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Día de la Medicina Latinoamericana

Tributo

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Parte de la Brigada Médica Cubana en Qatar. De guardia en emergencias, el 26 de noviembre.

Es la primera vez que hago algo así en mi blog. Hoy, 3 de diciembre y Día de la Medicina Latinoamericana, es una fecha muy especial para latinoamericanos en general, cubanos en particular y camagüeyanos de manera muy especial. Ese día de 1833 nació un grande de la Medicina: el Dr. Carlos J. Finlay, precisamente en la otrora Villa de Santa María del Puerto del Príncipe, hoy Camagüey. Es por eso que reuní cuatro entrevistas realizadas para el sitio Adelante digital, a médicos camagüeyanos que ofrecen sus servicios en otras tierras y tuvieron la gentileza de dar a conocer sus criterios por el fallecimiento del Líder Histórico de la Revolución Cubana Fidel Castro Ruz.

Seguir su legado internacionalista


El Dr. Ernesto Eusebio López Cruz es camagüeyano, pero está muy lejos de su tierra un día como hoy de tanta tristeza, mas con la convicción de que hombres como Fidel Castro Ruz nunca mueren. Esa es una verdad solo superada por su propia obra en Cuba y en buena parte del mundo.

Mantuve un contacto breve, pero de mucho sentimiento, vía Internet, con el especialista de II grado en Estomatología General Integral y Profesor Auxiliar. Él está hace más de un año en el estado de Qatar como Jefe de la Brigada Médica cubana y Representante de la Comercializadora de Servicios Médicos Cubanos (C-SMC).

—¿Qué sentiste en el orden personal al conocer la noticia de la desaparición física de Fidel?

— Me levanté y supe de la noticia por los medios, no lo creía hasta que pude ver la comparecencia de Raúl, qué decir, mucha tristeza y a la vez impotencia por no estar en nuestras manos hacer algo para impedirlo, en fin, sentimientos profundos por el padre no solo mío sino de todos los cubanos aquí.

—¿Cómo notaste el ánimo de tu brigada?

—Le invade una tristeza total a la brigada, eso sí, con la firme determinación de seguir con el legado internacionalista que nos inculcó Fidel.

—¿Cómo abordaron la triste noticia en Qatar?

—Ha sido reflejado por la prensa plana y digital profusamente a partir de la mañana.

—¿Qué piensas del alcance de Fidel, su visión acerca de los más desposeídos del mundo?

—Fue el estadista más importante del siglo XX y principios del XXI; hasta los enemigos tienen que reconocer la grandeza de este hombre que tanto hizo por innumerables países en el mundo, en particular de Latinoamérica y África, sitios donde lo lloran en este momento.

—¿Tu disposición y de tu Brigada a partir de ahora?

—La brigada está integrada por 254 colaboradores y trabaja exitosamente en la localidad de Dukhan, al oeste de Qatar, y digo así, exitosamente, porque es la joya del sistema de Salud de este país, es innegable y seguiremos adelante siendo fieles a los principios de Fidel, nuestro mayor inspirador.

El entrevistado se despidió con un saludo afectuoso, con inmensa tristeza, no hubo entre nosotros otro tema, eso es innegable, pero con la certeza de que continuarán poniendo en alto el nombre de nuestro Fidel, ese que pasó a la inmortalidad porque cumplió con creces con la obra de la vida.

Fidel, paradigma de profesionales de la Salud

Al final y al centro, la Dra. Magda Cortina.

Recibí este mensaje de la Dra. Magda A. Cortina Licea, con 47 años en ejercicio de su profesión, esa que integra el ejército cubano de batas blancas, el más puro, desinteresado, y despojado de arma cualquiera, solo llevan una consiga: la de llenar de conocimiento y salud a quien lo necesite dondequiera que esté, sea cual sea su color de la piel, su credo o definición política.

Ella me dijo al referirse a Fidel, ese que entristeció a todo un pueblo al partir anoche hacia la inmortalidad: “Demorarán muchos años para que nazca un hombre en el mundo con sus cualidades, virtudes y deseos de luchar por la independencia de los pueblos, pero su ejemplo seguirá en nosotros y en muchos hombres del mundo; sus enemigos seguirán criticándole y lamentándose de no haberlo podido enfrentar, ni desaparecer, mucha gente irresponsable y mal agradecida; hoy algunos le critican y hasta festejan su muerte, dando la justa medida de tener el cerebro vacío… porque nadie debe alegrarse de la muerte de un ser humano… lo que les duele es no poder negar el alcance de sus ideas, que levantaron la polémica de los más poderosos magnates de este mundo y a pesar de ello la Revolución siguió allí. Ojalá que las nuevas generaciones sepan aquilatar lo valioso de su obra y se rectifiquen algunos pasos, que en la actualidad no favorecen nuestro futuro, y sin él menos, gracias. ¡Hasta la Victoria Siempre!

Cuando las recibí le pedí publicarlas y ampliarlas con algunas preguntas que venían a mi mente. Con suma gentileza accedió y aquí comparto.

—¿Dónde está cumpliendo misión y cuál es su mayor responsabilidad?

—En África, exactamente en Guinea Bissau, donde trabajo en la Facultad de Medicina Cubana que forma los médicos para este país, por un acuerdo solidario desde hace muchos años entre Amílcar Cabral y Fidel. Imparto las clases de Propedéutica y Semiología Clínica y Medicina Interna a estudiantes del tercer y sexto años de la carrera de Medicina, muy pobres en su mayoría, que aspiran a ser profesionales de bien para su país, además brindo mis servicios a la población en el Hospital Nacional Simao Mendes.

—Tiempo de la misión actual y si ha cumplido otras, ¿dónde y duración de estas?

—Estoy en este país desde febrero del año 2015, he cumplido misiones anteriores en Nicaragua en los años 1983 hasta 1985; Libia, durante 1986; en Guinea Ecuatorial desde el 2000 al 2003; y en San Vicente y las Granadinas, por dos años a partir del 2007; en todas en la formación docente de estudiantes de Medicina y en la labor asistencial.

 —¿Cómo fue su amanecer hoy 26 de noviembre con la noticia de la muerte de Fidel?

—Me quedé sin palabras, al recibir la llamada de mi hijo desde Cuba para darme la noticia, realmente no puedo describir mi sentimiento, solo sé que sentí un dolor muy grande, me parecía imposible. Creo que nunca estuve preparada para escucharla, tan impactante, es que creo que a veces los revolucionarios consideramos que era inmortal física y espiritualmente. Tal vez porque le conocí de cerca como muchos desde muy joven cuando llevé a cabo la Alfabetización, en tantas tareas como estudiante, luego como profesional gracias a la idea brillante de abrir un plan de becas que permitió a los pobres en Cuba llegar a la Universidad, que era antes solo un derecho de los ricos y de los blancos... hoy me resulta difícil pensar que su figura ya no estará.

—¿Qué piensa de la postura de Fidel relacionada con la Salud Pública cubana?, ¿cumplió con sus preceptos del Moncada?

—No solo los cumplió, sino que los superó con creces. No puede hablarse de Salud en Cuba sin mencionar a Fidel, siempre estuvo atento no solo en ofrecer atención médica a los que lo necesitaron desde el mismo triunfo de la Revolución, lo que hasta entonces era un lujo para muchos; Fidel se encargó personalmente de que se formaran todos los recursos humanos necesarios para brindar salud al pueblo, con la mejor calidad. Día a día dedicó muchísimas jornadas de su apretado tiempo en aras de atender el desarrollo y fortalecimiento profesional, ético e ideológico de este sector.

"Recuerdo cuando era estudiante, cuántas veces nos visitaba a cualquier hora en Victoria de Girón en La Habana, en la Escuela de Medicina, en 25 y J , en la Plaza Cadenas en la Universidad de la Habana, cómo se interesaba por todo lo que se necesitaba, siempre atento e incansable, transmitiendo valores éticos para nuestra profesión, cómo fue necesario modificar los planes de estudio cuando se fueron los profesores en los primeros años, cómo incrementar el número de médicos, recuerdo que cariñosamente siempre le decíamos que era el Ministro de Salud, porque en toda su vida, esta fue una rama donde su presencia nunca faltó, para el presente y para el mañana.

"Pasa por mi mente cómo se ocupó desde los primeros años por el desarrollo científico con una visión profética del futuro que hoy nos ha permitido tener un prestigio internacional por los proyectos científicos que se realizan, con resultados impactantes para el mundo, cómo no olvidó en medio de su grandeza, a los más necesitados jamás y a partir de este sector comenzaron las misiones internacionalistas hace muchísimos años, que permitieron llevar el consuelo y la esperanza a muchas naciones, la mayoría de sus habitantes no habían tenido la posibilidad de ser atendidos y tocados por un médico, una enfermera o simplemente hacerse un examen de laboratorio, sería interminable hacer un recuento de qué ha significado para la Salud Pública.

