech, de la ciudad de Camagüey, Cuba. Ya lo había conocido en la sala de hemodiálisis del hospital pediátrico Eduardo Agramonte Piña donde recibía el beneficio del riñón artificial y hacía de las suyas con el mando del televisor solo para él.

Al decir del Dr. José Álvarez Curtis, nefrólogo del “Eduardo Agramonte Piña”, quien visitaba a Yan, uno de sus niños, este es muy especial y tremendo a la vez, asegura que es muy travieso.

Veintitrés días atrás, y al unísono, Dayanevis Laura Vázquez Álvarez, de 15 años y  Nolbet Ramón Zayas Cruz, de 14, de Camagüey y Morón, Ciego de Ávila, respectivamente, fueron beneficiados con igual proceder en la misma institución. Todos evolucionan favorablemente.

Casi al mismo tiempo comenzaron los procederes propios de los especialistas en Anestesiología y Reanimación en los dos casos intervenidos el 31 de mayo, para enseguida comenzar sendos actos quirúrgicos en los salones tres y cuatro de la institución, los que a menos de dos horas —en ambos— se observó la diuresis o emisión de la orina.

Los equipos médicos actuantes en los tres casos estuvieron encabezados por el Dr. Abel Ruiz de Villa Suárez como Cirujano principal, junto al también cirujano el Dr. Ramón Estopiñán Cánovas; y el Cirujano Vascular principal Dr. Raúl Romay Buitrago, acompañado por la Dra. Yilena Valenciano García, de esa especialidad, con el desempeño vital de los doctores especializados en Anestesiología y Reanimación Gabriel García Molina y Georgina Sánchez Andújar, y los doctores Pedro Julio Hernández Aragón y Arián Benavides Márquez. Participaron, además, médicos residentes, instrumentistas y personal de enfermería.

El Dr. Raymundo Abreu Ortiz es una pieza importante a la hora de garantizar cada detalle, por ser el coordinador de trasplantes de la región centro-oriental del país.

Dayanevis Laura ya está en casa y en su día de consulta, acompañada por Yanieski, su madre, dijo sentirse feliz por el cambio que ha dado su vida, aunque la anterior y por el apoyo de sus maestros y mucho esfuerzo de su parte, no le impidió terminar su noveno grado.

Todavía en el Centro de Nefrología, adscrito al “Manuel Ascunce”, Nolbet Ramón piensa en estudiar Informática, sueño que ahora ve más cercano por el bienestar que ya se ha hecho realidad, mientras Odalys, su mamá, dice no tener palabras para agradecer toda la dicha que sienten: “Imagínese, somos de Morón y nos facilitaban transporte, con enfermera o un médico incluidos, tres veces a la semana para que mi hijo fuera hemodializado en el hospital pediátrico Eduardo Agramonte Piña de aquí donde hay un excelente grupo de nefrólogos, quienes garantizan que nuestros hijos lleguen al trasplante en buen estado, y en lo particular la Dra. Isabel Vallina, especialista en Pediatría y dedicada a la Nefrología ya es como familia, ella se encargó de que nunca perdiéramos la esperanza y la fe en que todo saldría bien y así fue”.

Ana Iris, madre de Yan Carlos, manifestó opiniones similares y su única preocupación era saber que su hijo la extrañaría, ahora siempre acompañado de una enfermera: “Cuando lo operaron seguro no me llamó porque estaba anestesiado”.

Una hemodiálisis le cuesta al país alrededor de 300 dólares y los enfermos son favorecidos con estas tres veces a la semana durante meses o años, de acuerdo con los que necesite hasta que llegue el momento del trasplante, eso constituye otra razón de agradecimiento de las entrevistadas.

El altruismo del pueblo cubano fue tema de conversación asimismo con las madres de estos pequeños, pues solo así Dayanevis Laura, Nolbet Ramón y Yan Carlos, disfrutarán a partir de ahora de sus vidas más plenas y podrán seguir adelante con proyectos solo alcanzables con una mejor salud, precisamente porque familiares de aquellos con imposibilidad de vivir donan sus órganos vitales.

Sé, porque los conozco, que estos médicos mencionados y otros que no, disfrutan cada segundo luego de ver la mejor obra de sus profesiones realizadas. Los nefrólogos, por ejemplo, saben que sin ellos no es posible asegurar que el enfermo llegue al trasplante en óptimo estado y eso significa trabajo diario y comprometido; los anestesiólogos y reanimadores conocen que sin ellos resulta imposible mantener al paciente estable y apto durante el acto quirúrgico; y los cirujanos saben que en sus manos está ofrecer el toque final, ese que a todas luces da el acabado, el que propicia la mirada feliz, en estos casos, de los niños.

Sé, porque los conozco, que estos médicos mencionados y otros que no, disfrutan cada una de las obras descritas con una humildad sin límites, cómo entre ellos chocan sus manos, se desean la mejor de las suertes y hasta se encomiendan a sus deidades.

En este gigante de la cirugía en Camagüey se han realizado 560 trasplantes renales desde el 29 de abril de 1978, de los cuales uno ha sido de donante vivo y cinco en edad pediátrica. Gracias a la perfecta unión de cada eslabón de esa cadena propiciadora de vidas es que los riñones artificiales del hospital pediátrico no ofrezcan sus servicios por estos días porque no hay niños que los necesiten y ojalá nunca haya que utilizarlos. Estoy segura de que aparte de ser mi mayor deseo es el mismo de los propios galenos, para quienes igual pido una salud que los acompañe siempre y les posibilite seguir haciendo tanto bien a quienes ni siquiera conocen a veces.

Autora: Olga Liilia Vilató de Varona (Cuqui)

Fotos: Otilio Rivero Delgado

El Dr. Ramón Estopiñán Cánovas despedía de la consulta a Dayanevis Laura.

