Las heridas invisibles de Verónica
Verónica Luis Pérez y yo no nos habíamos visto siquiera y después de esta entrevista, devenida conversación entre amigas que comparto, me parece que la he conocido desde siempre. Abrió su corazón para mí sin miedo, sin tapujos y convencida de que así, con su verdadero nombre y su imagen ayudaría mucho más a aquellas que como ella han sido víctimas de la violencia de su pareja. Me puso como premisa tratarnos de tú.
Ella comenzó: “Conocí al que fue mi esposo en 1993 y luego de cinco meses de relaciones todo transcurría tan perfecto que llegué a pensar era el hombre ideal para mí, era un amor, incluso, mi familia y amistades estaban convencidas de que así era. Nos casamos en el Palacio de los Matrimonios de esta ciudad de Camagüey, todo era muy bonito y marchaba de una manera especial”.
—El que era esposo de esta mujer es 13 años mayor y trabajaba (porque ya está jubilado), como obrero, mientras ella es Ingeniera Pecuaria graduada en la Universidad de Camagüey. Por eso le pregunto: ¿Alguna de estas dos realidades fueron obstáculos para ti?
—En lo absoluto. Para mí, el amor y el respeto eran y siguen siendo lo fundamental en la pareja.
—¿Qué pasó entonces y cuándo tu vida cambió?
—Lo que sucedió en sí mismo no sé. Pasados el primer y segundo años de matrimonio comenzaron a ocurrir cosas que no me gustaban. Él invadía mi privacidad, no tenía tranquilidad espiritual y psíquicamente me sentía afectada, aún lo estoy. Me trajo problemas en mi desempeño laboral, en mis relaciones interpersonales e incluso familiares porque se comportaba de una manera delante de mi familia y de otra cuando estaba a solas conmigo.
“En ocasiones él propiciaba encuentros con amistades en nuestra casa y después terminaba asediándome por celos con personas que él mismo invitaba. Confieso que tiene el don, para decirlo de algún modo, de disimular con entera facilidad, su carácter cambiaba de acuerdo con las circunstancias.
“En su momento, desempeñó un rol muy importante como esposo y pienso que fue para engañarme, pues las personas no cambian de un día para otro, eso no es posible y te digo que lo logró. Jamás pensé que llegaría a comportamientos tan bajos.
“Soporté cinco años y pedí la separación. Ni mi familia lo asimilaba, él era un artista delante de ella y por eso no me creían. Lloré mucho a solas, me bebía mis propias lágrimas, sufrí lo que no puedes imaginar.
“Trabajé en Educación, era la jefa de departamento del área de Humanidades del politécnico Bernabé Boza, y tenía muy buen salario, casi al término de la Maestría en Ciencias de la Educación tuve que renunciar y no pude terminarla con todo listo; también fui responsable de Recursos Humanos en la Oficina de Control de Cobros de Multas, aunque antes estuve un año sin trabajar por problemas de salud originados por mi situación privada. Me atendieron varios médicos especialistas hasta llegar a la Psiquiatra, la Dra. Isabel Martínez Aguilera, y ahora me atiende la Dra. María Victoria Jay García, en el Centro Comunitario de Salud Mental de la Avenida de la Libertad (Caridad).
“La presión arterial me subía y no bajaba con nada, fue una época muy dura. Gracias a esta dificultad y a todo lo que pasé —dijo con un poco de ironía— uso espejuelos y tengo tratamiento de por vida. No me siento en condiciones ni de andar sola.
“La Psiquiatra que me atendía lo citó y me dijo: `o le aguantas o lo dejas, porque él no entiende el mensaje`”.
—Si lo deseas, claro, ¿Puedes mencionar qué tipo de maltratos recibiste?
—De todo tipo. Una vez me propinó una galleta, pero a diario me insultaba, me hacía acciones horrendas, amenazas, como que iba a amarrarme a la cama para tener sexo obligado, imagínate yo no dormía. Me decía que era una prostituta porque hacía guardia docente y como fui Jueza Lego de un Tribunal, me ofendía por mis relaciones con esos compañeros.
“Él me escondía la cocina y cuando llegaba del trabajo me quedaba sin comer, no tenía dónde elaborar los alimentos, me tachaba los documentos que llevaba para adelantar en casa. Se aparecía de madrugada y halaba la sábana conmigo arriba y me tiraba en el piso. A veces le daba por callar, me ignoraba, me apretaba la cara y me pasaba la lengua; me puso a dormir en el suelo durante seis meses y otras cosas que para qué recordar”.
—¿No piensas que el silencio, el ignorar a alguien es otro signo de violencia?