"Fidel es, ha sido y será el paradigma, cuando queramos considerar qué es la excelencia en salud, a él se lo debemos. Nos enseñó a luchar, por ser mejores no para ser los dioses de la salud, sino para ser profesionales humildes, confiables, embajadores de paz y seguridad para el pueblo de Cuba y los pueblos del mundo".

—Se infiere entonces, ¿cuánto ha beneficiado su legado a los más excluidos de este mundo?

—Qué decirte, solo mencionar su incansable lucha por denunciar la pobreza de este mundo, la lucha por la alfabetización de los pueblos, la prevención de enfermedades, la educación de cientos de jóvenes de otros países en profesiones y oficios necesarios para el desarrollo de sus pueblos. Sería imposible resumir en pocas palabras qué ha significado Fidel para el mundo. En el país donde trabajo ahora hay muchos profesionales, todos estudiaron en Cuba, se fueron muy pequeñitos y regresaron graduados de las diferentes universidades. Digo esto porque ellos con orgullo se llaman Los Cubanitos y dicen con mucha alegría que todo lo que hoy tienen se lo deben a la Revolución cubana pero sobre todo a Fidel, y hoy no cesan las visitas, las llamadas porque quieren honrar también a su Comandante. Me pregunto en cuántos países está sucediendo algo similar, porque este país no es la excepción, sino regla de su inmensa obra”.

De ese ejército que creó Fidel


Dr. Leosvel en primer plano.

Pareciera que la vida se empeña en que el Dr. Leosvel Pérez Gutiérrez y yo seamos eternos amigos vía Internet. No lo conocía cuando le pedí la primera entrevista.

Él estaba en Sierra Leona entre los 256 médicos cubanos que hacían hasta lo imposible por combatir el Ébola allí, en Liberia y en Guinea Conakry y lo lograron, porque erradicaron tan letal padecimiento. Fueron seis duros meses en su vida y la de su familia, y diría más, para el pueblo de Cuba que quería "apuntalarlos" a todos desde aquí para que regresaran sanos y salvos.

Hoy el tema es otro, se trata de la desaparición física de nuestro Líder Histórico de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz. Mi solicitud igual, por Internet, y su respuesta no se hizo esperar desde el celular medio descargado, por eso solodemoró el rato en que se restableció el servicio eléctrico en la provincia de Kie Nten, municipio de Ebebiyin en el centro de salud de Angokon, en Guinea Ecuatorial, donde dice con humildad: "Me encuentro ahora de misión por dos años".

A la extrema derecha el Dr. Leosvel en Sierra Leona, en el 2014.

Antes estuvo en Guatemala y más tarde en la República Bolivariana de Venezuela. Su residencia está enclavada en el municipio camagüeyano de Vertientes, y de sus 44 años de vida, Leosvel cuenta 20 dedicados a esa profesión que Fidel tanto amó, defendió y luchó por conseguir galenos bien preparados, con una humanidad sin límites, sencillos, sin afán de lucro.

Con sus 13 años como especialista en Medicina General Integral (MGI), muy vinculada a las aspiraciones del Comandante en Jefe de lograr médicos así, integrales, tiene mucho que contar.

Es lógico que este hombre diga que su “última gran experiencia fue como miembro del contingente Henry Reeve en Sierra Leona”, ese ideado por Fidel para enfrentar adversidades en otros lares.

—Entrar en el tema se imponía, ¿qué ha sido para ti el amanecer de este 26 de noviembre?

—En horas tempranas, como es habitual, me dispuse a revisar las noticias de mi familia y la prensa digital cubana, entonces vi un inquietante cintillo que causó una gran preocupación en mí. Indagué en las redes sociales en voz de compañeros también de misión que desde otras tierras la compartían.

"Me sentí fuertemente conmovido y mi reacción fue buscar colegas para corroborarlo en colectivo y entre todos compartimos con dolor y amargura. La televisión nos confirmó en la propia voz de nuestro Presidente y su propio hermano Raúl Castro Ruz. Otros nos comunicamos también vía telefónica y nos poníamos al día con los detalles de lo que iba aconteciendo, pues en breve tiempo perdimos el fluido eléctrico y las redes sociales fueron la única alternativa posible de información mediante los celulares".

—¿Qué vino a tu mente en un momento así?

—Imagínate. Soy hijo de una familia humilde y campesina, educado siempre bajo principios solidarios y de respeto, con la posibilidad de estudio que solo una Revolución como la que libró nuestro Comandante y Líder invicto podía ofrecerme; de otra manera habría que resignarse a lo que la herencia familiar pudiera determinar en el futuro.

"Por su empeño y sabiduría frente a la amenaza más grande de este mundo supo conducir a la Patria por caminos soñados por nuestros Héroes y hechos realidad por él cuando materializó el programa revolucionario que consolidó a lo largo de toda su vida. Nos educó para que cuidáramos las  indiscutibles conquistas y mi gran admiración desde el punto de vista personal está signada por esa visión humanista que supo compartir con el mundo entero a través de los Programas Integrales de Salud para demostrar que no hay derecho humano más sagrado que velar y preservar la salud del ser humano.

"La visión mercantilista de la medicina la he podido palpar en cada uno de los países donde he tenido la oportunidad de trabajar, dándome cuenta cada día del sagrado sistema de Salud cubano con el que no cuentan en este mundo, por mucho desarrollo y tecnologías en sus manos, porque son las minorías quienes pagan tan indispensable servicio".

—¿Cómo influyeron en ti los propósitos de este hombre que ahora es más fuerte ante el mundo?

—A lo largo de mis estudios fui asimilando su ideología y me permitió comprender muchas cosas en este mundo y las previsiones y discursos de Fidel me fueron mostrando un camino diferente por el cual él y muchos otros antes habían luchado, aquí radica la solidez de nuestras convicciones y el desinterés de ganar más, sacrificarnos aún a riesgo de nuestras propias vidas para ayudar a los más pobres que no habían tenido la posibilidad de recibir atención médica, tanto en nuestra Patria como en el extranjero.

—¿Cuál es tu máxima a partir de ahora?  

—Seguir siendo fiel a esa ética forjada por nuestra historia, por el Comandante eterno y nuestros profesores de carrera. Toda riqueza que hoy puedan mostrar los países del primer mundo flaquea ante el ejemplo y las conquistas sociales que un país pobre como el nuestro pudo lograr bajo su liderazgo y seré consecuente con sus ideas por nuestro pueblo y por los pueblos del mundo.

"No puedo olvidar cómo aprecié con dolor el sufrimiento de seres humanos ante la terrible epidemia del Ébola que azotó al África Occidental hace apenas dos años y cómo me sensibilicé, como mis compañeros, con esa necesidad de cooperar para ayudar y atender a los que no pueden pagar para recibir atención médica, así aclamaban los órganos internacionales de la ONU y la OMS para erradicar la enfermedad que amenazaba a nuestra especie y que sin el financiamiento de las potencias desarrolladas no se hubiera logrado por los cuantiosos recursos que se necesitaban.

"A partir de ese momento pude darle más valor a mi profesión, a mi familia y a nuestro sistema que puso el medio que más se necesitaba en ese momento y que no todos en el mundo estaban dispuestos a ofrecer: los recursos humanos; solo un pueblo fue capaz de brindarlo y ese fue ¡Cuba!, por eso, nuestro Comandante con plena lucidez y visión nos dedicó una reflexión como el guerrero que no deja a merced de una derrota su ejército de Batas Blancas".

—Si tuvieras la posibilidad de decirle algo a Fidel, ahora, ¿qué sería?

—Hoy solo le diría que vivo orgulloso de ser consecuente con sus ideas, con satisfacción me alegra que la generación histórica de la Revolución pueda contar con profesionales como nosotros y que su discurso lleno de esperanzas dedicado hace muchos años a mi generación lo materialicemos como dignos abanderados de este siglo para defender a nuestra Revolución. Y no podría faltar un ¡Hasta siempre COMANDANTE!

Más apegado a las ideas de Fidel


Hace apenas unos minutos recibí una llamada telefónica desde la República Bolivariana de Venezuela. Era el Dr. Leonardo Ramírez Rodríguez, médico, y amigo consecuente con nuestro sistema social. A él le escribí ayer y como hoy no recibió respuesta, quiso decirme por esa vía que ya me había respondido.