Nolbet Ramón recibía la visita de los doctores Gabriel, Romay, Estopiñán y Yilena. El Dr. Ruiz de Villa operaba en ese momento.

Los doctores y Agustina Gil, su enfermera, en pase de visita con Yan Carlos.


Mirada íntima al primer trasplante con donante vivo en Camagüey

Mirada íntima al primer trasplante con donante vivo en Camagüey

         En la foto de Otilio Rivero Delgado ya el riñón había dido perfundido.

La noticia fue ayer, envuelta de mucha tensión, expectativa y felicidad. El hecho sucedió en el hospital universitario Manuel Ascunce Domenech, de Camagüey, Cuba. Era el primer trasplante renal con donante vivo o emparentado genéticamente como también se le denomina.

El suceso en sí mismo ya era relevante, pero al conocer que el donante solo cuenta con 23 años de edad y es el hijo del receptor, de 51, la admiración ocupó un espacio muy especial entre todos los que fuimos testigos del acontecimiento. Se hablaba de esa incertidumbre que rodea una operación de tal naturaleza, pero siempre acompañada de ese gesto de infinito amor entre los dos protagonistas.

Carlos Peón Casas, quien padecía desde hace seis meses de una insuficiencia renal crónica, que le provocó la necesidad de acudir a la hemodiálisis como método depurador tres veces a la semana, conversó con los periodistas con gentileza, seguridad en sus médicos y en su fe, para más era el Día de la Inmaculada Concepción. Pudo hacerlo porque la anestesia recibida fue la peridural. Estaba seguro de que todo saldría bien, no podía ser de otra manera. Para conocerlo un poco más decir que es licenciado en Lengua Inglesa y bibliotecario del Arzobispado aquí.

Con Francisco Javier, ese hijo con tan lindo acto de amor y desprendimiento, fue diferente, su anestesia era general y no alcanzamos a intercambiar criterios. De todas maneras quedó pendiente la posibilidad de hablar con ambos ya en otras circunstancias y antes de que regrese a La Habana a continuar sus estudios de Química Pura, carrera que terminará el actual curso.

Mi colega de la televisión Rosa Blanco Ramos me decía bajito: “Aquí se respira muy buena vibra, todo saldrá bien”. Y tenía razón, en esas tres horas y en quirófanos contiguos los doctores Roberto Cruz Mayo, urólogo y jefe de servicio de trasplante del hospital Lucía Íñiguez, de Holguín, Abel Ruiz de Villa Suárez, jefe del servicio de trasplante de la región Centro-oriental del país, y Ramón Estopiñán Cánovas, los dos últimos cirujanos de la institución camagüeyana, y Aurelio Monterrosa, residente colombiano, finalizaron con éxito y con la satisfacción incluida de que aún en la mesa operatoria se observó la diuresis inmediata, o sea, emisión de orina.

Vivir algo así reconforta. Esos médicos son reparadores de vidas, no pierden un segundo y aunque se cansan, no lo parece. Verlos cómo disfrutan con sencillez la felicidad de otros hace que sintamos un aprecio superior, y me refiero a todo el equipo, a los que logran mantener a los pacientes sin dolor, sin miedos, aseguran sus vidas y a aquellos que con sus manos quitan, ponen, conectan y al final llevan calidad de vida al prójimo.

Fue muy estimulante ver el actuar de los especialistas en anestesiología y reanimación, los doctores Arián Benavides, Pedro Julio Hernández y Gabriel García Molina, quienes estuvieron acompañados por los licenciados Oscar Cárdenas, Cristian Figueroa y Doralis Mendoza, indistintamente, según el acto quirúrgico. Con un equipo como este es obligado que el enfermo se sienta bien, confíe y muestre su orgullo hacia estas personas. No los dejaron un solo instante, y en el caso de Carlos, con una conversación oportuna y de aliento.

Hoy en la mañana pasé un mensaje al celular del Profesor Ruiz de Villa para conocer la situación, el que me respondió así: “Todo está muy bien, los dos pacientes en muy buen estado y todos felices…”, y aunque ayer no pensamos mucho en esto, hoy la noticia se enriquece porque la felicidad de esa familia nos alimenta el alma máxime al saber de primera mano que cuando el órgano se extrae de una persona viva, este sufre menos, las posibilidades de éxito son mayores porque la intervención quirúrgica es planificada para el mejor momento del receptor y el donante, pues no tiene carácter urgente, el grado de compatibilidad es óptimo, con la consabida reducción de las probabilidades de rechazo y se eleva la supervivencia del receptor.

Como un sueño hecho realidad calificó el doctor Ruiz de Villa lo logrado en esta ocasión, el trabajo en equipo, dijo, ha sido fundamental, pues se requiere de mucho apoyo y cooperación entre directivos y galenos, opinión aprobada por el doctor Estopiñán Cánovas, a lo que agregó que ahí es donde está el secreto del éxito en cualquiera de nuestras instituciones. En esta son realizados los implantes de riñón desde 1978 y hasta la fecha se han efectuado 553 trasplantes renales con este último. Los anteriores con órganos de pacientes fallecidos.

Otra familia feliz después de vivir meses de dolor. Ese es el mejor acicate de ese equipo dedicado a la trasplantología, con disposición de continuar, siempre en busca de elevar la calidad de vida de tantos y tantos, que a su vez, agradecen.

Texto y vídeo: Olga Lilia Vilató de Varona (Cuqui)

Foto de Otilio Rivero Delgado, al instante en que fue extraído el riñón.

Ya los cirujanos tenían listo a Carlos (el receptor), para recibir el riñón. Foto de Olga Lilia Vilató de Varona (Cuqui).

