Hernani: antes y después del Ébola
En la foto el doctor Hernani compartía con los nacionales antes de la llegada del Ébola. Luego, con su uniforme de protección.
No conozco personalmente al doctor Hernani González Novoa, especialista en Ginecobstetricia del hospital materno infantil Ana Betancourt, de la ciudad de Camagüey, Cuba. Aún así se me antoja como alguien muy dedicado a su profesión y también con buen sentido del humor que me ha hecho sentir cómoda en este intercambio en el que nos tuteamos desde su primera respuesta, vía Internet. De ahí que algunas de sus “confesiones” sean impublicables.
Este hombre de 46 años tiene su residencia aquí en la carretera de Nuevitas, kilómetro 11, Arroyón, acompañado de su padre, de 87 años, quien sufrió hace muy poco un infarto del miocardio y ya está recuperado. Su hija de 19 años trabaja en el círculo infantil del reparto Lenin y vive cerca. Tiene una hermana y dos sobrinos. Esa es su familia, la que está al tanto de cada suceso alrededor de la epidemia de la fiebre hemorrágica por el virus del Ébola, porque Hernani está en Guinea Conakry, esa parte del África Occidental, hace casi tres años, o sea, desde antes de presentarse la letal enfermedad en ese lugar.
—¿En qué sitio de esa geografía trabajas?
—En el Hospital Regional de Labe o Labé (se identifica de las dos maneras), que es la principal ciudad y capital administrativa ubicada en una gran región de este país densamente poblada, donde se trabaja duro y en condiciones muy difíciles; a veces me siento cansado, pero aquí estoy, cumplo con mis obligaciones de lunes a sábado; y cada dos semanas paso una completa de guardia.
“Esta región es la mejor de todas y me la gané a partir del segundo año, porque el primero fue heroico. Me ubicaron en una región pésima a unos 500 km de la capital. Para llegar se va a través de la selva por un camino lleno de huecos inmensos imposibles para avanzar y pasaba 12 y 13 horas de viaje y al arribo tenía que ‘fajarme’ con un hospital para mí solo. No hay más ginecobstetras. No dormía más de tres horas en la casa. Me la pasaba en la ambulancia y metido día, tarde, noche y madrugada en el hospital. No iba a una fiesta, no podía tomarme una cerveza. No sabía a qué hora me venían a buscar. Terminé allí que no sabía si correr, gritar o perderme. Fue inmensamente agotador, pero salí y ahora de esta también saldré. Bicho malo revienta, pero no muere.
—Y ahora, ¿cuántos médicos de tu especialidad te acompañan?
—Soy el único ginecobstetra, por tal motivo ayudo a mis colegas guineanos que son generalistas, como se conocen aquí y además, hacen bien su trabajo, pese a que no están especializados en esta parte de la Medicina que considero estresante en cualquier parte del mundo que la ejerzas, porque toda embarazada espera ver llegar una nueva vida y eso está en tus manos.
—¿Eres el único cubano por esos lares?
—No, somos 15 en esta brigada distribuidos en cinco regiones; aquí laboran, además, una enfermera en la parte quirúrgica; un enfermero diplomado en anestesia y es lo que hace; y una doctora especialista en Medicina General Integral (MGI) que se desempeña como Pediatra. Todos vivimos juntos en un gran apartamento.
—Cuéntame un poco ¿cómo cambió tu vida luego de la entrada del Ébola?
—Sabes que esta es una fiebre hemorrágica viral, y para ponerle algunos calificativos te diría que es muy seria y de respetar. Tiene un comportamiento ascendente. Cada mes son diagnosticados más casos nuevos, pero nuestra brigada no trabaja, hasta ahora, con estos enfermos porque son concentrados en hospitales destinados al efecto, para lo cual nuestro país envió una brigada específicamente para ellos, algo muy divulgado a nivel internacional.
—Puede decirse entonces que ustedes están fuera de peligro…
—En lo absoluto. A nuestra consulta pueden llegar personas infectadas de Ébola en cualquier momento y debemos estar alertas. Esta población mantiene una cultura atrasada, con la religión musulmana muy arraigada y la pobreza es impresionante. Por tal motivo adoptamos medidas para protegernos.
—¿Cómo era un día cualquiera antes del Ébola y cómo es después del Ébola?
—Los días no son muy especiales. Amanece, sales al trabajo, terminas, vas a la casa haces tus obligaciones de lunes a sábado; los domingos haces compras en el mercado para la semana. En ocasiones te haces de algo para alegrar la vida y regresas a preparar la comida, lavar, limpiar. Ese día duermo más que de costumbre, escucho música, canto, bailo, hago ejercicios. O sea, entre col y col, lechuga.
“Una vez cada dos meses me tomo alguna cervecita, celebramos los cumpleaños, los días festivos de nuestra Cuba y así formamos la fiesta y bailamos, cantamos, nos reímos de nosotros mismos; sin embargo, no hay un solo instante en que deje de pensar en nuestra tierra, la familia, los hijos y así nos damos fuerzas para seguir.