No fue una conversación larga, sí llena de cariño, sentimientos percibidos desde la distancia y el deseo de que hiciera llegar a sus compañeros, colegas y amigos que desde ahora el comportamiento tiene que ser mejor, más apegado a las ideas de Fidel, ese grande que se fue, solo para probarnos que su legado estará vivo por siempre en cada uno de nuestros actos.

Leonardo tiene 54 años, es especialista en dermatología, Profesor Asistente, y permanecerá por aquellas tierras durante tres años, y se desempeña como vicejefe Nacional para la Asistencia Médica. Sé de antemano que como abraza los principios de solidaridad y humanismo, de los cuales el Líder Histórico de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz, fue su más ferviente abanderado, ya había dejado en alto el nombre de Cuba en Guinea Ecuatorial, también durante tres años, esa vez como jefe de la misión cubana en esa nación.

—Al indagar acerca de su sentir al conocer de la desaparición física de Fidel, me respondió:

—Desde que se conoció la noticia, el dolor ha sido inmenso, no solo en mi persona sino en cada uno de los miles de colaboradores que hoy formamos parte de esta honrosa misión; nuestro Comandante en Jefe nos fue preparando para este momento, pero a los seres queridos nunca quisiéramos que les llegara este duro momento y Fidel es parte de nuestras vidas.

"Estamos distantes de la Patria, pero latimos cual suerte de parte de un mismo corazón ante cada acontecimiento de nuestra Cuba y en momentos tan duros como estos, debemos mantenernos firmes, ecuánimes, para cumplir a cabalidad la indicación de Raúl, de permanecer al lado de este pueblo bajo cualquiera que sean las circunstancias, o sea, cumplir el legado que nos dejó Fidel y demostrar que somos un Comandante en Jefe dondequiera que nos encontremos".

—¿Cómo notaste el sentir de ese pueblo amigo?

—Desde que se conoció la dura noticia no han parado de sonar los teléfonos o recibir mensajes de condolencias, agradecimientos y compromisos, esto es reconfortante; ayer en horas de la tarde se efectuó un acto solemne en el Cuartel de la Montaña donde descansan los restos del Comandante Hugo Chávez, en el cual el Presidente Nicolás Maduro, acompañado de su equipo de vicepresidentes, realizó una brillante intervención, que nos hizo sentir muy emocionados en momentos tan difíciles como los que estamos pasando, asistieron numerosos colaboradores con la presencia de la máxima dirección cubana en el país, y también usó de la palabra nuestro embajador Rogelio Polanco.

"Luisana Melo, la Ministra de Salud de Venezuela, envió una carta de condolencia a todos los colaboradores cubanos, llena de amor, respeto y cariño hacia nuestro Líder, la cual será entregada a cada uno de nuestros compañeros".

—¿Qué piensas del alcance de Fidel, su visión acerca de los más desposeídos del mundo desde una mirada como la tuya que ha vivido de cerca la miseria en otras naciones y la Salud Pública con precio alto?

—El Comandante en Jefe Fidel siempre va a estar presente con su ejemplo, su obra y su sabiduría, que se multiplica en nosotros, quienes tenemos el gran compromiso de trasmitir a las nuevas generaciones, su visión se resume en su Concepto de Revolución cuando nos dijo: ‘Revolución es unidad, es independencia, es luchar por nuestros sueños de justicia para Cuba y para el mundo, que es la base de nuestro patriotismo, nuestro socialismo y nuestro internacionalismo’.

"Somos embajadores de la Revolución Cubana, y seguidores de su ejemplo, ayudando a los más pobres y demostrando la certeza de sus palabras cuando dijo tantas veces: ’Un mundo mejor es posible’.

"Es cierto enfrentaremos obstáculos, dificultades, pero los venceremos; su visión de ayuda a los más desposeídos, la preparación y experiencia que se va adquiriendo nos hace más fuertes para seguir cumpliendo su legado.

"Nos podemos considerar privilegiados de haber podido compartir en vida sus orientaciones, sus experiencias, y su historia".

Pensé que aquí terminaban las opiniones del Dr. Leonardo, mas me sorprendió un pedido personal que hago público:

—Solo quiero pedirte una cosa, cuando pases por el lugar donde estarán sus cenizas, deposites una flor en nombre mío, de mi esposa que está aquí conmigo, y del resto de los colaboradores camagüeyanos que junto al gran ejército de batas blancas, como él nos nombró, forman parte de esta misión médica, que es parte también de sus sueños hechos realidad.

—Y mi respuesta igual la hago pública… Puedes contar con eso amigo.

Mis imprescindibles y son más

Mis imprescindibles y son más

El 3 de diciembre es un día muy especial para mí. Desde hace alrededor de 30 años atiendo, como decimos en el argot periodístico, al sector de la Salud. En todo este tiempo han sido más las alegrías que las tristezas. He sido testigo del conocimento, amor, entrega, desinterés, humanismo y solidaridad de tantos y tantos, que me es imposible mencionar hoy, Día de la Medicina Latinoamericana, pero sí recordar, y algo muy importante, que todos fueron formados sobre el mismo legado de Carlos J. Finlay, nacido en esta fecha hace 182 años.

Incluso, algunos que ya no están y conocí desde que tengo raciocinio. Mi padre, abogado, era amigo de algunos médicos, y esos eran los que atendían a mi familia y a sus “niños” —mi hermano y yo—. En ese caso recuerdo al Dr. Abdón Moretón y a Mario Acosta Sóñora (fallecidos los dos); ellos vivían para sus niños.

No puedo olvidar al Profesor Jorge Dieppa Recio —ya fallecido—, todo un Clínico a respetar. Igual no está entre nosotros el Profesor Sergio Vega Basulto, que cuando partió tan tempranamente me dije: “Perdí a mi médico, pero sobre todo a un amigo”. Pensamiento que coincidió ante la desaparición física del Profesor Rafael León Díaz, pese a no ser tan joven.

Justo de Lara Abad, el Cardiólogo de mi madre, también mi amigo. El Profesor Manuel Oliva Palomino, mi Pediatra aunque otros me lo disputen, yo digo que es mío y punto, porque lo ha sido de mi hijo, sobrinos y muchos niños, porque es de esos amigos —y valga la repetición porque no encuentro otro calificativo— a los que en lugar de placeres les he dado trabajo, como a Norma Hernández, también Pediatra y en mi familia. Todos, alguna que otra vez, estuvieron a mi lado. Nunca los vi apurados. Parecía que nacieron para dar sin recibir algo a cambio.

Ese que le salvó la vida a mi madre a la edad de los cuarentaitantos años, que es el Dr. Floro Cepero Muñoz, especial entre los especialistas de la Oncología en Cuba, como lo es en la Clínica Rafael Pila Pérez, Fermín Casares en la Neurología, Raúl Romay en la Angiología y Cirugía Vascular, y Lisandro Vila, en la Oncología de cabeza y cuello.

Me parece ver a los doctores Félix González González, ese que pacientemente me ve cada seis meses, a Francisco Fernández (Paquito), quien me dio la noticia de mi vida: “Estás embarazada”, a Matilde Landín, mi excelente Oftalmóloga y mis amigos de los años el Cirujano Ramón Romero y Rafael Serrano, quien fue tan importante para mí en etapas difíciles.

Qué decir de Víctor Pacheco, a quien le digo de vez en cuando: “No te destiñes” y él sabe el porqué; a Jorge T. Balseiro, ese que es el mismo desde las aulas del Preuniversitario; Hipólito Izquierdo, Zazo para mí desde muy pequeña y a quien le decía: “No te hagas especialista en esto o lo otro porque hablas muy rápido” y él reía; y ¿qué decir de aquellos 14 que conocí a su regreso de África Occidental luego de ir a combatir el Ébola?

Me atreví a mencionar nombres con el riesgo de no relacionar a otros, lo juro, no por olvido, sino por la imposibilidad de lograrlo, ¡son tantos! Y sí con la seguridad de que no habrá quien se sienta por ello. Nunca los he visto detrás de los reconocimientos, estos son válidos, pero no los que movieron hasta sus más ínfimas células por ofrecer bienestar a sus semejantes, conocidos o extraños, no importa, con enfermedades inocuas o contagiosas, tampoco importa.

Casi todos los mencionados y los que no, han aprendido no solo de Medicina sino también a comer a deshoras, a dejar de dormir lo adecuado, inventar y reinventar ante la falta de algún medicamento o producto para exámenes complementarios.