Los cirujanos perfundían el órgano. Foto de OLVV (Cuqui)

El vídeo muestra una pequeña parte del acto de trasplante.



 



En Camagüey, segundo trasplante de riñón en edad pediátrica

En Camagüey, segundo trasplante de riñón en edad pediátrica

    Yurisan quiso posar de pie con sus médicos Estopiñán y Ruiz de Villa.

No puede decirse que la mirada de Yurisan Villavicencio Matos, de 16 años de edad es triste, pero tampoco vi en ella la alegría de un niño de su edad. Le pregunté cuáles eran sus planes y respondió no saber. Más bien creo, que lejos de no saber, lo que reina en su alma es la indecisión mezclada con cierta sorpresa. Él, con residencia en el municipio de Florida, de Camagüey, Cuba, disfruta de una vida diferente a la que llevaba hace apenas unos días.

Les cuento. Resulta que con 15 años fue remitido desde su territorio de origen al hospital pediátrico Eduardo Agramonte Piña, con un cuadro de hipertensión arterial grave y se comprobó que padecía de una insuficiencia renal crónica terminal. Así nos dijo la Dra. Isabel Ma. Vallina, especialista en Pediatría, verticalizada en la Nefrología en el mencionado centro asistencial. Hasta ella llegamos y percibimos su infinita alegría.

Desde entonces se mantuvo bajo un chequeo exhaustivo y fueron solucionándose no pocas complicaciones debido al daño en sus dos riñones.

Yurisan fue ingresado cuando se sufría en Camagüey el paso del huracán Irma. Se adoptó esta medida para protegerlo: “por si acaso”. Se chequeó y todo en su organismo marchaba de manera estable. Me contó la Dra. Isabel María que al ver los resultados todos los médicos del servicio de Nefrología para niños coincidieron en: “Está en un momento ideal para recibir un riñón”.

Pasado el peligro del ciclón fue para su casa floridana y allí le llegó la noticia. Una familia solidaria estuvo de acuerdo en donar el riñón de uno de los suyos acabado de fallecer. Eso ocurrió el 17 de septiembre, día en que fue extraído el órgano por el mismo equipo que lo implantó después.

El lunes 18  Yurisan recibió ese riñón de manos del MS. c. Doctor Abel Ruiz de Villa, quien actuó como cirujano principal, asistido por el Dr. Ramón Estopiñán, y formaron parte de ese equipo los anestesiólogos y reanimadores el Dr. Gabriel García y la licenciada Doralis Mendoza, los licenciados en enfermería Oscar Cárdenas y Cristian Figueroa, el Dr. Raymundo Abreu, como coordinador regional de trasplantes, y el personal de servicio. El acto quirúrgico fue en el Centro de Nefrología, del hospital universitario Manuel Ascunce Domenech, de esta ciudad.

Todos están felices al igual que los galenos del servicio de Nefrología de la institución pediátrica y los que allí laboran, donde supieron llevar los tratamientos adecuados para llevar al niño a este acontecimiento que duró apenas una hora y 20 minutos, tiempo en que le quitaron de encima ese gran peso de venir a Camagüey tres veces por semana para beneficiarse con las hemodiálisis (para extraer su sangre, pasarla por un filtro a través de un monitor y devolvérsela depurada, limpia de toxinas), algo que necesitó por nueve meses.

Él fue el segundo chico más joven que recibió un riñón ajeno y quiso la casualidad que los dos fueran del mismo municipio. Supe que se conocen, Reilandy Barrueto, el primero, llegó hasta la sala y se asomó por los cristales para verlo y ofrecerle su seguridad en este proceso.

Yurisan y su tía Milady Matos, quien lo cuidaba al momento de nuestra visita, mostraban optimismo porque ya la vida era diferente, aunque, al parecer, están medio sorprendidos aún. Reconocieron la atención profesada por los profesionales de la Salud durante toda la evolución de la enfermedad, en la que se mantuvieron unidos los de ambas instituciones hospitalarias con un mismo fin: normalizar su existencia.

El chequeo, más la cantidad de orina que avacua y otros parámetros, indican que todo marcha muy bien.

Autora: Olga Lilia Vilató de Varona (Cuqui)

Fotos de Otilio Rivero Delgado

Un poquitín de miedo, y con mucho amor...

Un poquitín de miedo, y con mucho amor...

Yusimí tiene 41 años, con ella es muy fácil entablar una conversación y no es la primera vez que la entrevisto. Su compleja historia comenzó a los 15 años cuando sus riñones dijeron: “vamos a darte problemas”. El 15 de diciembre de 1995 fue trasplantada en el hospital universitario Manuel Ascunce Domenech, de Camagüey, Cuba, entonces sin el actual Centro de Nefrología.

No pudo dejar de mencionar a los doctores José Fernández Urquiza y Ramón Romero Sánchez, ambos los cirujanos a cargo. Rememora a médicos, enfermeras, personal de servicio, a todos, que para mí son imposibles de relacionar.

Habla de la Dra. Niria Herrera Cruz, reconocida especialista en Nefrología de una manera muy especial, es como otra mamá que la vida puso en su camino, la tiene a su lado desde los 17 años, y del Dr. José Manuel Rodríguez Fernández, el Ginecobstetra del hospital materno infantil Docente Provincial Ana Betancourt, y quizás los lectores se pregunten: ¿Y qué hace un Ginecobstetra en esta historia?, pues lo cierto es que ella decidió parir y él fue quien la siguió desde el inicio del embarazo. Era la primera vez que se enfrentaba a un caso así.