“Llegó el Ébola y continuamos la rutina, aunque con una preocupación añadida y con tristeza te digo que mantenemos poca relación con los nativos, en los inicios era diferente. Trabajamos bajo presión porque no sabes qué te puede llegar. No salimos como antes con amigos, el hacerlo nos expone mucho más al riesgo. Te hablo así, en plural porque es la actitud tomada por todos, no solo mía. También uno le pide a Dios que te proteja y seguimos andando, con trabajo y más trabajo”.
—¿Cuentan con los medios de protección y saben usarlos?
—Aquí se comenzó a hablar del Ébola en marzo pasado. Nuestro jefe nos llamó e informó de la presencia de esta enfermedad viral grave, muy grave. Yo, particularmente, me di a la tarea de hacer búsquedas en Internet. Entonces me di cuenta de que estábamos ante un gran peligro. Pasamos unos días preocupados, adoptamos algunas medidas de prevención en el hospital.
“Se nos informaba cómo aumentaba la cantidad de enfermos, aunque en mi región no había reportes. En junio nos fuimos los 15 para la capital a ciertas gestiones y nos olvidamos del Ébola, confieso que lo subvaloramos y no le dimos la importancia que requería; sí nos tomábamos la temperatura y salimos para Cuba el 1ro. de julio, y al menos yo, no pensé más en el asunto.
“En agosto comenzó la epidemia y las informaciones y decía: eso no es posible, dejé aquello tranquilo, siempre con la determinación de que si me mandaban de nuevo iba ‘tumbando’ y que sea lo que Dios quiera. Así llegué el 28 de agosto a Guinea Conakry y percibí que ellos no tienen preocupación alguna, solo Dios les ocupa y solo Él los protege. Sigue la misma pobreza, la falta de higiene ambiental. Conocimos que esa epidemia había proliferado y extendido a Liberia y Sierra Leona.
“Así y todo nos incorporamos cada uno a nuestras regiones y a trabajar, por supuesto, con mayor estrés y conscientes del problema que respiramos. Fíjate, hasta rezamos, le pedimos a Dios y a nuestra Virgen y para adelante. Así somos los cubanos.”.
—¿Han recibido preparación para protegerse? ¿Tienen contacto con los otros cubanos que sí están frente a los enfermos?
—Este tema es difícil de abordar para que se entienda. El Ébola es una enfermedad tan difícil, altamente contagiosa que uno no llega a sentirse plenamente preparado porque no tengo experiencia en ese tipo de atención. Sí hay expertos dedicados a estos enfermos lo que no nos quita el riesgo de encima.
“Antes de venir pasamos un curso en Cuba y aprendimos un poco, por eso ahora es diferente, los preparan para eso específicamente. A pesar de no trabajar con enfermos de Ébola sí lo hago con pacientes desconocidos, sin diagnóstico que me llegan vírgenes en cuanto a la asistencia médica. Por eso adoptamos las precauciones. En Cuba nos dieron medios de protección, esos trajes que parecen de cosmonautas y así le decimos, sabes que los cubanos sacamos lasca de todo. Dentro de esos trajes te ahogas, te deshidratas, pero los tenemos. Y no contactamos con los médicos y enfermeros que vinieron en esa misión de erradicar el Ébola. Ellos saben que van a atender casos de Ébola ya diagnosticados. Nosotros no estamos al corriente de qué pacientes vamos a recibir. Pienso que todos estamos en riesgo
—Qué mecanismos utilizas para chequear a tus embarazadas, y así detectar si traen consigo alguna enfermedad sobreañadida?
—Solo estar bien atentos, incorporar en tu cerebro el riesgo al que estás expuesto y protégete. Claro, hay preguntas claves como si han viajado, y adónde. Les encanta moverse de un lado a otro y eso es un problema. También indagamos acerca de si han tenido fiebre, vómitos, diarreas o en contacto con enfermos de Ébola o si murió algún familiar, amigo, vecino. Me informo sobre a quién trato, y los casos sospechosos son evacuados a centros diagnósticos.
—¿Cómo recuerdas a tu familia ante condiciones de vida tan difíciles?
—Tus preguntas no son fáciles. ¡Ay!, cómo quisiera estar a su lado ahora mismo. La recuerdo todos los días, horas, minutos. Estos meses me parecen años, pero me conformo al estar seguro de que allá se está bien y con mejor suerte. Yo seguiré aquí hasta terminar y regresaré, estaremos juntos de nuevo y la vida continuará. Así pienso.
—Si hubieras estado aquí, ¿te habrías ofrecido para ir a combatir el Ébola?
—He aprendido que la vida es una y que el día de tu partida está programado y solo Dios conoce cuándo. Estudié Medicina para salvar vidas, no importa cuántas ni dónde; siempre que me necesiten en cualquier parte del mundo lo haré con gusto y me uniría a la brigada médica que sea para enfrentar las circunstancias necesarias.
—¿Cuándo te graduaste de médico y te hiciste especialista?
