Mi hospital, los míos y yo
A la extrema derecha Luisa Hidalgo, una de las fundadoras del “Manuel Ascunce”, a su lado el Profesor Fermín Casares, pionero de la Neurología allí y Dasy Marzo, secretaria del departamento de Electroencefalograma. Luisa dice sentirse contenta y a la vez triste, porque indiscutiblemente, se acerca la hora de la jubilación y “aún no estoy preparada para ello”.
Yo estaba cerca de cumplir mis ocho años cuando se inauguró el hospital universitario Manuel Ascunce Domenech, ese que hoy, 14 de enero, cumple sus 50 años. Si digo que me acuerdo del suceso miento. A esa edad en lo menos que se piensa es en enfermedades y hospitales.
Mi vinculación con él comienza cuando ese 31 de marzo que cumplí mis doce años me encontraba ingresada en su quinto piso, sala dedicada entonces a todas las especialidades de la Pediatría, con el Doctor Mario Acosta Sóñora —ya fallecido— al frente de ese equipo, quien además, era mi vecino en la calle 25 de Julio del reparto La Vigía. De él rememoro cómo asistió y salvó, así literalmente, a mi padre, lo mantuvo ingresado en casa y estuvo pendiente hasta de su rehabilitación. Se lo agradeceré siempre, tanto que mi papá falleció a los 97 años con una salud mental prodigiosa y una calidad de vida bastante aceptable para tantos años encima.
Más adelante, cuando estudiaba en el Preuniversitario Álvaro Morell, —el del Casino— mis padres me llevaron de nuevo como paciente. Ese día quería asistir a una fiesta de universitarios en La Popular y terminé sí, en un salón, pero de operaciones, a causa de una apendicitis aguda. Me parece estar viendo frente a mí a los doctores Manolín Carro (quien me recibió como a una reina), a Kadel (creo que ese es su nombre) Canino, cirujano jefe de la guardia, y José (Pepe) Acosta, residente de Cirugía en esa época, este último me visitaba cada mañana y se ocupó de mí durante una semana como ningún otro. En el Salón perdí el miedo, allí estaba como especialista en Anestesiología y Reanimación, el doctor Armando Hernández, muy conocido y amigo mío y de la familia de ambos, fue una casualidad que estuviera de guardia.
Con apenas 16 años acompañé a mi hermano al cuerpo de guardia de este hospital, esta "tarea" parece que me toca desde siempre y no me molesta. En ese momento el técnico de Rayos X, antes de hacerle una placa, me preguntó si estaba embarazada para evitar las radiaciones y me ofendí, ¿cómo iba a estarlo si ni siquiera había pensado en casarme? En aquella época el tener relaciones sexuales estaba muy vinculado al matrimonio; por su parte, ese joven me explicó, de muy buena manera, que no sabía que éramos hermanos ni tampoco si era soltera o no. Claro, no llevaba un cartel en mi frente. Después me reía sola de mi "infantilismo".
Luego de iniciada la docencia en esa institución ingresó mi abuela paterna y así, sin pelos en la lengua, le dijo muy bajito y con mucha decencia como era su costumbre al Profesor, su médico: “Conmigo no tienen mucho que aprender, por favor, no quiero a mi alrededor a más nadie que a usted”, y así hizo el Doctor, del que no recuerdo su nombre. Ella decía que estaba muy vieja para estar en exhibición. Yo, por mi parte, la veía tan bonita.
Otra historia fue con mi padre. Sufría de vez en cuando dolores a causa de diverticulitis. Un galeno del que no quisiera recordar ni su nombre, no lo atendió debidamente. Yo era muy joven entonces y se me ocurrió esperar al Profesor Jorge Dieppa Recio —fallecido— también vecino, compañera de estudio de sus hijos, en fin. Le hice una guardia al amanecer, en la puerta. Él, un Clínico de esos que no se olvidan, puso en su sitio al doctorcito y dejó al lado de mi padre a una de sus internas, a la Doctora Natalia.
Con mi mamá pasamos otro tanto hace alrededor de 24 años. Hablé con el Profesor Justo de Lara Abad, mi amigo de los años, porque ella se quejaba de un dolorcito en el pecho. Fuimos a una consulta que parecía de rutina y al chequearla con todas las de ley salió de allí en silla de ruedas hacia la Sala de Terapia Intensiva, el propio Lara nos dio psicoterapia a las dos hasta el momento del ingreso, porque ambas estábamos muy asustadas. Fueron diez días allí hasta que estuvo nueva y de paquete como acostumbramos a decir por aquí. Sin contar el seguimiento que vino después, siempre con mucho cariño y empeño de que todo fuera bien.