Luego del nacimiento de Karla del Cerro todo cambió, la adolescente lo quiso así sin proponérselo. Ahora con 14 años, y en 8vo. Grado en la secundaria básica Cándido González, llena de felicidad, de ilusiones y proyectos, está rodeada hasta de los que sentían aquel: “Con un poquitín de miedo”, como creo titulé mi escrito entonces, al que le faltó: “con mucho amor”, y digo que todo cambió porque llegó a este mundo muy deseada, Karla recibe de sus padres y sus abuelos, tanto maternos como paternos mucho, mucho amor, el mismo que reparte a mares.

Su hermanita de 4 años, por parte de su padre Gustavo Ernesto, un buen papá, ocupa un lugarcito muy especial en su corazón. No puedo decir que es expresiva en su hablar, pero sí en su mirada. Ella reconoció la valentía de su mamá, la felicidad que ha recibido de ella, de su padre y de sus abuelos.

Sí fue muy clara en su proyecto de vida, quiere ser médica y si es cirujana mejor. Ojalá para entonces pueda entrevistarla de nuevo. Por ahora Karla disfruta mucho de la música, la que le guste, sea cual sea. Como vive un poco lejos, lamenta no haber disfrutado en vivo de Gente de Zona y con un brillo especial en sus ojos, confesó sentirse enamorada y correspondida.

Antes, el 16 de febrero del 2002, publiqué: Yusimí Valdivia Balmaseda, de 27 años de edad, tuvo el privilegio de tener a su hija Karla Milagros, con 5,2 libras, antes de tiempo, pero bien. Ella confesó entonces: “Me sentía muy bien, y nuestro sistema de Salud me daba mucha seguridad, nunca dudé. Hubo mucha expectativa, tensión, pero la alegría superó todo aquello...El nombre de mi hija lo escogió la Dra. Niria.

El 25 de enero del 2002 tuve a mi hija, por cesárea. No había experiencia de una trasplantada que hubiera logrado tener un hijo después. Los médicos no estaban de acuerdo, así y todo hice un embarazo muy normal, no a término, o sea, la cesárea me la realizaron antes. La niña nació un poquito baja de peso, pero enseguida se recuperó y todo bien”.

Yusimí tiene un halo que la protege. Ella se propone cosas y las consigue. Lo primero fue enfrentar su problema de salud, recibió hemodiálisis durante ocho meses tres veces por semana y después del trasplante se incorporó como cualquiera a la sociedad; estudió Economía en la Universidad y ocupa una plaza técnica productiva en Producciones Varias del Minint, y dice ahora: “Hago mi vida normal, sin limitaciones, me chequean cada seis meses, en la Sala de Nefrología la Dra. Iamara Castro Licea, del hospital universitario Manuel Ascunce Domenech, que es muy buena, y la Dra. Niria Herrera Cruz, Nefróloga ahora del hospital pediátrico Eduardo Agramonte Piña, quien forma parte de mi familia, estuve en sus manos siempre.

Mi vida con mi hija ha sido inexplicable porque todos se oponían y luego todos son muy felices, incluso, ella, Karla, me cuida y está pendiente de mis medicamentos”.

Ella y María Isabel, su mamá, aseguran que no han encontrado otro caso similar en Cuba, y esa abuela me pregunta: ¿Recuerda lo asustada que estaba?; y agrega su agradecimiento a tantas y tantas personas, y las que se han sumado a esa época: “Fíjese que Yusimí tuvo dengue no hace mucho, esa fue otra prueba de fuego para nosotros y el Dr. Fidel Silveira Díaz, jefe de servicio de Nefrología, fue genial; el embarazo fue una decisión de ella, se arriesgó y ganó, pero esto era otra cosa y también salimos airosos. “Sabe que no queríamos que comprometiera su salud con el embarazo y enseguida nos enamoramos de su “barriguita”, ya las queríamos a las dos, fueron meses muy difíciles, y después de Karla nacida qué decirle, ha sido una alegría para la familia toda”.

Como suerte de noticia la abuela materna anunció que ya están en los preparativos para los 15 de Karla Milagros, que serán en enero próximo. Desde ahora auguramos un feliz cumple, no puede ser de otra manera.

Por Olga Lilia Vilató de Varona (Cuqui)

Foto: Otilio Rivero Delgado

Trasplante renal 510 en Camagüey

Trasplante renal 510 en Camagüey

El equipo médico satisfecho y sin tiempo para percibir ni siquiera el cansancio.

En esta ocasión no puedo compartir con los lectores todo aquello que sentí al escribir acerca de lo vivido durante el trasplante renal 500 en el Centro de Nefrología, adjunto al hospital universitario Manuel Ascunce Domenech de Camagüey, Cuba; pero, sí decirles que el 16 de enero del recién estrenado 2013 un joven de solo 25 años recibió un riñón y que se encuentra evolucionando muy bien. Lo que sí comunico es la noticia y el regocijo del intervenido quirúrgicamente y del equipo médico.

Lo importante es que Rubier Silva Lobaina, al paso que va su recuperación, no tendrá que depender de métodos depuradores en días alternos como lo requirió por dos años y medio, en la Sala de Hemodiálisis del mencionado Centro. Este, el primer trasplante de riñón aquí en el nuevo año y el tercero del país, antecedido por dos similares en Santiago de Cuba, sucedió gracias al comportamiento altruista de personas que prefirieron donar los órganos de un ser querido que perdieron, de manera tal que sirvió para dar vida a otro.

El riñón trasplantado fue extraído en el propio centro hospitalario por el equipo quirúrgico encargado de estos casos, para luego injertarlos.

Rubier padecía de una insuficiencia renal crónica por la vía de una enfermedad glomerular, según los datos ofrecidos por el Doctor Raúl Romay Buitrago, especialista de II Grado y jefe del servicio de Angiología y Cirugía Vascular.