Todos han sido y son herejes, sí, herejes cuando ellos enferman, no creen en lo que les viene encima, siguen y siguen a veces hasta sin poder. Son realmente los imprescindibles.

 Autora: Olga Lilia Vilató de Varona (Cuqui)

El médico más útil dentro de la población

El médico más útil dentro de la población

En aquel entonces ni siquiera podía soñar con ser Médico de la Familia, me había formado en una rotación puramente hospitalaria, y un internado vertical en la especialidad de Pediatría, en el que si concursaba era muy probable hubiera podido tener la dicha de conseguirlo. Eso me conmocionó, al extremo que pensé no me sería posible llevar a la práctica lo que nos pedían. Esa es la realidad”.

Así comenzó la conversación con la doctora Alina de la Paz Carmona, médica de la familia desde sus inicios hace 30 años y a partir del 1ro. de diciembre de 1988 en el consultorio No. 6 en la barriada de La Caridad, de la ciudad de Camagüey, Cuba. Siempre con horario de consultas, pese a otras responsabilidades, y con algún residente. Desde agosto del pasado año está todo el tiempo aquí, y solo comparte espacios con ultrasonografías.

Pero desde el primer día —añadió— que comencé a trabajar, el 22 de octubre de 1984, y atendí a mi paciente número uno, me sentí necesaria, me sentí útil. Comprendí que ser médico es ante todo, una profesión que se siente, por vocación. ¿Qué cosa fue para mí muy difícil? —se preguntó—, el llevar a la vez elementos de la medicina que nada tenían que ver con mi formación, y era la atención preventiva, muy lejos de lo aprendido en las aulas y hospitales, la atención de promoción de salud, que tampoco tenía relación y en aquellos momentos no había mucha experiencia profesoral en ese sentido.

Otra cosa muy difícil era el marco contextual en que nos íbamos a relacionar: un hogar, un barrio, en contacto directo con la población todo el tiempo, pero quizás esa misma comunicación con la familia, con la comunidad, ese intercambio continuo, esa necesidad de ayudar, de ser aceptado fue el acicate principal que me hizo superarme cada minuto, cada instante y tratar de incorporar todos aquellos conocimientos hacia la ginecobstetricia y la medicina interna que habían quedado un poco dormidos en mí desde el cuarto año de la carrera”.

¿Cómo consiguieron formarse entonces?

Con los primeros profesores a los cuales debo un respeto y una consideración especial. Algunos se han jubilado y otros han muerto; solo se mantiene trabajando el Dr. Claudio Abreu, especialista en Medicina Interna. Todos con esta misma intención y esa voluntad trataron de superarse y así ayudarnos y contribuir a nuestra formación. Si pienso hacia atrás, en estos 30 años transcurridos, me doy cuenta de que fueron verdaderos paradigmas para nosotros, y en lo que a mí respecta traté, al menos, de parecerme a ellos.

La atención secundaria es vista como lo máximo en la medicina y las fundadoras como usted, que son pocas, han roto con este esquema, ¿qué puede decirme al respecto?

Atender a la población, lograr que fuéramos aceptados debía estar directamente relacionado con nuestra capacidad y posibilidades diagnósticas. De ahí que la superación era un reto para demostrar en la comunidad de lo que éramos capaces. No se pudo lograr con el primer paciente, pero no creo que lo hayamos alcanzado en el número cien, porque fue una magia que fue envolviendo nuestro trabajo en el trascurso de los días.

Esos primeros cuatro años de mi formación como médico y me hice especialista en la comunidad donde trabajé, en el reparto La Zambrana, en lo que es el consultorio número Uno, sembraron en mí bases muy sólidas de la medicina familiar y consideré que el equipo básico de salud en el diagnóstico, en la consecuencia de la enfermedad y su riesgo para la vida, en la aceptación ante los eventos difíciles como es la muerte, de cualquier tipo de enfermedad terminal o la felicidad de la llegada de un recién nacido, o incluso, el deterioro producto de la edad y los fenómenos que la acompañan nos permitieron una interrelación tan mágica, reitero, con la comunidad y los pacientes, que cambió el modo de enfrentarnos a esto tan necesario.

Tuvimos la posibilidad de inaugurar uno de los primeros círculos de abuelos, demostramos que podíamos realizar ingresos domiciliarios y todo este tiempo nos permitió, de una manera adecuada lograr que la comunidad respetara nuestro trabajo.

El tiempo ha pasado y cada persona que recibo de esa comunidad me recuerda con entusiasmo, agradecimiento, incluso, algunos que no conozco ya porque son nietos de los que atendí y ahora he tenido que ver con ellos por otras funciones dentro de la medicina, me reconocen y hablan como si me hubieran tratado y esa es la mayor magnificencia que he sentido, pues se ha demostrado que esta especialidad, si se hace con conocimiento, dedicación y entrega es como mismo lo soñó Fidel, el médico más útil dentro de la población, porque es el que está de verdad a la cabecera del enfermo y al lado de sus penas y de sus alegrías”.

¿Desde el punto de vista de la capacitación?

Empezamos, digo así porque éramos un grupo, a superarnos desde el primer día, vivimos una revolución dentro de la medicina, tuvimos la posibilidad de ser docentes sin ser especialistas y formamos a los primeros médicos que nos siguieron, de cursos, incluso, muy cercanos al nuestro. Inmediatamente que nos hicimos especialistas, ya siendo docentes, nos fuimos categorizando, nos superamos en la investigación, armamos los consejos científicos de todas las unidades asistenciales que se formaron posterior a nosotros y de esta manera, evaluando y promoviendo a los educandos en aquella etapa.

En mi caso, he pasado por todas las funciones que desde aquí la Salud Pública ha puesto en el camino. Durante un tiempo hice de Pediatra; durante 15 años fui jefa de un grupo básico de trabajo como otros compañeros, y recibí todos los cursos de superación que pude. Concursé en el diplomado de Imagenología, en las relacionadas con la atención materno-infantil, con ultrasonografía, partes blandas y me mantengo con mucha satisfacción para mí, porque fue un mundo nuevo que descubrí hace ochos años y es maravilloso y útil, sobre todo para el servicio de genética.

Por otra parte, la Maestría en la Atención Integral a la Mujer me dio la posibilidad de perfeccionar aún más mis conocimientos acerca de la salud reproductiva, tanto de la adolescente, de la pre pubertad, de la mujer, y de la adulta mayor y he sido capaz de preparar a las promociones posteriores a las mías. Me gusta la investigación y ayudo a mis compañeros en este campo porque para mí el médico que no investiga no se preocupa por lo que sucede a su alrededor y vive al margen de la realidad. Soy especialista de 2do. Grado en MGI, Máster en Atención Integral a la Mujer, y Profesora Auxiliar.

Hago ultrasonidos en dos frecuencias semanales en un área de Salud, en la policlínica que me corresponde, la Ignacio Agramonte, y también suplencias en las que sean necesarias. Ahora cubro horario parcial en la policlínica José Martí (Centro). Lo importante es que nuestras embarazadas no se atrasen en sus estudios genéticos, tan importantes para diagnosticar precozmente cualquier malformación o anomalía”.

Indicadores fundamentales en su área.

Atiendo una población de 1 067 habitantes. No tenemos mortalidad materna ni infantil. Sí han fallecido cuatro adultos por enfermedades malignas, la primera causa de muerte en nuestra policlínica, en la provincia y el país.

¿Goza de buena salud el Programa del Médico y Enfermera (o) de la Familia?

Sí, y no va a morir nunca, porque la concepción por la cual se creó es una de las más humanas de la medicina. Uno debe permanecer al lado del enfermo y para lograrlo tiene que estar donde surge la enfermedad y es en la comunidad. ¿Qué hay que alcanzar con la medicina familiar? Dedicarle mucho más tiempo a la verdadera atención clínica. El médico y el enfermero estar junto al paciente, para orientarlo, educarlo, atenderlo y destinar todos nuestros esfuerzos a mejorar la calidad de los servicios para satisfacer sus necesidades y simplificar la parte burocrática de la especialidad que la ha convertido en algo muy difícil, hasta para mí que trabajo con un licenciado en Enfermería, un docente, con grandes habilidades y domina perfectamente la labor con la comunidad. Es muy bien aceptado por esta.

Nosotros no miramos el reloj, no tenemos horas para terminar, si es tiempo de almuerzo o de merienda. A veces nos preocupamos uno del otro porque ni siquiera hemos ido a tomar agua. Llega la noche y actualizamos documentos. Es muy difícil porque a veces dejamos de lado nuestro hogar, nuestros hijos.