Mi suegra, a días de cumplir los 88 nos asustó, creímos que se nos iba. Cayó en las manos de los cirujanos Oliverio Agramonte y Pepe Acosta y como decimos en buen cubano libró y se recuperó tan rápido al extraerle su vesícula que era increíble aquello. Ah, quedó con su misma lucidez. Aquí rememoro al Doctor Víctor Pacheco, el director en esos tiempos que corría con el “caso” casi a la par de los cirujanos.
Hace casi seis años mi esposo presentó un sangramiento y a correr hacia los cirujanos. El equipo del doctor Flores lo atendió. En la sala de Cirugía el difunto Doctor Julio Blanco se hizo cargo, al igual que Lázaro González Salón, quien lo siguió en consulta hasta su alta. Todos con una atención exquisita.
Podría seguir haciendo anécdotas, todas imborrables. ¿Problemas?, Muchos, los hubo, los hay y los habrá. Es una obra hecha por hombres de carne y hueso y ser infalibles en estos casos es imposible, la perfección hay que buscarla y allí ese colectivo trata de encontrarla.
Acudo a menudo a este hospital, como a otros, por razones de trabajo o en busca de un poco de más salud con mi Endocrinólogo, el Profesor Félix González González, por ejemplo, y digo mi, porque así lo siento, en fin asisto a este “central” que muele salud día a día a toda máquina, sin parar por nada, ni por falta de recursos que también enfrenta, ni por construcciones que lo mejoran porque ya en algunas de sus partes le salen sus 50.
El Profesor Sergio Vega Basulto, a quien la muerte le quitó lo mucho que ofrecer y a nosotros lo mucho que recibir, y para colmo en país lejano, en la República de Yemen. Dejó a tantas personas ilusionadas con la vida que él a sus pocos más de 50 no pudo seguir disfrutando. No sé a quién culpar, mas no fue justo. Debía estar allí ahora, en los 50 de su hospital.
Son más los que me quedan por mencionar que los mencionados. A ellos ofrezco mis disculpas y los quiero igual.
Solo decir que en 1959 la antigua provincia de Camagüey, con Ciego de Ávila y una parte que pertenece a Las Tunas incluida, contaba con 401 galenos, y ese hospital, que estuvo 16 años en construcción durante los gobiernos de Ramón Grau San Martín, Carlos Prío Socarrás y Fulgencio Batista, él solo acoge a 631 médicos, de estos 95 ofrecen sus servicios en 26 países junto a 37 enfermeros y 31 técnicos.
Con el ir y venir de galenos, enfermeras y enfermeros, personal técnico, auxiliar, por supuesto, enfermos, familiares y a un que otro periodista detrás de la noticia, así veo al hospital camagüeyano, de nosotros, de algunas provincias vecinas y de más allá de fronteras, así lo veo y así lo quiero, porque el 2010 fue el mejor en la historia de la actividad quirúrgica y el 2011 se le aproximó con más de 25 mil, porque los trasplantes renales están a punto de sumar el número 500 y porque sus profesionales y técnicos pasan muchas malas noches, dejan de dormir para velar por la salud del prójimo. Por eso y más: ¡Felicidades!
Texto y foto: Olga Lilia Vilató de Varona
Corrección: Oriel Trujillo Prieto
12 comentarios
Cuqui -
De nuevo te agradezco tu entrada al blog y tus comentarios. Cuando encontramos cosas como las que comprobaste en tu recorrido por Cuba, nos damos cuenta que se han recogido los frutos de tanto sacrificio.
Lázaro David Najarro Pujol -
Cuqui -
No importa el género periodístico y sí que te haya traído buenos recuerdos. Son cosas nada fáciles de olvidar.
Y sí, Vannesa ofrece una panorámica de lo que sucedió realmente y no esas burdas mentiras que pululan. Cualquier muerte de un ser humano es lamentable, pero aquí no se le niega atención médica a nadie, esa es una realidad que hasta quienes se prestan para tales farsas lo saben.
Mil gracias por tu entrada y comentario, Cariños
angel mendoza -
Agradezco también a Vannesa que exponga un punto de vista diferente del que puede leerse hoy en otros lugares del mundo.
Un abrazo!
Cuqui -
No sé quién eres, pero te agradezco tu entrada al blog y tu comentario tan aclaratorio. Claro, los enemigos de la Revolución cubana tratan de convertir a estas personas en héroes porque no tienen uno solo que sea de verdad y hasta ellos mismos saben que Wilmar y otros como él reciben la atención médica necesaria sin escatimarse recursos humanos ni materiales, un abrazo.
vannesa -
Pese a todos los esfuerzos realizados por el sistema de Salud cubano, Wilmar Villar Mendoza falleció ayer a las 6 y 45 de la tarde en el hospital Juan Bruno Zayas, de Santiago de Cuba, como consecuencia de una sepsis generalizada.