El Profesor Romay, coordinador también de los accesos vasculares y cirujano vascular del Grupo Territorial de Extracción y Transplante Renal, en Camagüey, considera que el beneficiado con el injerto mejorará su calidad de vida y podrá reintegrarse a la sociedad.

Este trasplante fue realizado por el equipo quirúrgico de ablación y trasplante del territorio, con la dirección operativa el Profesor Asistente Dr. Raúl Romay y como primer ayudante el Dr. Jeanis Rosales Casañola, especialista en Urología y Profesor Instructor de la Universidad Médica Carlos J. Finlay.

En el complejo acto quirúrgico participaron igualmente la Dra. Yilena Valenciano, especialista en Angiología y Cirugía Vascular, Abel Ruiz de Villa jefe del Grupo Quirúrgico y los residentes de esa rama de la medicina: la Dra. Annia Viñas y el Dr. Yunieski Acosta; el especialista en Anestesiología y Reanimación fue el Dr. Gabriel García y actuaron como instrumentistas los enfermeros Bertha Ortega y Oscar Cárdenas; y estuvieron presentes los nefrólogos: Dra. Yamara Castro y el Dr. José Estrada.

Acompañaron y apoyaron la materialización de este episodio los doctores Eldis Quintana, coordinador de extracción y trasplante de órganos del “Manuel Ascunce” y Leonardo Ramírez, su director.

Siempre es bueno recordar a los pioneros en este proceder médico, a los Profesores René Gómez Areces, Urólogo y Francisco Hernández Guerra, Angiólogo y Cirujano Vascular, ya fallecido, quienes en 1978, en el mismo hospital lograron el primer trasplante renal con éxito.

 

Autora: Olga Lilia Vilató de Varona (Cuqui)

Fotos: Cortesía del equipo médico 

Trasplante renal 500 a mi manera

Trasplante renal 500 a mi manera

El riñón recobra su color de vida al ser conectado.

No crea del todo lo que digo en ese título. Si a alguien se le ocurre trasplantar un riñón bajo mi tutela, el fracaso sería inminente. ¡Pobre paciente!

Lo que sucede es que el 1ro. de febrero último, en horas de la noche, tuve el privilegio de presenciar el trasplante renal número 500 en el hospital universitario Manuel Ascunce Domenech, o mejor, como desde hace cuatro años en el Centro de Nefrología adscrito a esa institución cincuentenaria de Camagüey.

Ofrecí la noticia al medio de difusión al que pertenezco y me dije: “No vale la pena publicarlo en tu blog, ya no tienes nada nuevo que decir”; sin embargo, una persona que respeto y admiro me comentó con toda su sinceridad posible: “Entré a tu blog personal y prefiero como escribes allí, me gusta más”.

Llegado a ese punto volví a conversar conmigo misma y me decidí: “Hazlo, a tu manera”. Por eso estoy aquí y cuento mi experiencia. Mis vacaciones de diciembre las pasé pendiente del teléfono. Esperaba de un momento a otro que el doctor Raúl Romay Buitrago Jefe de Servicio de  Angiología y Cirugía Vascular, Coordinador de los Accesos Vasculares, Cirujano Vascular del Grupo Territorial de Extracción y Trasplante Renal-Camagüey y Profesor Instructor, del  Hospital mencionado me llamara con la esperada noticia: “Cuqui, hoy, ahora, ya, vamos a realizar el trasplante 500”. Para mi pesar terminó diciembre y también enero, y del aviso, ni hablar.

Ese primer día de febrero llegué a mi casa dispuesta a tomar un baño, comer y descansar. Confieso que me hacía mucha falta. Había caminado mucho, como es mi costumbre un día tras otro.

En eso la llamada esperada. De mi periódico me llegó el recado. Timbré a Romay y a correr, sí a correr, porque en estos casos los minutos cuentan y como dijo George Ward: “Las oportunidades son como los amaneceres: si uno espera demasiado, se los pierde”. Me bañé sí, pero de comer nada y para el hospital con mi modesta “camarita” en mano, porque los fotógrafos de verdad estaban trabajando en otras cosas.

Esa inquietud de hacer las veces de fotógrafa me sirvió para no perder un solo detalle. Desde la llegada de Pascual Águila Ayón, de 46 años de edad y natural de Ciego de Ávila que padecía desde hace seis años de una insuficiencia renal crónica y se mantenía vivo gracias al tratamiento de hemodiálisis, porque sus riñones no funcionaban por sí solos, todo sucedió cual suerte de perfecto ritual.

El doctor Jorge Félix García, nefrólogo, jefe de la guardia, tomó las riendas del caso, sin olvidar al doctor Eldis Quintana, coordinador de trasplantes del centro hospitalario, quien estuvo al tanto de los pormenores, hasta el que pareciera más insignificante.

A la llegada de los doctores Raúl Romay, Abel Ruiz de Villa (cirujano) y Pedro Julio Hernández Aragón, especialista en Anestesiología y Reanimación, ocurrió otro rito. Este, a mi modo de ver, entrañó una responsabilidad tremenda. Ellos no conocían al enfermo, por tal motivo fueron a su cama y le dijeron: “Nosotros somos los cirujanos que te vamos a operar, mientras Pedro Julio se identificó y lo mismo: “Yo soy el responsable de aplicarle tal anestesia”.

Lo más asombroso del caso fue la confianza de este hombre, aún joven para llevar una vida tan limitada por su dolencia, no dudó un instante en ofrecer su aprobación y poner su vida en las hábiles y seguras manos de estos galenos.

Fui testigo de esa seguridad y de la sincronización casi perfecta en el quirófano, apoyado por los enfermeros Bertha Ortega, Alberto Milanés y Oscar Cárdenas. Allí estaba también el doctor Jeanis Rosales, especialista en Urología y antes participó, como en la mayoría de los casos, la licenciada Daysi Varona, psicóloga del equipo encargado de los trasplantes de órganos.