En particular en esos momentos tan difíciles de epidemias de dengue y diarreas tipo cólera nos hemos dedicado a los controles para incentivar la participación comunitaria. Si algo no hemos logrado es el sentido de responsabilidad de la comunidad por ella misma, que se cuide”.

LA DOCTORA DEDICÓ UN APARTE PARA SU ENFERMERO.

Mi enfermero, mi amigo, se llama Carlos González Tagle, tiene 30 años de servicio en salud; primero como técnico en enfermería, luego licenciado y como especialista, es Profesor Asistente, Master de Atención Integral a la Longevidad Satisfactoria. Trabajó mucho en la hospitalaria y eligió un día la Atención Primaria y fue capaz de adaptarse de una manera extraordinaria al trabajo de la comunidad.

Tiene un carisma muy particular para llegarle a las personas, tratarlas y conducirlas y de apoyarlas en los momentos difíciles, de hacerlas reír hasta en momentos de dolor. Es excepcional como ser humano y profesional de la Salud. Disfruto de un equipo básico de salud en correspondencia con las necesidades de la comunidad”.

¿Se siente realizada?

Sí, estoy satisfecha y lo que me falta es lo que no he querido hacer y lo que me queda por aprender es lo que todavía debo estudiar y mientras me sienta capaz, útil, necesaria voy a seguir adelante. Hace unos días una paciente me hizo sonreír. Me dijo: “Doctora, vengo con usted porque es médico de una sola receta”. Eso nunca me lo habían dicho y de momento no le di importancia, pero al rato me dije: Parece ser que me lo he ganado. Y esa es la mayor satisfacción que como médico puedo recibir, como docente no hay un instante de mi vida que deje de ser profesora, ni siquiera con mis propios pacientes porque no puedo tratar a un enfermo sin explicarle lo que tiene, cómo hacer para mejorar su salud o recuperarla.

Con las generaciones que me ha tocado formar nunca me he alejado de la docencia porque hasta en los momentos de exámenes trato de hacer el proceso docente, instructivo para que aprendan y sepan todo lo que les queda por saber y nunca dejen de estudiar para ser buenos profesionales”.

¿Sufre, como persona, al lado de sus pacientes?

Sí, me ha costado mucho trabajo despersonalizarme, que es como lo llamamos en medicina. Me duele diagnosticar enfermedades con malos pronósticos y nunca me alejo del dolor humano. Así y todo he creado los recursos a mi manera para tratar de ayudarlos hasta los últimos instantes y me parece que lo he hecho de la mejor manera a mi alcance.

¿Tiene antecedentes familiares en la medicina?

Y sucesores también. Mi hijo Frank Ernesto es médico y está en Venezuela. Mis dos hermanos los son y uno de ellos se encuentra en Brasil. Mi otra hermana, ya jubilada, era profesora.

Un consejo para las nuevas generaciones…

Que no vean la medicina familiar como un castigo o como algo transitorio, que amen el trabajo con la comunidad y encuentren más allá de los papeles y documentos, esa parte escondida que es ayudar al paciente. El único lugar que lo pueden conseguir, el único espacio y el único instante es aquí. No olviden que en este sitio nace el ser humano, se forma, crece, llega a su adultez, se incorpora a la vida y finalmente muere.

¿Ha aprendido Alina a ser confesora?

Tenemos que serlo. Hay que escuchar a las personas, saber dar un buen consejo y saber callar, respetar los silencios de los demás y, sobre todas las cosas, sus secretos. Esa es la llave de la confianza y de que los seres humanos lo elijan a usted. Si uno pierde esa confianza deja de ser el médico de esa comunidad aunque siga allí.

Sirva de reconocimiento esta modesta entrevista a los trabajadores de la Salud cubanos, y a la Medicina Latinoamericana, en especial a los médicos y enfermeras de la familia, a quienes ha sido dedicada la Jornada de celebración, desde 8 de noviembre y hasta 3 de diciembre, fecha de nacimiento del científico e investigador Carlos J. Finlay, nacido en la otrora Villa de Santa María del Puerto del Príncipe, hoy Camagüey, hace 181 años.

Autora: Olga Lilia Vilató de Varona.

Foto: Otilio Rivero Delgado

Una guardiana de la salud

Una guardiana de la salud

El Día de la Medicina Latinoamericana  se celebra hoy 3 de diciembre por el nacimiento, en esa fecha de 1833, de Carlos J. Finlay y Barrés, en la otrora Villa de Santa María del Puerto del Príncipe, hoy Camagüey. En Cuba, esa jornada sirve de estímulo para reconocer de manera particular a los trabajadores de la Salud, es su Día.

Por ese motivo pedí a la doctora Alina María León de la Torre, especialista de 2do. Grado de Medicina General Integral (MGI), fundadora del Programa del Médico y Enfermera de la Familia, el compartir algunas de sus experiencias y qué la ha motivado a mantenerse en uno de estos consultorios casi por 30 años. Hoy labora en el No.11 del área de Salud Ignacio Agramonte.

“Fue una idea de Fidel y una época muy bonita, el grupo se enfrentó entonces a algo desconocido totalmente, y concebido para la promoción, prevención, diagnóstico y rehabilitación de la población. Me enamoré de esa posibilidad de hacer que las personas cambien sus estilos de vida por una mejor salud, y por ese principio de la dispensarización llegué a quienes están sanos, a aquellos con riesgo de enfermar, y también a los enfermos o discapacitados. Es un universo muy amplio.

“Como especialista tengo un trabajo muy integral, no solo consulto y hago terreno (visitas a los hogares), sino que interconsulto con la especialidad básica o no básica, visito a los pacientes ingresados en el hospital y si fuera preciso discuto mis puntos de vista del diagnóstico en la atención secundaria.”

La también Profesora Auxiliar y Master en Atención Integral a la Mujer, apuntó como algo beneficioso de su especialidad que conoce al individuo de una manera integral, sabe dónde y cómo vive y qué debe hacer para mejorar su calidad de vida. “Veo a la mujer desde antes de concebir a su hijo para orientarla hacia una maternidad responsable, luego la sigo durante su estado de gestación; después al bebé a quien veo crecer hasta que llega a la adultez. Por supuesto, esto se logra si uno se mantiene a través de los años, como ha sido mi caso”

La Dra. Alina fue iniciadora igualmente de la docencia en la Atención Primaria de Salud por lo cual forma parte del claustro de Profesores de la Universidad Médica Carlos J. Finlay de esta ciudad, donde ofrece sus conocimientos a estudiantes de 1ro. hasta 6to. año de Medicina y de Postgrado.

“He tenido la oportunidad de superarme. Participé en los diez seminarios internacionales de Medicina Familiar, y en el Tercer Congreso de Medicina Familiar celebrado en Cuba, donde formé parte del tribunal en dos ocasiones y presenté trabajos en otras, todo lo que garantiza que me mantenga dentro de la investigación, además, de tener una función gerencial, por ser el Médico de Familia el responsable del binomio de trabajo que comparte con la enfermera.

“Fui fundadora del Grupo Provincial de Medicina Familiar en Camagüey en 1993 y responsable de la Sociedad Científica de esta especialidad aquí hasta que partí hacia Honduras en el 2003 por dos años y medio, allí me desempeñé en lo asistencial y la docencia, porque asumí el cargo de Metodóloga Nacional de Docencia y atendí a residentes en formación de Medicina Familiar. En el 2007 estuve en Venezuela, por tres años y medio, donde participé en la asistencia y la docencia, con la responsabilidad de una región con nueve áreas de Salud o Centros de Diagnóstico Integral (CDI) y del Comité Nacional de Medicina General Integral”.

Hija de uno de los grandes Profesores de la Medicina, el Dr. Rafael León Díaz, especialista en Cardiología, ya fallecido, dijo que él ha sido el ejemplo a seguir en su carrera y contra cualquier pronóstico la apoyó para que continuara en la Atención Primaria de Salud.

“Pienso que todo galeno en formación debe ser Médico General Integral porque aprende a observar al individuo desde el punto de vista bio-psico-social”. Empezaron ocho en la policlínica Ignacio Agramonte, donde se inició este Plan, de los cuales solo dos siguen como médicos de familia.

“Me inicié en el reparto de Garrido, dirigí un Grupo Básico de Trabajo y pasadas las misiones internacionalistas volví a la especialidad. Me mantengo en el mismo reparto, pero con diferente población.

“En los 29 años de experiencia he visto crecer a la población que atendía antes y a la actual, eso es lindo. Vi nacer a muchos y ya son jóvenes a los cuales sigo. Eso me satisface, algunos han sido hasta alumnos de Medicina a quienes les he impartido clases.