Wilmar se convirtió así en otra víctima de la manipulación y el juego de la mafia cubano-americana de Miami y a la disidencia, a las que por tal de lograr su propósito no les importa en lo absoluto que alguien muera.
Aunque ahora los enemigos de la Revolución pretenden mostrarlo como un héroe, Wilmar cumplía una condena de prisión de cuatro años por los delitos de desacato, resistencia y atentado.
http://mariacelys.wordpress.com/2012/01/20/wilmar-villar-mendoza-otra-victima-del-odio-contra-cuba/
Al interesarme en la evolución del estado de salud de Willmer Villar Mendoza y después de haber compartido con ustedes algunos detalles de su situación, conversé con el máster Rolando Riera Santiesteban especialista de 2do grado en medicina intensiva y emergencia, jefe de la sala de cuidados intensivos de éste centro hospitalario, quien me puso al tanto del fatal desenlace que ocurrió cuando me encontraba en el hospital Clinico Quinico Quirurgico *Dr Juan Bruno Zayas Alfonso, alrededor de las 6 y 45 de la tarde del dia 19 de enero.
La muerte ocurrió en la sala de cuidados intensivos del mencionado hospital debido a un fallo multiorgánico secundario a un proceso respiratorio infeccioso severo que conllevó a una sepsis generalizada.
Villar Mendoza oriundo del municipio santiaguero de Contramaestre cumplía sanción de privación de libertad desde noviembre del año 2011 y había sido remitido con urgencia a las 5.00 de la mañana del pasado dia 13 de enero del centro penitenciario Aguadores al Hospital Provincial Saturnino Lora al presentar síntomas de una neumonía severa del pulmón izquierdo, recibiendo todas las atenciones para este tipo de afecciones, requiriendo de ventilación y nutrición artificial, fluidoterapia, hemoderivados, apoyo con drogas vasoactivas y antibióticos de amplio espectro de última generación según los especialistas.
El hospital clínico quirúrgico Juan Bruno Zayas donde falleció es uno de los centros hospitalarios de mayor nivel en la región oriental y su sala de terapia intensiva cuenta con una gran experiencia en la atención al paciente grave.
Villar Mendoza, residía en el municipio Contramaestre, provincia Santiago de Cuba y cumplía sanción de privación de libertad desde noviembre del año 2011.
Sus familiares más allegados estuvieron al tanto de todos los procedimientos que se emplearon en la atención al paciente, además de reconocer el esfuerzo del equipo médico que lo atendió.
Extraído del blog: Cambios en Cuba: http://cambiosencuba.blogspot.com/2012/01/intentan-manipular-la-muerte-de-wilmer.html
Cuqui -
Primero agradecerte tu entrada al blog y tu comentario.
Lo que dices es cierto. Entonces eran sueños inalcanzables por los que muchos dieron su propia sangre. No disfrutaron los servicios de Salud ni los de la Educación, pero sus familiares y su pueblo sí, y hoy estarían orgullosos de ellos mismos.
Debes haberte fijado en eso que puse casi al final, "16 años en construcción durante los gobiernos de Ramón Grau San Martín, Carlos Prío Socarrás y Fulgencio Batista", algo verdaderamente inaudito.
Lázaro David Najarro Pujol -
Muchos no pudieron ver el fruto por el cual derramaron su sangre. Ni siquiera se podía imaginar que su familia podría acudir un centro de salud como el hospital universitario Manuel Ascunce Doménech, con todos los servicios de salud gratuitos y con un alto nivel científico, inaugurado pocos años después de concluir la guerra de liberación nacional, un 14 de enero de 1962 Ninguno soñó ni siquiera que la isla por la que dieron su sangre se convertiría en una potencial mundial en el sistema de salud.
Celso Orlando hernández narró, que Ramón Domínguez de la peña, uno de los que no pudo ver el triunfo de la Revolución, solo tenía un pensamiento, terminar aquellas injusticias que ocurrían en los campos cubanos: el muchachito que no tenía derecho a ir a la escuela porque no las había; la falta de médico y las limitadas posibilidades de atención a toda aquella gente humilde y hambrienta.
Cuqui -
Así es, nuestro hospital. Aquí abordé el tema desde un punto de vista más personal y de años ha.
Verdaderamente con obstáculos que sabemos han enfrentado a través de los años siempre los logros superan a los problemas, con cariño y deseos de dar más vida a la gente, sea quien sea y venga de donde venga, esa es la realidad. Volví a rehacer esta respuesta porque no lograba hacerlo como siempre, un abrazo.
Cuqui -
Mary -
Nelly -
CAMAGUEY, CUBA