 Les cuento que en el quirófano los médicos conversan, abordan con el resto del equipo, residentes de la especialidad incluidos, diversos temas. Dan la impresión de estar relajados, aunque a decir verdad no pregunté si adoptaban esa actitud porque lo estaban o para conseguirlo. Ese es un misterio que lo dejo entre ellos. Ya fuimos bastante intrusos y preguntones los tres periodistas, un camarógrafo, un fotógrafo de verdad y la otra que lo simulaba, por supuesto, esa era yo. Ah, siempre dejaron saber que el protagonista allí, era Pascual.

Ese mismo equipo médico ya había estado en el municipio avileño de Morón para extraer el órgano de un donante cadáver.

Se observa el riñón en la bandeja, sin coloración, antes de ser injertado.

Antes de ser conectado, el riñón no tiene coloración. Lo apreciamos muy bien, el riñón conservado e injertado antes de las 20 horas de extraído, no tenía color, como mismo ocurre con un fallecido, pero en el clímax de la arriesgada intervención quirúrgica, cuando se perfunde o se conecta, sucede algo mágico: las arterias comienzan a latir y el riñón empieza a colorearse con un tono rojizo, como la sangre y aumenta de tamaño, ya se observa con vida, ah, y allí mismo en el salón  salieron los primeros vestigios de la orina, esa que no lograban los riñones de Pascual desde hacía cuatro años.

Una hora y 47 minutos fueron suficientes para que la vida de Pascual cambiara. Lo despertaron al término de la operación y respondió con ánimo.

La familia escucha atentamente.

¿Al salir? Otro rito. Los médicos, como son nuestros médicos, con modestia, pero contentos a la vez, se reunieron con los familiares del paciente. Ellos estaban ansiosos y muy, muy preocupados, sabían cuántos riesgos, pero también cuántos beneficios.

“El trasplante fue exitoso, dijeron, ahora esperemos las primeras horas y luego el cuidado del propio Pascual y el de ustedes será vital para su recuperación”.

Sentí una alegría muy particular. Había visto la angustia del hijo del operado y también su suspiro de alivio al conversar con los galenos y recibir la grata nueva de la propia voz de los doctores. Eso sí, pensé en aquellos que con altruismo y sentido de humanismo ofrecieron su consentimiento para utilizar el órgano vital de su fallecido. Sin esta actitud, la intervención quirúrgica no habría sido posible.

Vuelvo al momento de la operación para decir que allí se habló con ética de otros galenos que antecedieron a los actuales, del doctor Ariel Valerón, cirujano que ofrece sus servicios en otra nación, y yo pensé en esos dos que lograron el primer trasplante con éxito aquí: los Profesores René Gómez Areces, urólogo y Francisco Hernández Guerra, angiólogo y cirujano vascular ya fallecido.

Recordé igual al doctor Alejandro Ferrer, angiólogo y cirujano vascular, quien fue Coordinador Regional de esta tarea en Ciego de Ávila-Camagüey, ahora en otro país. Él siempre me mantuvo informada de los acontecimientos.

Mi cerebro, a toda máquina, me llevó, además, a una reseña que leí hace unos días en el Nuevo Herald y cito: Margot Nicholls Marín, una venezolana que vive en Florida, sufre de cardiomiopatía e insuficiencia cardíaca congestiva, enfermedades que han llevado a algunos médicos a recomendar un trasplante para salvarle su vida.

Y continúa: Nicholls Marín, de 46 años (la misma edad de Pascual) está desesperada porque no tiene seguro médico ni perspectivas inmediatas de poder conseguirlo porque no está legalmente en el país. El escrito añade: El dilema de Nicholls Marín no es el típico drama de miles de inmigrantes indocumentados que viven atemorizados de que las autoridades los deporten. Nicholls Marín se quedó en Estados Unidos después que su visa de turista venció y es ahora que su abogado en Miami, Jorge Rivera, está preparando una solicitud a las autoridades para que no la deporten debido a su estado de salud.

Nicholls Marín dice que su estado ha empeorado y está convencida que podría morir pronto si no encuentra la forma de recibir un trasplante. Piensa que su nombre nunca será añadido a la lista nacional de trasplantes porque no tiene ni papeles ni seguro.

“Ya no sé qué hacer”, dijo la mujer entre sollozos durante una entrevista la semana pasada en la oficina de su abogado. “Yo era una persona muy activa, con mi propio negocio, y ahora no puedo trabajar, me canso muy rápidamente y tengo dificultad para respirar normalmente. No sé por qué me pasó esto. No entiendo”.

Por ahora, —sigue la publicación— la estrategia de Nicholls Marín es contar su historia a la prensa con la esperanza de despertar solidaridad en el público y recibir asistencia financiera para el trasplante y para que las autoridades la dejen quedarse con un permiso de trabajo, cosa que podría ayudarle a conseguir seguro médico.

Desgraciadamente, esta mujer no entiende algo que le pasa a cualquiera y es enfermarse, lo que no entendemos por estos lares es que no pueda resolver su delicada situación.

Por acá supe que Pascual se recupera y habla de reincorporarse al trabajo. Conocimos que él es subdirector económico de una entidad avileña porque, periodistas al fin y al cabo, se lo preguntamos y, por supuesto, rezan sus datos en la Historia Clínica, pero a los médicos, esos que lo operaron no los oí, ni por asomo, que le preguntaran: ¿Usted trabaja?, ¿Cuánto gana?, ¿Tiene seguro médico? ¿Cuál es su creencia religiosa? Y sí, supe que recibió desde el preoperatorio, con vista a disminuir los riesgos del acto quirúrgico, la aplicación de drogas inmunosupresoras de última generación, como los anticuerpos policlonales. Todo gratuito.