“Empecé muy joven, pero el pueblo en mí, había mucha intersectorialidad, eso me ayudó a fortalecerme. En aquel entonces eran 120 familias con alrededor de 500 habitantes y hoy atiendo a 1 600. En este momento es un reto, hay que trabajar mucho, mucho.

“Tengo múltiples tareas como docente, participo en los tribunales de Maestría y de la especialidad de 2do. Grado, en la reacreditación docente en la provincia, en las inspecciones a los municipios, porque hay que ganar en la calidad de los servicios.

“Los ingresos domiciliaros evitan recargar a los hospitales y estoy en contra de eso que dicen del exceso de papeleo. El médico de Familia llena la hoja de cargo, la historia clínica individual y la familiar, tres documentos necesarios y cotidianos”.

 “En los 29 años de graduada nunca he tenido fallecidos menores de un año ni muertes maternas en las áreas que he estado, solo recuerdo un bajo peso al nacer. Participé en la creación de los círculos de abuelos, doy seguimiento a personas con enfermedades crónicas no transmisibles, y hago pesquisas para detectar enfermedades infecciosas como el dengue o el cólera.

 “Garantizo el examen físico para detectar algunos tipos de cáncer a tiempo e inculco a la población el cambio de modos de vida tóxicos y que llevan a esta enfermedad, también apoyada por el equipo de salud mental del Centro Comunitario.

 “Me siento realizada como Médico de Familia, soy defensora de esta especialidad y quisiera que las nuevas generaciones sintieran lo mismo, bajo el conocimiento de que tienen que consagrase para llegar a ser lo que quería Fidel: el guardián de la salud y eso hay que lograrlo”.

 

Autora: Olga Lilia Vilató de Varona (Cuqui) 

Foto: Orlando Durán Hernández

Felicitaciones especiales para un médico especial

Felicitaciones especiales para un médico especial

Hacerle una visita de amigos en su casa al prestigioso Pediatra Doctor Manuel Oliva Palomino y a su esposa Teresita resulta sencillo por la personalidad de ambos. Allí se conversa de diversos temas y si le preguntas a él sobre su especialidad recibes una clase magistral entendible a todos los niveles, pero a la vez el encuentro se torna difícil y les cuento el porqué.

Cuando uno está más embullado en la plática asoma alguna mamá o papá, o ambos, con su niño. En una ocasión me tomé la atribución de contarlos y llegaban a 16. Ese día desistí de la visita porque, por supuesto, él prioriza a sus enfermitos.

Desde que mi hijo nació él ha sido su médico y Orielito lo quería tanto que un buen día lo estaba bañando y me dijo: “Mamá, Oliva es el mejor médico del Mundo”, y le respondí sin querer demeritar sus sentimientos: “Figúrate nené, hay tantos médicos en el Mundo que sería imposible asegurar algo así” a lo que me respondió con una rapidez tremenda: “Bueno mamá, para mí sí”.

Las veces que acudí a Oliva, como le decimos sus amigos, nunca falló en su diagnóstico ni tratamiento, daba en la diana con una seguridad que me ponía a meditar. Ante una fiebre “pegada” de mi hijo me dijo: “Verás que ahora le saldrá un rash de la cintura hacia arriba y se le quitará la fiebre”. Confieso que quedé pensativa y me pregunté: “¿Cómo lo sabe?”.

La respuesta la encontré al llegar a mi casa, al rato ya había aparecido el rash y la fiebre desapareció, y así tengo anécdotas como para nunca acabar. Como que mi hijo con un año de edad identificaba con movimiento a todos los  instrumentos musicales un día mostró sus habilidades histriónicas delante de su médico-padrino y Oliva se percató de que el único al que le ponía música era al violín y me dijo: “Tienes que alimentarle esa inclinación, el violín es el único que tararea”. Hoy mi hijo es violinista.

Comparto estas experiencias acerca del Profesor Consultante del hospital pediátrico provincial Eduardo Agramonte Piña, porque el 3 de diciembre es el Día de la Medicina Latinoamericana y de los Trabajadores de la Salud en Cuba, por ser la fecha del natalicio del eminente científico camagüeyano Dr. Carlos J. Finlay y Barrés, hoy su número 179.

Otro pretexto es adecuado para dar a conocer solo por “arribita” como decimos los cubanos cuando apenas tocamos un asunto, cuestiones de la vida de este hombre manzanillero de nacimiento y camagüeyano de corazón, porque recibió la Medalla Jesús Menéndez, que otorga el Consejo de Estado de la República de Cuba, a propuesta de la Central de Trabajadores (CTC) de este país.

El reconocimiento intenta resumir una vida entera de entrega, altruismo y consagración de este baluarte de la Medicina camagüeyana y cubana, paradigma de ética profesional y personal, de Profesor e internacionalista.

El Salón de Protocolo Nicolás Guillén, de la Plaza de la Revolución Ignacio Agramonte y Loynaz sirvió de sede para homenajear a este hombre que ha representado a la Salud cubana en más de 30 naciones y cumplió misión internacionalista en Nicaragua.

En un aparte con el Profe Oliva, como cariñosamente le dicen muchos, rememoró cómo la vida, cual si hubiera sido una premonición lo fue llevando a la figura de Jesús Menéndez. Cuando asesinaron al General de las Cañas como lo calificó Nicolás Guillén fue expuesto, antes de trasladar sus restos a La Habana, frente al gremio de estibadores de Manzanillo y su padre lo llevó, él estuvo allí.

Cuando estudiaba Medicina conoció a dos compañeros que eran hijos del médico que le practicó le necropsia, quienes le contaron de los chantajes y presiones que sufrió para cambiar su veredicto, y además, conoció a Casillas Lumpuy, "el capitán del odio": el asesino.

Otros recuerdos alrededor de tan triste y abominable hecho vinieron a la mente del Dr. Oliva. “Fíjate cómo la vida me ha llevado a este hombre —me comentó y añadió con la gracia que lo caracteriza—, al uno vivir bastante suceden cosas como estas”.

Él asegura que el mayor reconocimiento lo recibe de los familiares y de sus niños enfermos, máxime, por tratar a aquellos de la sala de Oncología de su querido hospital: “Uno trabaja y trata de hacer las cosas bien y no por ganar una medalla, solo por cumplir con el deber que le toca, por eso creo, no merecer tanto”.

El Profesor Oliva, un Pediatra de talla extra considerado una autoridad acerca de los temas relacionados con la oncología pediátrica, pertenece a ambas sociedades científicas cubanas y tiene en su haber la publicación de más de una decena de libros. Atiende a todos los niños con cualquier padecimiento y siempre con agrado. Cumplirá 77 años el 16 de diciembre venidero y por eso también lo felicito desde ya.

 

Autora: Olga Lilia Vilató de Varona (Cuqui)

Foto: Otilio Rivero Delgado

 

Sencillo tributo por el Día de la Medicina Latinoamericana

Sencillo tributo por el Día de la Medicina Latinoamericana

En la foto los Profesores Agramonte, Hernández Díaz, Cuan, Mendoza, Casares, Arrieta, Ravelo y Pila, en ese orden.

Camagüey tiene a su bien ser la cuna del Doctor Carlos J. Finlay, (1833-1915). Nacido el 3 de diciembre, en la otrora Villa de Santa María del Puerto del Príncipe, en la calle Cristo 2214, por eso hoy se celebra el Día de la Medicina Latinoamericana. 

“Me gusta la gente que vibra, que no hay que empujarla, que no hay que decirle que haga las cosas, sino que sabe lo que hay que hacer y que lo hace…Me gusta la gente que piensa que el trabajo en equipo entre amigos, produce más que los caóticos esfuerzos individuales”. Mario Benedetti

Sirvan este pensamiento de M. Benedetti muy a tono con las características que no pueden faltarle a un médico y las modestas entrevistas que de manera individual colocaré en mi blog para reconocerles hoy Día de la Medicina Latinoamericana, por supuesto, en algo, tanto bien que han hecho estos Profesorazos del hospital universitario Manuel Ascunce Domenech, de Camagüey, a la humanidad en Cuba y en otras naciones.  A ellos y a otros dedico la Portada de hoy; como a mis queridos Profesores Sergio Vega Basulto, Rafael León Díaz, Julio Blanco, Guillermo Jesús Pardo Camacho (Willy), Mario Acosta Sóñora que ya no están;  y también a Manuel  Oliva Palomino, Floro Cepero, Norma Hernández,  Félix González, Francisco Rodríguez (Paquito), Matilde Landín, Ramón Romero, Rafael León (hijo), Justo De Lara Abad, Jorge T. Balseiro, Víctor Pacheco, Andrés Hernández, Hipólito Izquierdo (Zazo), Sarah López, Telma Ferrá, Antonio Puente, Pedro Alfonso (Chuchín), Carmen Cuéllar, Concepción Pontón, Jorge Sugrañes, Raúl Fernández, Maruja Morales, Carlos Morán,  Leonardo Ramírez, Ernesto Abad, Daysi González, Carmen Proenza, Josefina Collot (Finita), José Ramón Guerra, Alberto Quirantes  y los hermanos Nelly, Luis y Manuel Nafeh Abi-Rezk. A quienes les debo, sobre todo, por haber sido o ser mis amigos.