—Claro que sí, no es fácil existir y sentir que no existes. Él me ignoraba y así andaba con otras mujeres con quienes disfrutaba el dinero de la casa. Yo no me percataba en los inicios porque aunque mi salario siempre fue superior lo juntábamos y no sabía en qué lo utilizaba.
“Después de casi 19 años de matrimonio decido separarme sin retroceso y comenzaron otros problemas, yo tenía que sufragar sola el gasto de la corriente eléctrica; todavía pago los artículos electrodomésticos y no los disfruto porque mis pertenencias están dentro de esa vivienda, pues tuve que irme por amenaza de muerte con un machete. Por eso estuvo detenido dos días y le pusieron una multa de 30 pesos, ese precio le pusieron a mi cabeza y así un sinnúmero de situaciones que me llevaron a pedir el divorcio y desde esa fecha a acá he hecho gestiones imposibles de relacionar para solucionar el problema de la casa y recuperar la parte que me pertenece y todavía no lo he conseguido”.
—¿La casa la obtuvieron en matrimonio?
—Eso no era una casa, estaba inhabitable y a nombre de una esposa anterior de él. Conseguí un permiso de construcción y la asumimos los dos, se puso a su nombre y ya estábamos casados, además, de alrededor de 19 años que residí allí. Creo que tengo derecho a una parte, por supuesto, si lo logro nunca la viviré, pero algo haré para hacerme de lo mío bien lejos de ese entorno. He tocado muchas puertas para el reclamo de la parte de la casa que me corresponde y no lo he conseguido, eso no es justo.
“El día que me amenazó con el machete brinqué la tapia y el custodio de la bodega de al lado me ayudó, luego no quiso ser testigo del asunto, no quiso meterse en eso.
“Un día fui a dar a casa de uno de mis hermanos y así, hasta que me amenazó de muerte y no paré hasta el hogar de mi hermana, que es donde vivo ahora. Mi familia me ha apoyado mucho, aunque figúrate esto no puede ser para siempre. La casa tiene un solo cuarto y vive mi hermana con su esposo e hijo, mi madre de 84 años y yo, y aunque hay armonía es una situación imposible de sostener, ahora duermo en el piso, pero nadie me maltrata.
“Te aclaro algo, aun con todo lo que estoy pasando, le debo mucho al sistema social de mi país. Tengo 51 años y provengo de una familia muy humilde y mis hermanos y yo todos somos profesionales”.
—Después de ofrecerte mis disculpas, se impone que te pregunte, ¿por qué soportaste tantos años de maltratos y humillaciones? ¿No te parece que fue demasiado tiempo?
—Porque no tenía adonde ir, sencillamente así. Me bebía las lágrimas como te dije, sola. Hace ya casi un año me fui y no he vuelto más porque comprendí que mi vida y mi salud valen más que cualquier cosa”.
—¿Conoces que la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) lidera las Casas de Orientación a la Mujer y a la Familia, adonde acuden personas con problemas similares a los tuyos?
—Sí, pero ya había acudido a la Psiquiatra. Quizá, si hubiera empezado por ahí no habría transcurrido tanto tiempo de sufrimiento.
—Como mujer, en esta sociedad, ¿cómo te sentías antes de los conflictos con tu pareja y después?
—Era muy feliz, me sentía realizada, me desempeñaba muy bien en mi carrera, vivía entregada a mi trabajo, sin días, sin horas, sin lugar, para lo que fuera necesario. Después me sentía en el piso, como si no valiera nada.
—¿A qué te dedicas actualmente?
—Laboro como técnica en Gestión de los Recursos Humanos de la Dirección Municipal de Economía y Planificación.
—¿Qué consejo ofrecerías a las mujeres que sientan algún tipo de violencia?
—Lo primero es reconocer que se ejerce violencia sobre una y que no necesariamente tiene que ser física, y luego que se denuncie, que no soporte violencia alguna. Tenemos que combatir estos hechos, falta mucho en este sentido. Si Ana Betancourt de Mora luchó por la emancipación de la mujer, nosotras tenemos espacio y nadie tiene el derecho a quitárnoslo.
—¿A tu modo de ver cuáles son las causas por las que hay mujeres que soportan el maltrato de cualquier tipo?
—Una es sin dudas la falta de un lugar para vivir, no tienen a donde ir y se ven atadas de pies y manos. En mi caso recibí la ayuda familiar y no siempre ocurre así. Yo las conozco que aguantan lo indescriptible hasta delante de sus hijos por esa razón, esa es una realidad. Ciertamente, hay casos y casos, y cada persona es un mundo; sin embargo, no creo que la mayoría soporte porque le guste. Esas deben ser las menos y de seguro tienen problemas de su personalidad.