Por razones muy personales no pude utilizar mis propias fotos cuando di la noticia, sino las de Rodolfo Blanco Cué de la AIN. Hoy coloco las mías con el mismo amor que hago estas líneas, imposibles de recoger en una información de primera plana, para compartirlas con los lectores, esa nueva familia que adquirí por medio de mi blog. Espero que ese amigo mencionado al inicio entre de nuevo a este y si queda complacido o no, me lo haga saber a su modo. Yo, por mi parte, cumplí conmigo y con él. Comenté la noticia de esta manera, un poco más cercano a mi interior: a mi yo.

 

Texto y fotos: Olga Lilia Vilató de Varona

Corrección: Oriel Trujillo Prieto

Sonrisa que no engaña

Sonrisa que no engaña

Un buen día recibí un correo donde en breves palabras me contaban una linda y sensible historia de vida, sí de vida porque ese fue el resultado: devolverle a Karelys Abelarde Hernández, residente del municipio camagüeyano de Vertientes, una existencia lo más acorde posible con sus cortos 18 años, al recibir el 12 de octubre último un trasplante de riñón.

El Dr. Raúl Romay Buitrago, especialista de II Grado de Angiología y Cirugía Vascular, jefe de ese servicio en el hospital universitario Manuel Ascunce Domenech de esta ciudad, y coordinador de los accesos vasculares y cirujano vascular del Grupo Territorial de Extracción y Trasplante Renal-Camagüey y Profesor Instructor, me escribió entonces: “Cuando la conocí (al referirse a Karelys) a los 15 años estaba ya en diálisis peritoneal, pero su peritoneo comenzaba a dar signos de agotamiento. Sus Nefrólogos me la remitieron para que fuera evaluando su árbol vascular, con el pensamiento de realizarle un acceso vascular para hemodiálisis.

  Fue entonces que pudo comenzar con las hemodiálisis y así se veía tres veces por semana.

“Meses más tarde —añadió— fabriqué su fístula arterio-venosa que comenzó a usar muy pronto y que fue su línea de vida por casi dos años, hasta que llegó su día feliz. Cuando extraía el riñón de un donante pensé en ella, por su tamaño y características y a la vez me decía: ‘no depende de ti, será para quien le corresponda’.

“Como una suerte de vida ella era la primera en la selección y horas más tarde pude trasplantarla sin contratiempos…ahora ríe y da gracias a tantas gracias. Para los que hacemos este trabajo, tan complicado y con tantas dificultades, incomprensiones... madrugadas sin dormir…y hasta quienes nos dicen: ‘ustedes están locos’, resultados como estos son los que nos dan fuerzas para seguir y recordar que sí vale la pena”.

Me alegré con este mensaje, pero no quedé conforme hasta conocer a Karelys. Un sábado, sin previo aviso toqué a su puerta vertientina y le interrumpí su desayuno. Esperé con paciencia pues Nilda, su mamá, era incapaz de apurarla, sus horarios son inviolables y la alimentación ni se diga, es como un pichoncito a quien su madre da de comer y cuida en extremo.

Esperaba ver a una muchacha nada risueña, quizás, cabizbaja. Pensé muchas cosas, pero al verla frente a mí dispuesta a responder mis preguntas y con una sonrisa “dieciochoañera” me dije: Ella es feliz, no hay dudas.

Enseguida comenzó: “Estudiaba en la Escuela Vocacional Máximo Gómez Báez, en Camagüey cuando comencé a sentirme algunos problemas por los cuales me ingresaron en el hospital de allí. Me chequearon y remitieron al hospital pediátrico Eduardo Agramonte Piña, donde me descubrieron lo que tenía: una insuficiencia renal crónica. Por ese motivo me hacían diálisis diarias allí hasta que pasé a las tres hemodiálisis por semana durante dos años y dos meses, con vista a esperar el riñón ideal para serme trasplantado”.

—Luego del trasplante ¿cómo ha sido tu vida?

—Volví a ser la misma, aunque, claro, soy más responsable. Me siento muy bien y me cuido, pero quiero agradecer a los doctores Romay, José Luis, Francisco Ávila y Betsy Bell, especialistas en Nefrología y a la doctora Iamara Castro, residente en esa especialidad; a las enfermeras de Hemodiálisis, al personal de limpieza, a todos aquellos que en el Centro de Nefrología del hospital Manuel Ascunce me cuidaron tanto.

—¿Perdiste la posibilidad de seguir estudiando?

—No, qué va. Ahora terminaré el grado 12, me hacían las hemodiálisis y yo seguía estudiando. Solo perdí un año.

—¿Cuál es tu aspiración como estudiante?

—Estudiar Medicina aquí mismo en Vertientes y trabajar en mi municipio. Eso es lo que más deseo, siempre me gustó esa carrera, pero ahora más todavía, después de estar tanto tiempo en hospitales. Ojalá pudiera ser médica y enfermera a la vez. Salvar vidas como sucedió conmigo es algo muy especial.

Acompañada de sus padres y de Dieguito, su sobrino.

Nilda y Marino, ama de casa ella, trabajador de la industria azucarera él, los padres de Karelys expresaron un agradecimiento infinito a todos y ante la interrogante de si hubieran vivido en otro país respondieron: “No queremos ni imaginarlo”.

A lo que Karelys, una de los cuatro hermanos, dos hembras y dos varones, agregó: “Aquí nací y aquí me quedo”, con un orgullo tremendo de ese pueblo a unos 29 kilómetros de la cabecera provincial.