Autora: Olga Lilia Vilató de Varona

Fotos: Otilio Rivero Delgado

Corrección: Oriel Trujillo Prieto

Pido salud para hacerle bien a la humanidad

Pido salud para hacerle bien a la humanidad

Con el Profesor Doctor Rafael Víctor Pila Pérez, de 73 años, me pasó algo peculiar. El Doctor Raúl Cepero, director del hospital Universitario Manuel Ascunce Domenech y yo tuvimos que confabularnos para conseguir esta entrevista y lo logramos.

—Así, tan campechano como imagino lo haya sido siempre comenzó a decirme:

—Soy de origen campesino. Nací en el Central Colombia, antiguo Elia, en el barrio de Borboyón y me siento muy orgulloso de mis raíces.

“Eso de estudiar Medicina parece que venía en los genes. Mi padre empezó trabajando en una farmacia limpiando pomos, después pasó al mostrador y más adelante se hizo dueño de una, o sea, boticario. Yo veía todo aquello, él era medio médico, como era un pueblo de campo le consultaban cosas, y yo veía cómo se curaban las personas y le cogí un cariño a aquello tremendo. Eso marcó mi vida: tratar de curar a las personas, algo inculcado por mi padre y por mi padrino que era médico, era un negro matancero que estudió con mucho sacrificio, examinó tres veces la Fisiología con el doctor Ramón Grau San Martín y siempre la suspendió porque era negro, pasó un trabajo tremendo.

“Llegué a 4to grado en mi pueblo, no había más escuela y vine para Camagüey. Me presenté a Preparatoria, salí Bachiller, y fíjese pasé más trabajo para terminar el bachillerato que para estudiar Medicina. Yo era muy bruto, eso no era sencillo, había asignaturas que requerían de repasadores y no tenía cómo pagarles. Hasta que por fin pude terminar y perdí cuatro años de la carrera porque por cuestiones políticas cerró la Universidad de La Habana. “Terminé en 1967. Hice cuatro años de postgraduado y no dos como era debido porque casi no había médicos, caí aquí, tomé agua del Tinajón y me quedé, De todas maneras Elia pertenecía a esta provincia.

“Desde finales de la década del ’60 estoy aquí. Con honestidad disfruto mucho lo que hago porque lo mío ha sido trabajar y creo que la función del médico, independientemente del país en que esté, la que función que cumple es trabajar y ver enfermos y si no los veo no cumplo la misión que me propuse en la vida. Vivo orgulloso de eso.

—Debe sentirse marcado por el reconocimiento de sus enfermos y de sus alumnos, usted es muy respetado…

—Yo soy militante del Partido, pero nunca he dejado de creer en Dios y la única riqueza que tengo es dar gracias cada día al levantarme y pido que me dé salud para hacerle bien a la humanidad. No quiero más dinero, bienes ni nada, sino fuerza para hacer el bien. Con lo que tengo vivo. Y mis alumnos lo saben.

“La riqueza más grande que me puede haber ofrecido Dios es la de servirle a la gente. Hay veces que cometo errores y trato de censurarme cuando actúo mal. En la Medicina antes había cierto grado de respeto, ahora ha disminuido, pero trato de cumplir. Nací el 10 de marzo de 1938 y estoy aquí desde el '69.

“De mis alumnos no me quejo, ellos son como los forma el Profesor, parte de la integridad de los alumnos se la ofrecemos nosotros. El Profesor no solo tiene que enseñar Medicina, tiene que enseñar otras cosas porque el médico tiene que dominarlo todo, tiene que saber cuánto cuesta una cama, cuánto vale un bulbo de penicilina y de rocephin…y no sabemos, pregunte cuánto gasta este hospital al año en moneda nacional y divisa; mire los cuatro centrales que van a moler de Camagüey este año no alcanzan para pagar el gasto de este hospital y no se le cobra nada a la gente.

“Este es un momento que tenemos que enseñar a las personas, no solo a los alumnos porque así vamos muy mal, no hacemos nada con las terapias intermedia, intensiva, y muchos equipos si estamos perdiendo el equipo fundamental que es el corazón. Cuando un médico pierde la vocación deja de serlo, el médico no puede tener ni cliente ni paciente, solo enfermo.

“Algunas personas o alumnos se quejan y no se dan cuenta del momento que estamos viviendo, ni saben cómo está la cosa en Europa y en los Estados Unidos, no leen, no estudian, ni le decimos a los alumnos lo que está pasando. Debemos ofrecerle un poquito de filosofía y de entendimiento. Todo no puede ponérseles en las manos sin sacrificio alguno.

“Esto es muy complicado. La Medicina se interpreta de diferentes formas, pero lo primero que debe tener un médico es vocación y segundo deseos, si no lo tiene ese día lo mejor que hace es no venir al trabajo, de lo contrario todo sale mal, hay que hacer de tripa corazón y con una sonrisa en los labios si no podemos curar, al menos aliviamos a los que sufren, ese es el concepto de lo que debe ser un médico.

“La gente no solo debe saber del aspecto médico, del método clínico, del abuso de los medicamentos, del uso de la radiología. Ahora si usted ingresa a un enfermo y no le manda una Tomografía Axial Computarizada (TAC), o SOMATON como dicen ellos no salen contentos aunque ni lo toques, cuando la clínica es lo más importante y eso hay que decirlo.

“El especialista en Medicina Interna es integrador, el que orienta hacia dónde dirigir al enfermo y qué hacer. Usted va a un hospital y así va la Clínica así va el hospital, cuando la Clínica va para atrás, aunque tenga Resonancia Magnética, TAC, todos los equipos habidos y por haber ese hospital va en detrimento del desarrollo. Eso hay que rescatarlo. Hay que enseñar un poco más de ética, filosofía médica y de leyes.

—¿Algún recuerdo de cuando estudiaba?

—Son innumerables, pero mire, tuve un Profesor aquí, el Doctor Jorge Dieppa Recio, que me enseñó tanto que le tengo gratitud, de él aprendí muchas cosas que las llevo a la práctica todavía. Hay cosas viejas que sirven y nuevas que no, debemos encontrar un equilibrio para que los médicos sean mucho mejores. Claro tuve otros muy buenos Profesores, a todos los recuerdo. La calidad humana tenemos que formarlos nosotros y ser ejemplos.

—Otro suceso que comparto con los lectores es que al felicitarlo por el Premio Anual del 36 Congreso de Medicina Interna 2011, por su libro Sarcoidosis, tuve que hacer un pacto entre un caballero y una dama.

—Fíjese, me increpó con esa sinceridad que lo caracteriza, si no dice que solo once compañeros de este hospital me han felicitado, ni lo mencione.

—Cumplida mi promesa ahora añado su explicación acerca del texto.

—Está basado en una enfermedad sistémica que afecta  todo el organismo y que es el resultado de un estudio de 28 años. Decían que esa dolencia no existía, yo la encontré y trabajaron conmigo cinco médicos más, entre ellos mi hijo que es Profesor Auxiliar en Medicina Interna, él es más inteligente que yo, —dijo sonriendo con picardía—. Los otros cuatro son como si fueran mis hijos también.

—Sus enfermos y alumnos lo quieren y lo respetan...

—Sí, a veces se percibe, pero quisiera que mis alumnos fueran mejores que yo, la parte humana y afectiva no puede perderse.

—Y sentenció…

—El Estado cubano se ocupa mucho, pero antes con menos recursos la gente se sentía más complacida y eso hay que rescatarlo. La enseñanza acerca de relación médico-enfermo debe ser mejor, para que los médicos sepan que ese enfermo forma parte de su familia.

Datos necesarios: Es Profesor Titular y Consultante, especialista de 2do. Grado en Medicina Interna.