“Fíjate si lo creo que me sucedió a mí y conozco a otras que todavía sufren situaciones similares y hasta peores que son esas que son asesinadas al final, precisamente porque no tienen una casa o sus familias no las respaldan, al menos yo sí he tenido el apoyo de la mía.
“La violencia no debe soportarse en ninguna de sus variantes. Las mujeres tenemos opciones aquí como son: acudir a la Casa de Orientación a la Mujer y a la Familia, al médico, en fin, debe evitarse llegar a mi situación, es muy lacerante y peligroso”.
—¿Piensas que una mujer violentada recibe toda la ayuda que se divulga aquí o, mejor, que se quisiera?
“Los médicos y la FMC sí accionan en estos casos, pero puede hacerse más. Los spot televisivos son varios, la divulgación en general, pero en mi caso se podía hacer un poco más, o sea, valoro por mi persona, no puedo hacerlo de manera general. Si hablo desde mi experiencia, no. La realidad es otra en mi propia piel, a veces me pregunto: ¿lo habré hecho todo mal, merezco esto?
—¿No quisiste tener hijos?
—El me dijo que no podía, hasta en eso me engañó y ya se me fue el tiempo.
—¿Has pensado que luego de esta entrevista ese hombre pueda tomar represalias?
—Perdí el miedo, más de lo que he pasado, ¡por Dios!, no creo que pueda suceder.
—Ahora, en este minuto, ¿te ha dejado en paz?
—Sí, él sabe que puedo acusarlo por tentativa de asesinato y, al parecer, está enamorado de nuevo.
—¿Algún otro mensaje?
—Desde luego, hoy hay mucha instrucción en este país, pero con los adelantos científico técnicos se debe ir aparejado el ser mejor persona, tanto en su desempeño familiar, laboral, o de pareja. Yo, con mucha modestia, hago un llamado a un ambiente de paz y no visto solo en contra de la guerra, sino de la paz entre los seres humanos, la paz familiar, en el hogar, con los niños, con los ancianos, conquistar una verdadera armonía entre los seres humanos.
—¿Te has vuelto a enamorar?
—Estoy tan contrariada que debo esperar, ahora no le voy a cobrar a nadie lo que me ha pasado. Tengo que curar mis heridas primero, esas que no se ven, pero duelen. Aunque si te fijas, al menos, he aprendido a sonreír de nuevo.
NOTAS NECESARIAS
—El agradecimiento a integrantes del Secretariado de la FMC en la provincia de Camagüey y a la Dra. María Victoria Jay, por llevarme de la mano hasta la entrevistada.
—Preciso dar a conocer que en 1999, la Asamblea General de las Naciones Unidas designó el 25 de noviembre como Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, por los hechos históricos de carácter sangriento contra tres hermanas de una misma familia, acaecidos ese día de 1960, en República Dominicana; las hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, fueron víctimas de un crimen ordenado por el entonces Generalísimo y Jefe de Estado de la República Dominicana, Rafael Leonidas Trujillo.
—En febrero del 2008, el Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, lanzó la campaña global: “Únete para poner fin a la violencia contra las mujeres”, en respuesta a un consenso internacional. La campaña hace un llamado a los gobiernos, a la sociedad civil, al sector privado, a los medios de comunicación y al propio sistema de las Naciones Unidas para trabajar de manera conjunta en la prevención y eliminación de la violencia contra las mujeres y las niñas.
—La Campaña prevista para hoy 25 de noviembre es implementada en la mayoría de los países de la región de América Latina y el Caribe, uno de ellos, Cuba. La de este año se extenderá hasta el 10 de diciembre próximo, Día de los Derechos Humanos.
Autora: Olga Lilia Vilató de Varona (Cuqui)
Foto: Otilio Rivero Delgado
8 comentarios
Cuqui -
Y te agradezco a ti por leerla, y dásela a leer a tu amiga, mis cariños
Adalys Ray Haynes -
Adalys, Las Tunas
Cuqui -
Claro que es lamentable, por eso tenemos que denunciarlo y hacer más.
Gracias por los elogios y no tengo nada que disculparte, pues esa bronca que te produce debía ser más generalizada, solo así terminaríamos con casos tan horrendos, Otro saludo para ti y mil gracias por entrar y comentar...
jose lopez romero -
Cuqui -
Tienes razón, pero no todas las mujeres tienen hacia donde volver sus pasos, esa es una realidad y es la realidad de Verónica. Y sí, es muy valiente en darse a conocer tal cual es. Gracias por tu comentario.
Nelly -
Cuqui -
Como dices una historia triste, pero que nos hace reflexionar a todas, por eso quiso identificarse tal como es. Haré que le lleguen tus felicitaciones!!!!!
lily -