Ella quiso mencionar cómo sus compañeritos se ocupaban de ella, en especial Dianisley Lumpuy, quien ahora estudia Medicina y estuvieron juntas desde Preescolar.

Ya de regreso recurrí al Dr. Romay. Él está complacido con la evolución de Karelys y recordó a su equipo de trabajo, ese que es imprescindible para lograr victorias así, como son: los doctores Ariel Valerón y Abel Ruiz de Villa, ambos especialista en Cirugía General y de Trasplante y Pedro Julio Hernández, especialista en Anestesiología y Reanimación, la Licenciada en Enfermería Bertha Ortega y el enfermero Alberto Milanés.

Suman 499 los trasplantes renales en el hospital citadino, desde que se efectuó el primero con éxito en abril de 1978. Durante el 2011 se han realizado 13, pudieron ser más; no obstante, la carencia de órganos lo impidió, no por negativa de los familiares de donantes, sino porque los servicios de urgencia médica y de politraumatizados elevan la supervivencia de sus enfermos.

El Dr. Romay añadió que en varios países de Latinoamérica un trasplante de riñón le cuesta al paciente unos 30 mil dólares y en otras naciones entre 80 y 85 mil dólares.

Aquí el Estado cubano asume los gastos de un paciente antes de ser trasplantado que es de alrededor de 18 mil dólares anuales, mientras después del injerto y por el tratamiento con inmunosupresores (medicamentos del primer mundo) supera los 10 mil dólares al año, claro, con la oportunidad de insertar a esa persona a la sociedad. El Programa de Trasplante Renal de Cuba es el mayor de la región de Centroamérica y el Caribe, y ocupa un escaño digno entre los de América Latina.

 

Autora: Olga Lilia Vilató de Varona

Fotos: Cortesía del equipo médico y de Otilio Rivero Delgado

Corrección: Oriel Trujillo Prieto                 

Hasta junio 20 trasplantes de córnea en Camagüey

Hasta junio 20 trasplantes de córnea en Camagüey

El Centro Oftalmológico Carlos J. Finlay, de la ciudad de Camagüey terminó el primer semestre del actual 2011 con 20 trasplantes de córnea, de los cuales once fueron de los catalogados ópticos, o sea, con el fin de mejorar la visión y nueve terapéuticos, aquellos que presentan afecciones sin resolver con otros tratamientos médicos, pero salvan el ojo. Los injertos de córneas se realizan en el hospital Manuel Ascunce desde la década deL ´70 del siglo pasado.

La información, ofrecida por la doctora Elsa Arredondo, especialista en Oftalmología recoge que hasta el momento las córneas utilizadas provienen de donantes cadáveres y que sus familiares acceden de manera altruista a que les sean extraídas e implantadas en personas con dificultades de visión. Además, apuntó, que los rechazos en estos casos son mínimos por no tener este acto quirúrgico implicaciones vasculares.

Por otra parte, el doctor Elías Cardoso, especialista de 2do. Grado en Oftalmología, Profesor Auxiliar, miembro de la Gobernatura de Oftalmología en el país y jefe de este Servicio en el Centro adscrito al hospital universitario Manuel Ascunce Domenech, dijo que han realizado 2 686 cirugías mayores, de las cuales 438 de pterigion, 909 de cataratas y 171 de glaucomas.

Las otras 1 168 intervenciones quirúrgicas estuvieron relacionadas con las exéresis de tumores y los servicios de oculoplastia, como en el caso de los párpados, en que la aplicación del laser resulta fundamental por la evitación de sangrado, de acuerdo con lo abordado por el también Jefe del Grupo Provincial de Oftalmología.

Más de 20 640 pacientes fueron atendidos en 1 448 consultas externas, mientras en el cuerpo de guardia los casos asistidos ascendieron a 9 268. El Profesor Elías comentó que todas las policlínicas y municipios cuentan con especialistas en Oftalmología entre las 8 de la mañana y 4 y 30 de la tarde, y este recurso humano muy bien capacitado no está bien utilizado por la población.

El índice ocupacional de ingreso en el Centro es del 76 por ciento y aunque el 99,9 por ciento de las cirugías son de carácter ambulatorio, el paciente puede solicitar su estadía hospitalaria por su lejanía geográfica u otras causas

Continúan en pleno funcionamiento las nueve posiciones quirúrgicas, una  de estas dedicada a la cirugía refractiva o excímer laser. La tecnología de punta recibida hasta el 2007, y que ha sido incrementada, tenía un costo de unos tres millones de dólares.

Desde hace alrededor de cinco años esta institución es Colectivo Moral y se propone ser Colectivo de Excelencia, una categoría superior y siempre avalada por la población. Es Centro de Referencia Nacional, tanto para la asistencia como en la formación de los recursos humanos, con 25 galenos especialistas, de estos 10 de 2do. Grado y una Doctora en Ciencias Médicas.

La doctora Dania de J. Rodríguez, especialista de 2do. Grado y Profesora Auxiliar en Oftalmología, se refirió a que allí no han descuidado un instante las investigaciones, basadas en los problemas esenciales de la salud. En la actualidad, abundó, se trabaja en 12 de ellas, de las cuales 2 constituyen temas doctorales y una de carácter ramal.

El Centro fue acreditado en cada una de las subespecialidades desde el 2008 por el MINSAP, el Consejo de Estado y el Instituto Cubano de Oftalmología.

De sus 140 trabajadores, 32 cumplen misión internacionalista en unas seis naciones.

En Enero de 1959 eran 118 los oftalmólogos en toda Cuba, de estos 37 se quedaron junto a su pueblo, luego del éxodo estimulado por los Estados Unidos de Norteamérica.

 

Autora: Olga Lilia Vilató de Varona

Foto: Otilio Rivero Delgado

Corrección: Oriel Trujillo Prieto