—Terminé la carrera en 1992. Hice la especialidad de Medicina General Integral (MGI) en 1997 y culminé la Ginecobstetricia en el 2002.
—¿Cumpliste otras misiones internacionalistas?
—Estuve seis meses en Bolivia y ahora aquí, que llevo 26 meses. Increíble cómo pasa el tiempo!!!!
—¿Sabes que tu hospital en Camagüey fue reparado y aún continúan con otras obras?, ¿qué piensas al respecto?
—Estoy enterado. Sé que ha sido reconstruido y embellecido y le doy gracias a quienes se ocupan de esto. Esa es la casa de quienes trabajamos allí, pasamos el mayor tiempo de nuestras vidas en ese lugar y te digo, ojalá se mantenga así, pues vivir en una casa vieja, fea y destruida te dificulta la vida y otra cosa, allí hemos nacido una buena parte de los camagüeyanos y vendrán otras y otras generaciones. Es el sitio donde abrimos los ojos y comenzamos la vida. Es triste abrir los ojos a este mundo y ver nuestra Maternidad fea. Estoy contento por eso.
—¿Qué tiempo te queda allá?
—Mi contrato es de tres años. Debo terminar en julio-agosto del 2015.
—De ese país, ¿qué te ha impresionado más, para bien y para mal?
—Antes de llegar aquí por cuestiones de viaje pasé más de un día en Francia, estuve en la embajada cubana en París. Caminé por la ciudad y me entusiasmó aquello por su belleza. De la misma manera me dijeron: ‘prepárate, mañana verás lo contrario’, y al llegar me dije: ¡ñooo! Adónde rayos llegué. Todo lo encontré feo, sucio y un olor horrendo. Los nacionales me tocaban, me pellizcaban, me decían patrón y pedían dinero porque tenían hambre, algo muy difícil realmente, nosotros en Cuba somos reyes.
“También hay cosas buenas, son gente que nos quieren y respetan muchísimo. Cuando saben que somos cubanos nos elogian, hablan de Fidel con respeto y recuerdan que él anduvo por este país, además que la colaboración cubana tiene muchos años aquí y no solo en la esfera de la Medicina. También me gusta mucho, mucho la comida africana, sus mujeres la preparan de manera excelente.
“Antes del Ébola campeaba en la capital y en su gran mercado donde muchos me conocen y se saben mi nombre, ya soy de los viejos por acá y en la región que trabajo es lo mismo, solo que el Ébola nos vino a bloquear la existencia”.
—¿Piensas que los cubanos ganarán la batalla al Ébola?
—Es un trabajo difícil, pero ¿qué batalla no ganamos los cubanos?, y esta será una más. Costará sacrificio, pero se cumplirá.
—Algún mensaje para tu familia pequeña y para la grande que es tu Camagüey…
—Para mi familia que estén tranquilos, que la misión la terminaré sin dificultades y voy a regresar bien de salud. Que vivan tranquilos y se cuiden.
“A mi hija que la quiero mucho, le pido que cumpla sus deberes diarios, pues es una mujer. Para mi padre, que no vea mucho el Noticiero, no quiero le repita el cuadro cardíaco con las noticias del Ébola. Las imágenes son estresantes realmente y en mi región no hay casos hasta el momento. A mi hermana que se mantenga fuerte, ella tiene tareas difíciles, aunque no imposibles y que pida a Dios todos los días para que el Ébola se acabe y regresemos todos sin dificultad. A mis sobrinos, que se cuiden y me escriban todos los días.
“A la gran familia camagüeyana algo sencillo. Este pequeño grupo de valientes cubanos, como siempre ha sido, mirando hacia adelante con una gran fuerza en nuestros corazones para dar y dar lo mejor de nosotros y así ayudar a todo el mundo en cualquier parte donde nos necesiten. Allí estaremos siempre sin importar los obstáculos, y sabremos poner el nombre de nuestro país bien alto y triunfaremos. Muchas gracias a ti y a todos lo que de una forma se desvelan de preocupación por nosotros. Un abrazo y salud”.
Autora: Olga Lilia Vilató de Varona (Cuqui)
Fotos: Cortesía del entrevistado
Fotomontaje: Alejandro Bonet
5 comentarios
Cuqui -
El protagonista de esta historia es el Dr. Hernani y los que como él, y como leo Usted, están dispuestos a salvar vidas o a aliviar al ser humano dondequiera que los necesiten.
Gracias por entrar al blog y por su comentario.
lourdes yero abreu -
Cuqui -
Le pido por aquí y como hago en cada correo que le envío: "Cuídate mucho". Ahora más que antes!!!!!
Cuqui -
Te agradezco tu opinión, pero no, no estoy de viaje. La entrevista fue vía Internet, fíjate que en el inicio digo que no lo conozco. Nunca he salido de mi terruño, ja ja ja.
También te deseo una Navidad y Fin de Año especiales, Ah! y que el 2015 te traiga cosas lindas, a ti y a tu familia, un beso!!!!
Maria Elena -