Medallas: de Trabajador Internacionalista, Certificado de reconocimiento por el Superintendente del Public Hospital de Georgetwm. Del Gobierno de Guyana, de la Asociación de enfermeras y de la Asociación de diabéticos, de ese mismo país y reconocimiento de la Guyana Medical Association.

Distinciones y condecoraciones: Trabajador destacado a nivel provincial, Medalla José Tey, Premio de Universidad de Montevideo, Uruguay, por el trabajo de Hipertensión Arterial en pacientes jóvenes: Factores y Pronósticos.

Premio de la Revista Servicios Médicos de Uruguay; Premio para un Maestro y Tiza de Oro, otorgados por la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), Reconocimiento a la Maestría y a la excelencia en el ejercicio de la Medicina.

Certificado de la Distinción por el 492 aniversario de la fundación de la Villa de Santa María del Puerto del Príncipe.

Labor destacada como árbitro en la revista de Archivos Médicos de Camagüey.

Premio a la Perseverancia por los 40 años de labor asistencial, docente e investigativa. Reconocimiento de la policlínica docente de Previsora por 38 años de consulta médica que aún ofrece.

Tiene 296 trabajos presentados. 411 publicaciones, con la inclusión de su libro: Sarcoidosis.

Miembro adjunto de la Sociedad Cubana de Cardiología y Titular de la Sociedad Cubana de Medicina Interna.

Primer jefe de cátedra Clínica Médica cubana durante cinco años. Jefe de servicio de Medicina Interna aquí 1975-1979 y jefe de Terapia Intermedia del ‘78 al ‘82.

Misión internacionalista: en  Guyana (1981-1983)

 

Autora: Olga Lilia Vilató de Varona

Foto: Otilio Rivero Delgado

Corrección: Oriel Trujillo Prieto

Su gran pasión

Su gran pasión

El Profesor Doctor Oliverio Agramonte Burón, 73 años de edad. Nació en Camagüey. Dijo ser hijo de viejos y de familias muy humildes.

—Mucho le han sugerido que escriba sus memorias, pero asegura:

—Soy más comunicador que escritor. Tengo una historia que no es muy frecuente. De toda mi familia, de padre y madre, solo dos pudimos estudiar en la Universidad de La Habana, un primo que después se fue y yo.

Mi padre era ferroviario de toda una vida. Estuvo 49 años trabajando.

“Estudié Medicina, quizás, por intuición. Fui el más joven en mi curso de bachillerato y también en la Universidad. Me gradué de 17 años en el antiguo Instituto de 2da Enseñanza. Mi padre era un hombre educado, instruido, pero no profesional. Él me dijo: ¿Quieres estudiar? Le dije que sí, era ir a parar en Casa de Huéspedes y él me mandaba un dinerito.

“Fue con mucho sacrificio, un hijo de obrero no podía darse esos lujos entonces. Empecé a estudiar Medicina en 1955, pero como la Universidad era en centro de Revolución, Fidel estaba en México porque lo acababan de liberar, el Gobierno suspendía las garantías y entonces cerraba, que era autónoma, hice medio primer año hasta finales del ‘56, porque paraba mucho, en este año fue el desembarco del Granma y volvió a cerrar, quiso abrir en el ‘57 y fue el asalto a Palacio, y así fue hasta 1959.

“Recomencé y me gradué en el 1964, con internado y todo y vine a hacer el postgraduado como médico rural; me tocó Vertientes, allí estaba con el Dr. Floro Cepero, el Oncólogo, que era de un curso anterior al mío.

“Me motivaba la cirugía y pedí venir para este hospital. Aquí había 69 médicos en aquella época. Vine a trabajar a Cirugía y el Dr. Raúl Respall (ya fallecido), fue de los que se quedó luego del triunfo revolucionario y asumió la enseñanza, fue mi Maestro. Nos quedamos los dos, se trajo a Cuan de Ciego, a Orlando Zamora de Morón, y a Ravelo, de Antillas.

“A llegar la docencia me encontró a mí aquí y el Profesor Gerardo de la Llera me escogió, era docente sin tener categoría, me hice especialista en el 1974, hice docentes a algunos sin tener yo la categoría.

“En febrero de 1966, cumpliré 46 años en este hospital, sin alarde el que más tiempo lleva soy yo. La cirugía ha sido mi vida, hice guardia física hasta el 2003. En aquella época la guardia era fuerte y hacíamos la de pediatría también. Los médicos de aquí hacíamos 13 guardias físicas mensuales entre este hospital y el pediátrico, y al otro día a operar como si tal cosa”.

—¿Satisfacciones?

—Que mis padres me vieron médico y empezar la cirugía. También que mis dos hijas son médicas, una es Ginecobstetra y la otra especialista en Medicina Interna. Mi esposa es estomatóloga, especialista en Ortodoncia y fundadora de esa especialidad en Camagüey. Todavía trabaja.

—¿Tristezas?

—Figúrese, como cualquier ser humano, pero hay una muy particular. Mi madre enfermó y agravó cuando yo estaba en Guyana. Nunca más nos vimos porque ella hizo una hemorragia cerebral y al regresar ella estaba en Terapia Intensiva. Ella no me vio más, ni yo le pude decir adiós.

—¿Qué le quedó sin lograr?

—Quizás haber tenido una mayor cultura. No tuve la orientación de desarrollar la investigación y esa es una frustración que guardo para mí. Me tocó otra época, y eso de que la docencia me encontró aquí puede parecer petulante, pero fue así.

—¿Su gran pasión?

—Venir aquí. A veces sufro un poco. Tengo una impresión, muy personal de que las condiciones han cambiado. No veo la fuerza de los residentes actuales a la de los residentes que había aquí hace 30 años. Es feo comparar, pero es mi impresión y puede no ser real. En la década del ‘70 hasta el ‘80, los que se formaban aquí en todas las especialidades eran superiores a la actual, claro, hay otros cambios, otros factores, la tecnología que es para bien, no es muy buena para la enseñanza, se ha perdido el método clínico.

“El tribunal que examinaba era fuerte y el residente era fuerte. La gente disfrutaba ese claustro apretando y a aquel residente defendiéndose. Ese tribunal se regocijaba cuando le daba 100 o 99 puntos, esos factores han cambiado, quizás otros no compartan mi criterio.

“Los más jóvenes tienen que estudiar mucho, en la especialidad que sea y tienen que proponerse que para conseguirlo tienen que ser sacrificados. Las cosas no caen del cielo.

“Me gusta mi hospital, me gusta venir. Me parece que he cumplido y me he preocupado por este hospital”

—Sabe que es un cirujano muy querido y respetado por este pueblo:

—Piensa antes de responder y agrega: “Digo como dijo el Che en su carta: ‘alegra una parte de mi espíritu’”.

—¿Alguna anécdota?

—Un Profesor que ya murió y me quería mucho se quedó después del triunfo de la Revolución pese a que fue afectado económicamente. Él era un virtuoso y como docente ni hablar, tuvo mucho éxito, todos son discípulos hoy son virtuosos también. Él era muy incisivo y un día me preguntó: Agramonte, ¿por qué eres comunista?, y le respondí:

“Porque soy hijo de mi clase. Mi padre era obrero, a veces no tuvo trabajo, su clase es otra y yo no lo puedo criticar por eso, ha ofrecido sus conocimientos y creo hace bastante, al final se rió”.

—¿Sobre el retiro?

—No pienso en eso. No sé hacer otra cosa. No tengo otro oficio. Me siento útil todavía.

Datos necesarios: Profesor Consultante. Especialista de 2do. Grado en Cirugía General.

Distinciones y condecoraciones: Vanguardia Nacional, Por su consagrada dedicación al desarrollo Científico Técnico de la Universidad Médica; Por su contribución y enseñanza a generaciones más jóvenes; Asociación de Combatientes Raúl Quiala Castañeda; Premio para un Maestro; Distinción XXX Aniversario de la fundación de la Universidad Médica Carlos J. Finlay de Camagüey; Miembro de Honor de la Sociedad Nacional de Cirugía General, miembro fundador de la Asociación Médica del Caribe (AMECA); y miembro de la Sociedad Iberolatinoamericanada de Cirugía.

Medallas: Manuel Fajardo, Trabajador Internacionalista, Por la Educación Cubana, 40 Aniversario de la Universidad de Camagüey.

Ha ocupado diversos cargos de dirección.

Misiones internacionalistas: Jefe de la misión cubana en Guyana (1978-1980) y como cirujano en la República de Yemen, como colaborador (2004 al 2006).

 

Autora: Olga Lilia Vilató de Varona

Foto: Otilio Rivero Delgado

Corrección: Oriel Trujillo Prieto